Por Douglas Zabala
Sucre. A 192 años de su asesinato
Sabías que. Antonio José de Sucre un 4 de junio de 1830 cuando iba a galope por el sitio conocido como La Jacoba en las profundidades de las Montañas de Berruecos a 80 kilómetros de Pasto. Es emboscado no por realistas sino por grupos facciosos y disidentes de la causa de la independencia, quienes en sus propósitos secesionistas terminaron de forma violenta con el héroe de Pichincha.
Tranquilo y seguro iba Sucre a ritmo libertario, cuando junto al revoloteo de los pájaros, se escucharon cuatro disparos de fuego cruzado en el sitio escogido para la infamia. Al saberse la noticia como pólvora corrió por toda la América hispana. Cuentan que previo al rugir de los cañones se escuchó desde la profundidad de la montaña: ¡General Sucre! y de inmediato se armó la balacera.
¡Ay, balazo! Dicen que alcanzó a decir Antonio José y de inmediato fue a dar al piso arrastrado por la montura de su caballo. A quienes les tocó hacer experticia del asesinato informaron que dos balas de cortados de plomo, especialmente letales, habían perforado su sombrero de ala ancha, rozando la cabeza e hiriéndolo en la nariz y en una de sus orejas; otra perforó la tetilla derecha destrozándole el corazón y matándolo de forma fulmínate.
En su libro “De mi propia mano” veremos cómo en su corta, pero intensa vida, Sucre va desde Cadete en 1808 hasta General en jefe, comandante General y Gran Mariscal en 1824, incluyendo ministro de Marina y Guerra en 1820. Fue Gobernador de la antigua Guayana y comandante General del Bajo Orinoco en 1817 y presidente fundador de la República de Bolivia en 1826.
De la Capital Colombiana hacía Quito había salido Sucre, aquella mañana fría del 13 de mayo, iba quizás aturdido al presenciar toda la trifulca armada por quienes desde hace meses le hacia la vida de cuadrito a Bolívar con su proyecto de unificar a Venezuela, Perú, Colombia y su Ecuador liberado.
En el Poder Legislativo Sucre fue Diputado en 1819, Senador por el Departamento del Orinoco en 1822 y presidente del Congreso Grancolombiano en 1830. En la diplomacia fue Comisionado para concertar el Armisticio y el Tratado de Regularización de la Guerra en 1820. Plenipotenciario extraordinario ante Quito en 1821 lleva facultades totales diplomáticas y de fuerza de Colombia al Perú en 1823, y se le expide credencial amplia para tratar con los gobiernos de Chile y Buenos Aires.
Para la posteridad en sus memorias y a través de su diario de guerra el general Tomás Cipriano Mosquera, testigo fundamental de la época, se encargaría de señalar que la orden de asesinar a Sucre provino del denominado clan “septembrista” de Bogotá, involucrado en el atentado del 25 de septiembre de 1828 que estuvo a punto de costarle la vida a Bolívar. Era para ellos un obstáculo la existencia de Sucre, que consideraban como el lazo de unión para mantener la integridad de Colombia.
Hoy más que nunca habrá que insistir en el llamado a construir el futuro de la patria buena, forjada con los valores de ciudadanía, democracia, paz, conciliación, independencia y libertad, traídos a estas tierras por venezolanos como este joven venezolano quien siempre servirá de ejemplo a las generaciones futuras. Este es otro saber republicano.