Desde el 14 de abril, el gobierno turco fascista encabezado
por Erdogan, realiza un ataque masivo contra zonas de Bashur (en el Kurdistán
Iraquí), buscando anexar territorios, y golpear al Movimiento de Liberación
(encabezado por el PKK- Partido de los Trabajadores de Kurdistan). El ataque
incluye armas químicas, bombardeos sistemáticos, limpieza étnica, cambio
demográfico, represión feroz contra las fuerzas políticas kurdas y de la
oposición en Turquía. Las mujeres y el pueblo de Kurdistán están enfrentando
con energía ese ataque, reafirmando su revolución, que deslumbra por la
creatividad con la que organizan nuevos modos de vida en los territorios
gobernados con su proyecto de Confederalismo Democrático, Ecología, Liberación
de las Mujeres, y una nueva mirada del mundo desde la experiencia política
pedagógica de Jineolojî (ciencia de las mujeres).
Por Claudia Korol
El pueblo kurdo, uno de los pueblos originarios de Medio Oriente, con más de 45 millones de personas, habita un territorio que abarca regiones de cuatro países: Irán, Irak, Siria y Turquía. Es un lugar estratégico para el control de la región, lleno de riquezas como petróleo y agua. Por eso hay muchos intereses en juego, y una intensa disputa en la que están involucradas las principales potencias mundiales. En la última década, el movimiento de liberación kurdo promovió un proceso revolucionario profundo, que tiene como protagonistas a las mujeres kurdas organizadas.
El lugar protagónico de las mujeres fue impulsado muy
especialmente por su líder Abdullah Öcalan, al que nombran como Apo (tío),
quien lleva 23 años encarcelado y aislado -desde el 15 de febrero 1999 -, en la
isla de Imrali. Elif Kaya, del Movimiento de Mujeres Libres de
Kurdistan y de la Academia de Jineolojî, tiene una larga trayectoria en la
lucha revolucionaria. Ha vivido 15 años de prisión, donde supo
transformar la resistencia en las cárceles en escuelas de vida. En un diálogo
reciente, nos acerca a la Revolución de Kurdistan, a través de su experiencia
de vida.
¿Cómo fue tu incorporación al Movimiento de Mujeres Libres de
Kurdistan?
--Yo conocí al Movimiento a partir de las problemáticas de la
identidad étnica. Después que se formó la República de Turquía, se empezó a
aplicar una política muy fuerte de asimilación. Estaba prohibido hablar
kurdo, llevar símbolos culturales, incluso la vestimenta tradicional. Las
bases militares y los centros educativos jugaron un importante papel en las
políticas de asimilación. Yo fui al colegio en el campo y al secundario en la
ciudad, en nuestro propio ámbito cultural. No viví la contradicción que genera
tener una diferente etnia, hasta terminar el secundario. En la región donde
crecí, no se vivía fuertemente la conciencia de la identidad étnica. La parte
política de la identidad étnica se había borrado, aunque se la vivía
culturalmente. Cuando fui a la Universidad en Ankara, viví esa condición de ser
“el otro”. La primera contradicción que vivimos era la étnica, porque había
políticas de negación de nuestra existencia.
¿Sentiste discriminación por ser mujer?
--Desde chiquita me encontré con los códigos patriarcales.
Por ejemplo, eran las mujeres las que hacían las tareas de la casa,
y a veces no se permitía que salgan afuera. Mandaban a los niños a la escuela,
pero no a las niñas. Para llegar a la escuela, yo resistí contra mi
familia. Ir a la escuela parecía una manera de liberarse. Las primeras que
fuimos a la escuela en mi familia fuimos mi tía paterna y yo. Cuando fui a la
Universidad, me di cuenta que ir a la escuela tampoco resolvía los problemas
patriarcales.
¿En qué incidió la formación del movimiento en la situación
de las mujeres?
--La existencia del Movimiento de Liberación de Kurdistán nos mostró que había
otra opción, que era la resistencia contra las políticas de negación política y
desvalorización cultural. Cuando comencé a participar, lo más importante era la
conciencia de la identidad étnica y de clase. Estoy hablando de los años 80 y
90. Después nos dimos cuenta que el sistema patriarcal no solamente existe
afuera, sino que adentro de nosotros también. Por un lado habíamos ido
construyendo una lucha autónoma de las mujeres, pero sentíamos la opresión y la
discriminación de los compañeros con quienes estuvimos luchando contra
el sistema más grande. Si se mira desde el presente, una piensa que todo
ocurrió de un día para el otro, pero no es así. Por ejemplo, en el año 1993, un
grupo en una Conferencia llegó a la conclusión de que las mujeres no tendrían
que estar en los frentes, porque son débiles, emocionales. A muchas las
enviaron a las casas, a hacer trabajo político en las ciudades, y el resultado
fue que muchas cayeron presas.
