La Audiencia Nacional de España admitió una denuncia contra
el candidato a presidente de Colombia
La reconstrucción del secuestro del periodista español
Fernando González Pacheco en Bogotá, en 1981, a través de testigos y
periodistas de la época, echa por tierra la tesis de la denuncia que ha
admitido la Audiencia Nacional de España contra el candidato de izquierda. No
fue un secuestro, sino una entrevista pactada con el líder de la guerrilla
M-19, donde militó Petro.
Por Ana María Pascual y Constanza Vieira
Seis de la tarde del miércoles 22 de julio de 1981. Una joven periodista llega a un restaurante en el barrio de La Soledad de Bogotá, una zona tranquila en la localidad de Teusaquillo, en el centro de la capital colombiana. Está nerviosa. Hace apenas unas horas un desconocido le ofreció por teléfono la posibilidad de entrevistar a Jaime Bateman Cayón, el máximo comandante del Movimiento 19 de abril, la guerrilla M-19, el hombre más buscado en aquel momento por las fuerzas del orden. Ella aceptó.
La memoria de Alexandra Pineda, periodista
colombiana que cubrió la sección de Política en el diario El Espectador,
retiene con viveza algunos detalles del secuestro falso del que fue objeto
junto con el periodista y presentador Fernando González Pacheco aquel
día de 1981. Para los datos que no logra recordar, remite a la crónica que
publicó sobre aquellos hechos; un secuestro que en la historia reciente de
Colombia ha quedado reflejado como lo que fue en realidad: una entrevista
clandestina al líder guerrillero. La curtida periodista atiende a Público por
teléfono desde París, donde reside desde hace décadas, y su memoria comienza a
regalar valiosos retazos de la historia.
Apenas lleva cinco minutos en el restaurante cuando un coche,
un pequeño vehículo Fiat o tal vez un Simca, para y la recoge. En el interior,
en la parte trasera, un hombre grande acoplado en una difícil postura en el
diminuto asiento la contempla. Es Fernando González Pacheco (1932-2014),
el famoso presentador de la televisión colombiana. Su programa de
entrevistas Cita con Pacheco tiene mucho éxito. Desde finales
de los años cincuenta, el presentador, nacido en Valencia (España), conquista
por su carisma a la audiencia colombiana.
"Yo lo admiraba. No le conocía en persona ni él a mí. Me
confundió con otra periodista de El Espectador, María Teresa
Herrán. Creía que ella asistiría a aquella rueda de prensa clandestina que el
destino nos había preparado", cuenta Pineda.
El coche se detiene frente a una casa. Unos guerrilleros con
pasamontañas y Magnum automáticas en la mano les conducen a
una sala con una mesa alargada y cuatro sillas. Al cabo de dos horas de espera,
hace su aparición Jaime Bateman Cayón, conocido como el
Flaco y comandante Pablo, un popular personaje que moriría
dos años después en un accidente aéreo y a cuyo fallecimiento Gabriel
García Márquez dedicó un reportaje.
La periodista queda impresionada con el carisma de Bateman:
"Hablaba de paz, amaba la paz, creía en ella, nos dijo. Quería que Pacheco
llevase una carta de paz al presidente Julio César Turbay [su
polémico gobierno fue entre 1978 y 1982]. El papel que me reservó Bateman fue
el de testigo oficial de aquel encargo", recuerda Alexandra
Pineda. El líder guerrillero les revela el contenido de su misiva: propone un
alto el fuego a cambio de poder presentarse a las inminentes elecciones
presidenciales.
Los recuerdos de Alexandra parecen trasladarse a la larga
noche en la que el líder del M-19 le dio quizá la mejor exclusiva de su vida:
su deseo de cambiar la sociedad con la política en vez de con las armas. Siete
horas duró la entrevista, mojada con whisky y envuelta en el humo de los
cigarrillos de Alexandra. Bateman contestó a todas las preguntas y "nunca
le faltó la sonrisa, ni siquiera cuando nos relató cómo se perpetró dos días
atrás el ataque con obús contra contra el Palacio de Nariño", la
residencia presidencial de la República de Colombia. El artefacto impactó a tan
sólo treinta metros del dormitorio del presidente Turbay.
No falta diálogo ni comida para los secuestrados.
A las cuatro de la madrugada se retiran a dormir, dejando solo al guerrillero
con la botella de whisky. Pero antes los dos hombres firman un documento, un
pacto. "Mañana sales en las primeras planas de los periódicos, Pacheco.
Nos apostamos doce botellas de whisky Chivas Regal".
A la mañana siguiente, Bateman los despierta. Está frente a
la cama de Pacheco con un ejemplar de El Espectador, donde se da
cuenta del operativo de la policía para localizar al presentador. "Te
gané, Pacheco".
A las cuatro de la tarde, el mismo coche minúsculo los
devuelve al centro de Bogotá.
