Por RAFAEL.BLANCO*
La consecuencia
inmediata de la invasión rusa a Ucrania es una severa crisis energética y
alimentaria.
El petróleo, el trigo, otros cereales y granos son mayormente suplidos a Europa
por esos países, generándose desbalances que ya comienzan a hacerse sentir
en escasez y elevados precios de esos productos alrededor del planeta.
Los venezolanos gozamos el privilegio de tener un país con las mayores reservas
de petróleo en el mundo, pero a causa de la mala gestión pública y a las
infames sanciones solicitadas a EEUU por un grupo de líderes y partidos de la
llamada Plataforma Unitaria, hoy nos vemos impedidos de ser los suplidores
confiables que siempre fuimos de Occidente.
Aunque Venezuela es puerta abierta al Caribe y posee salida propia al Atlántico no podemos comercialmente hablando ser partícipes de esta oportunidad perdida de recuperación económica, nuestra empresa petrolera está incapacitada de producir algo más de 800 mil barriles diario de petróleo como consecuencia de las razones arriba expuestas y si a eso descontamos el consumo interno y la humillante cuota con la que religiosamente debemos suplir a Cuba, apenas queda algo para exportar, dejando tan sólo un reducido margen de ganancia financiera a ser manejada discrecionalmente por el ejecutivo nacional, sin que represente mayor beneficio directo a la población.
La distorsión que nos significó ser un país mono productor de petrolero, frustró la oportunidad de explotar nuestras potencialidades agropecuarias.
Hoy cuando el mundo se asoma a una hambruna producto de la mencionada invasión y pudiendo ser nosotros un proveedor fiable de granos, leguminosas, carnes y otros productos ante la terrible escasez que se avecina, perdemos esa oportunidad porque debido a la crisis económica y política del país un tercio de nuestra población en vez de estar produciendo lo que anda es tocando mendicantes ante la puerta de otros países, muestra de ello basta de ejemplo la bochornosa cifra de venezolanos que marchan por el Río Grande tras un frustrado sueño americano y la cantidad de conflictos y dificultades que nuestra gigantesca migración a causado a lo largo y ancho del planeta.
Estamos a tiempo de recuperar nuestra identidad desdibujada, no somos ni tenemos por qué ser un país claudicante, Dios nos bendijo con cualquier cantidad de riquezas naturales; es inconcebible que esta generación de venezolanos no podamos crecernos en la adversidad y acordarnos todos en la resolución de esta crisis política que hoy agobia al país, dejando de lado nuestras pequeñas y mezquinas diferencias..
Es vergonzoso que quienes pretenden liderar a Venezuela sólo se les ocurra a los unos, unas primarias y al gobierno la planificación de un 1x10 para asegurar su permanencia en el poder, tampoco parece lógico ni sensato que el restante 70% de venezolanos nos mantengamos impávidos dejándolos hacer, cuando de lo que están disponiendo es del futuro de nuestras futuras generaciones.
Basta de tanta complacencia con éste desgastado liderazgo, puedo comprender que pseudo líderes políticos, sindicales o gremiales se arrastren detrás de ministros y virreyes regionales, cuales victimas del síndrome de Estocolmo, cuidan sus dietas y pequeñas canonjías para mantener abiertos sus partidos, emprendimientos y negocios, deben entender llegada la hora de poner a un lado sus egoísmos, comprendamos que el Clap, los Bonos y pequeños beneficios empresariales son mísero pan para hoy y hambre para mañana.
No perdamos de nuevo la oportunidad de solucionar en paz nuestra diferencias, tal como lo hicimos en el 2018, dejemos de lado fórmulas o procedimientos que nos distancien y confronten, esforcemos nuestras capacidades en un diálogo fecundo, amplio, fraterno y abramos caminos esperanza y reconciliación para una vuelta a la patria y para el crecimiento de las futuras generaciones de venezolanos por venir.
Saludos.
* Abogado y político
Tw: @rnegroblanco
Ig: @rafaelantonioblanco
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