¿Cómo se pasó de una sociedad con tanta opresión patriarcal,
a la Revolución de las Mujeres?
--Una ventaja muy grande, fue tener un líder como Abdullah
Öcalan. En 1993 se toma la decisión de formar el Ejército de Mujeres. Es un
movimiento revolucionario contra esa mentalidad que ve a la mujer como
inferior. El Movimiento de Mujeres empieza desde la fundación del PKK (Partido
de los Trabajadores de Kurdistan). Muchas mujeres, por ejemplo Sakine Cansiz y
otras compañeras, cayeron presas, pero no tenían una organización autónoma sino
que estaban en el PKK. La primera organización autónoma de mujeres se
formó en 1987, la Unión Patriótica de Mujeres de Kurdistán (YJWK). No
se puede distinguir, como si fueran dos movimientos que se formaron en
diferentes momentos. El PKK y el Movimiento de Mujeres Kurdas se desarrollaron
en conjunto. Es la misma base de resistencia y tienen argumentos similares. Yo
me incorporé en 1993. Al empezar a participar políticamente estaba en la
Universidad, tratando de entender esa contradicción de la identidad.
¿Cómo es la relación entre la guerrilla y el pueblo?
--La decisión de fundar un Ejército de Mujeres afecta a las
mujeres en la sociedad, tiene esa dialéctica. Cuando se crea una
guerrilla autónoma de mujeres, esto se refleja en el espacio civil donde las
mujeres empiezan su organización autónoma. Lo que se aplica en la
guerrilla sirve como un ejemplo para el resto del pueblo. No hay una relación
directa y jerárquica entre la guerrilla y el pueblo. La guerrilla es un ejemplo
ideológico, no es un órgano jerárquico.
¿Qué significa para ustedes la resistencia desde las
cárceles?
--La cárcel es un espacio de lucha para nosotras. Lo que
pasaba afuera repercutía en la cárcel, y la resistencia en la cárcel alimentaba
la lucha afuera. Es un espacio de educación, formación y concientización.
Aunque en el trascurso del tiempo cambió la estructura de la cárcel, antes del
año 2000 nos encontrábamos cientos de mujeres presas, y organizábamos
formaciones como si fuera una academia. También era un lugar donde nos
sanábamos, porque había mucha tortura y muy fuerte. Las mujeres que llegaban a
la cárcel habían pasado una tortura tremenda. Hubo mujeres que fueron detenidas
estando embarazadas, y tuvieron que parir a sus hijos en prisión. Durante mi
estadía, dos mujeres tuvieron que dar a luz a sus hijos en prisión, en
condiciones muy difíciles y exigentes. Amarraron con esposas el pie de la mujer
a la cama, en la sala de partos, y parió así. Había mujeres que llegaban con
sus hijos, algunas después de haber sido violadas durante la tortura.
Ustedes supieron convertir las cárceles en lugares de
formación política, de cuidado de las compañeras.
--La organización dentro de la cárcel servía como un espacio
de sanación. No solamente se trataba de una concientización política, sino
también de pensar cómo vivir. Las prisiones, como se lee literalmente, son
“casas de castigo”. Estábamos ahí para ser castigadas. En
lugares así, lo más importante es existir con la fuerza del sentido. Empiezas a
ver que “probablemente hice algo que le molestó al sistema”, y empiezas a
entender tu legitimidad. Estar ahí por luchar contra un sistema cruel, te
muestra que lo que haces es legítimo. Cuando empezaron a participar más mujeres
en el Movimiento, esto se reflejó en las cárceles. Empezaron a construir más
prisiones para mujeres, para aniquilar la fuerza que genera el Movimiento
autónomo de mujeres.
¿Qué valor tiene en su proyecto político la Libertad?
--El objetivo principal del Movimiento es la libertad. La
historia es larga, pero las propuestas se fueron desarrollando paso a paso. La
libertad tiene capas, parecido al desarrollo de la lucha, capa por capa.