El periodista jamás denunció un secuestro
Pacheco entregó la carta con la propuesta de paz a su destinatario,
el Gobierno de Turbay, lo que le acarreó serias consecuencias: frecuentes
requerimientos para acudir a declarar a las caballerizas militares de Usaquén,
donde habitualmente se torturaba a los detenidos. Esto lo contó el periodista,
fallecido en 2014, en alguna entrevista, donde se declaraba "hombre de
izquierda o progresista" (Revista Semana, 1987).
Cuarenta años después, una denuncia por presuntos
crímenes de lesa humanidad, admitida
en la Audiencia Nacional, recuerda aquel episodio, aunque con un
cariz muy diferente. La denuncia por el secuestro del periodista González
Pacheco va dirigida contra Gustavo Petro, el
candidato del Pacto Histórico, que acaba de lograr la victoria en la primera
vuelta de las elecciones presidenciales en Colombia.
Habla el abogado de Petro
Petro militó en su juventud en el M-19. Cuando ocurrió el falso secuestro
de Pacheco, él tenía 21 años. Siempre fue un militante de base, según su
abogado, Daniel Prado. "Petro no participó en ese tipo de acciones,
que, además, estaban consensuadas con los periodistas para tratar de dar a
conocer los objetivos del M-19 al levantarse en armas", explica Prado e incide
en que "el propósito de aquella retención fue enviar al Gobierno un
mensaje sobre la amnistía".
"Nunca existió una reclamación económica, a modo de
rescate, a la familia de Pacheco, simplemente porque no existió el
secuestro", cuenta Prado.
Por entonces, los periodistas colombianos estaban maniatados por
la autocensura imperante en los medios; apenas podían informar sobre las
reivindicaciones de los guerrilleros. El temible Estatuto de Seguridad, una
especie de estado de excepción permanente, instaurado por el presidente Julio
César Turbay, limitó los derechos cívicos, como la libertad de prensa.
"Debido al Estatuto de Seguridad se
hicieron populares los secuestros a los periodistas. Suponían una manera
de burlar la censura --explica el letrado de Petro--. ¿Cómo
iba a justificar Pacheco haberse reunido con el líder de un grupo ilegal? Pues
fingiendo un secuestro".
Las desapariciones forzadas, las detenciones arbitrarias y la
persecución de intelectuales por parte del Gobierno de Turbay contribuyeron
al apoyo popular hacia la media docena de guerrillas activas
en Colombia en aquellos años.
El papel clave de los periodistas
Otra histórica periodista colombiana atiende
a Público por videollamada desde la ciudad de
Cali. Olga Behar, informadora esencial en el conflicto
colombiano, que ha denunciado en sus crónicas y en sus libros la impunidad del
narcotráfico y sus ramificaciones con los grupos paramilitares que auspició el
Estado. "La denuncia en España contra Petro no tiene ningún sentido, es
algo ridículo. ¿Cómo podía él ser el autor material del secuestro de Pacheco si
no tenía ningún peso en el M-19?", exclama esta experta en el Movimiento
19 de Abril y otras guerrillas de Colombia, como las FARC.
"Quiero pensar que la Audiencia Nacional es seria y
detectaría a posibles testigos falsos que el denunciante pudiera aportar en un
momento dado", indica Behar.
El denunciante de Petro es François Roger Cavard
Martínez, un ciudadano colombiano que presentó en marzo pasado la denuncia
por presuntos crímenes de lesa humanidad en la Audiencia Nacional, acogiéndose
"a la jurisdicción universal que impulsó Baltasar Garzón", según
declaró este lunes en el matinal de W Radio, uno de los más escuchados de
Colombia.
Para Olga Behar no existe ninguna duda de que el
falso secuestro de Fernando González Pacheco fue pactado por el propio
periodista. "La esposa de Pacheco y su sobrino jamás han denunciado el
secuestro", dice.
Así se burlaba la censura
"Teníamos que buscar fórmulas para burlar la censura y
no sé a quién se le ocurrió pero de pronto empezaron a ocurrir muchos secuestros
de periodistas por parte de las guerrillas. Yo no tuve que fingir un secuestro.
En mi caso no detectaron las entrevistas que les hice a prácticamente todos los
líderes guerrilleros y que publiqué en un libro en 1985 (Las guerras de la
paz)", narra Behar.
Los periodistas secuestrados no siempre
podían publicar las entrevistas con los guerrilleros. "Si en nuestros
medios no nos dejaban, les regalábamos la información a periodistas
extranjeros. Y cuando aparecían las entrevistas en periódicos de Brasil o de
México, entonces sí que nuestros periódicos se hacían eco".
"Fue una entrevista convenida", afirma Otty Patiño,
excomandante del M-19, que ha autorizado a este periódico a publicar la
fotografía que acredita la cita entre Pacheco y Bateman. No sólo lo confirma,
sino que resuelve una incógnita. El periodista cumplió su promesa por la
apuesta perdida y acabó pagando una caja con doce botellas de whisky Chivas a
los miembros del M-19.
Tomado de Página 12 / Argentina.