Alcanzar la libertad parece un trabajo arqueológico. Llegamos a esta consigna:
“jin, jiyan, azadi” (mujer, vida, libertad), buscando arqueológicamente cuál es
la capa en el fondo. Es difícil tener libertad en un lugar donde hay
poder, dominación y jerarquía.
¿Y cómo se llegó históricamente a esa conciencia?
--Según el pensamiento de Abdullah Öcalan la primera oprimida
fue la mujer, y su opresión marcó el primer momento en la historia donde se
perdió la libertad. Para tener libertad social hay que tener libertad de las
mujeres. También entendimos que la libertad de la mujer no se puede lograr como
libertad individual, porque el ser humano es un ser social y comunicativo.
Entonces a la libertad no se puede llegar sola. Si no cambiamos a los hombres,
las mujeres tampoco vamos a llegar a la libertad. Por esta razón se dice que la
libertad social pasa por la liberación de las mujeres. Para la libertad se
necesita una lucha colectiva, y la libertad en sí tiene características
colectivas. También hay que considerar que concentrarse mucho en lo colectivo,
no debe dejar atrás la libertad individual. En las sociedades de Medio
Oriente, muchas veces la colectividad se sobrepone a la libertad individual, y
en las sociedades occidentales es al revés: se concentra en la libertad
individual y se ignora lo colectivo. Lo importante es equilibrar bien
la libertad individual y colectiva. Por eso es necesario tener espacios en
donde las diferencias se puedan expresar libremente. Ésta es la esencia del
Confederalismo Democrático, nuestra propuesta política: crear espacios de
organización en donde cada diversidad o diferencia se exprese libremente.
Ha habido debates históricos entre mujeres guerrilleras en
Abya Yala, sobre asumir o no la maternidad en el contexto de la lucha
revolucionaria. ¿Cómo lo piensan ustedes?
--Lo que voy a decir son mis opiniones personales, resultado
de una experiencia colectiva. El poder y la dominación están en todo tipo de
relaciones, y donde más se ve es en las relaciones entre la mujer y el hombre,
en especial en las relaciones sexuales. El sistema patriarcal desarrolló una
perspectiva y cultura de sexualidad que cosifica a la mujer y ve al hombre como
el sujeto principal. En los primeros años del Movimiento había casamientos y
relaciones afectivas. Pero después se pensó que sin analizar esa relación entre
mujer y hombre, sin cambiar las características de esa relación que se vuelve
una relación de poder, no se puede desarrollar una lucha. Por eso se propone la
Teoría de la Separación (del desvínculo), que tiene tres pilares importantes:
hay que poder soltarse de estos tres brazos: “el de la mamá, el del marido, y
el del Estado”
.¿Qué significa este desvínculo en lo cotidiano?
--No estamos hablando de una separación solo física, sino
también de la mentalidad y de la cultura que genera ese vínculo. Porque
nuestros gustos, deseos, criterios de aceptación y rechazo fueron determinados
por la cultura patriarcal. En los ámbitos en los que comparten mujeres
y hombres, el hombre termina siendo quien determina los criterios, incluso la
sexualidad, y la mujer termina no pudiendo contar con su fuerza, ni expresar su
voluntad. Muchas veces nos preguntan si está prohibido tener relaciones
sexuales en nuestros ámbitos. Nosotras no lo vemos como una prohibición, sino
que lo consideramos como un proceso de poder buscarse a sí misma. Tener hijos,
hijas, es importante. Pero tener hijos, criarlos en estas condiciones, es
difícil. Ni siquiera hay condiciones. En Kurdistán, el contexto cultural y
social es importante. Hay gente que no quiso matrimonio o tener hijos. Hay
algunas que viven con su pareja fuera del matrimonio, pero no es muy común. Se
ve más en las nuevas generaciones.
¿Cómo surge la necesidad de un pensamiento y una ciencia
nacidos desde las mujeres?
--Desde la niñez, hay una búsqueda de romper con las
relaciones opresivas de la sociedad, las relaciones patriarcales. Las escuelas
se consideraban un lugar donde liberarse, de escape de estas relaciones
patriarcales, como el lugar de búsqueda de la libertad por la mentalidad de la
modernidad capitalista. La emancipación se percibía de manera individualista, y
mayormente se la asociaba con la independencia económica. En la lucha lo que
vimos -no solamente yo sino muchas otras compañeras- es que la emancipación no
es un proceso individual. Empezamos a entender la vida desde la
colectividad. Cuando hay un problema, buscamos soluciones colectivas,
con la solidaridad. Todo eso lo aprendimos luchando. Una de las cosas más importantes
que fuimos entendiendo, fue que la educación que nos dan es occidental y
positivista. Es una perspectiva que obstruye conectarnos con nuestra propia
raíz y cultura. La lucha nos ayudó a conectarnos con nuestras raíces, y a
buscar respuestas a la pregunta de quiénes somos. La mayoría de los conceptos
que hoy usamos, se han desarrollado gracias al pensamiento y las ideas de las
mujeres. Por ejemplo, la moral y la justicia, la cultura. Es la mujer la que le
dio su color a estos valores. Cuando hablamos de la libertad, volvemos al
pasado y preguntamos "¿cuándo y dónde hemos perdido nuestra
libertad?". Las investigaciones que se han hecho sobre la era neolítica,
prueban que no ha sido siempre así. En las primeras sociedades no había
jerarquía, ni opresión, ni dominación. Si ponemos nuestra atención sobre la
cultura agrícola que sigue hasta el día de hoy, continúa habiendo elementos,
aunque muy pequeños, que siguen vivos. Volvamos a nuestra pregunta del inicio:
¿cuándo y dónde hemos perdido? Si encontramos una respuesta correcta a esta
pregunta, podremos encontrar buenas soluciones. Nuestras investigaciones nos
han enseñado que la pérdida de libertad empezó con el desarrollo de la
civilización y del Estado. Abdullah Öcalan nombra a este período como la "primera
ruptura sexual". Es a partir de este momento que el poder del hombre se
desarrolla contra la mujer. La cultura alrededor de la mujer cambió poco a poco
con la dominación del hombre. La sociedad no fue construida de la noche a
lamañana, y tampoco puede ser destruida en un día. La sociedad se ha construido
gracias a la cultura de la mujer, pero todo ha sido tergiversado. Es por ello
que hubo una gran guerra de miles de años contra las mujeres.
¿Qué saberes incorporan desde las experiencias ancestrales de
las mujeres?
--Esta realidad ha sido expresada claramente en la mitología.
También en la religión, la filosofía y la ciencia vemos huellas claras. Para
entender cómo hemos perdido la verdad de la mujer, la mitología, el lenguaje y
la literatura oral son fuentes de mucha riqueza. Si desarrollamos una
ciencia con una nueva mirada y un nuevo método podremos responder a las
preguntas ¿quiénes son las mujeres? ¿qué es la libertad? Debido a esto
nació Jineolojî. Hay gente que pregunta por qué una nueva ciencia. Otras dicen
que ya existen epistemologías feministas, por qué necesitamos una nueva
ciencia. Hay muchos debates importantes para que Jineolojî pueda encontrar un
mejor camino. Si sólo definimos Jineolojî como una ciencia de la mujer, esta
definición se queda a medias. No debemos tomarla de manera estrecha. Es cierto
que es la ciencia de la mujer, pero al mismo tiempo es la ciencia de la vida,
de la convivencia libre, de la revolución de la mujer... Aunque toma a la mujer
como centro, no es sólo la ciencia de un género. Si podemos revelar la realidad
de la mujer, podemos revelar la realidad de la vida y de la convivencia libre.
Con Jineolojî podemos revelar la historia de las mujeres y conocer la cultura
que la humanidad desarrolló con ella, podemos leer e interpretar la historia de
otra manera y llegar a verdaderos resultados. Sin duda el tema fundamental es
la dominación del hombre sobre la mujer. La mayoría de los problemas vividos
por la sociedad tienen su origen en ello. Es por eso que Jineolojî trabaja en
torno al equilibro que ha sido roto entre la mujer y el hombre. El trabajo no
es solo investigar, sino también buscar soluciones. Necesitamos desarrollar una
vida libre e igualitaria. Si no nos podemos conocer a nosotras mismas, si no
podemos definirnos a nosotras mismas, entonces no podemos desarrollar la
libertad. Brevemente lo que podemos decir es que, para la revolución de la
mujer necesitamos nuevos saberes y una nueva ciencia.
Página 12 / Argentina / Imagen: EFE