Unión de Francia Insumisa, los verdes y el Partido Comunista
Los socialistas, pese a estar al borde de la extinción, se niegan
a sumarse al único candidato progresista que tuvo éxito en las presidencial y
casi saca a Le Pen.
El Primero de Mayo parecían hermanitos reconciliados durante las manifestaciones por el día del trabajo. Y pocas horas después, esa aparente hermandad se plasmó en un histórico acuerdo entre parte de las izquierdas francesas con el objetivo de salir unidas a conquistar las urnas el próximo 18 de junio, cuando se celebren las elecciones legislativas. Francia Insumisa, el movimiento de Jean-Luc Mélenchon que quedó en tercer lugar al cabo de la primera vuelta de las elecciones presidenciales, llegó a un acuerdo con Europa-Ecología-Los Verdes (EELV) y con los comunistas, cuando ya nadie apostaba por la unión. Un momento calificado de “apoteósico” por los protagonistas del que, por el momento, no forma parte el Partido Socialista.
Pocas dudas hay sin embargo de que, menos los pretenciosos
socialistas, las otras fuerzas de las izquierdas aterrizarán en las próximas
horas sobre un territorio limpio de disputas y egos personales pese a las
diferencias programáticas que todavía persisten. Una de las grandes lecciones
de la reelección del presidente Emmanuel Macron y de la clasificación para la
segunda vuelta de la candidata de la ultraderecha Marine Le Pen es precisamente
esa: la falta de una candidatura común de la izquierda privó a esta corriente
de su lugar en la segunda vuelta y le hizo a Le Pen el camino a la gloria mucho
más fácil.
Ecologistas y comunistas aceptaron plegarse a la evidencia
porque el 22 por ciento que obtuvo Mélenchon en las elecciones presidenciales
puso a su movimiento como el planeta central en torno al cual los otros iban a
girar. Los verdes y los comunistas lo aceptaron pero los aburguesados y
globalizados socialistas rehúsan diluir su identidad en Francia Insumisa y más
bien llamaron a “refundar” el PS. La idea parece tanto más cómica cuanto que
quienes llaman a esa “refundación” son los mismos que fundieron al partido.
Entre ellos figuran el ex presidente François Hollande, verdadero cometa
destructor del socialismo francés, y el ex Primer Secretario Jean-Christophe
Cambadélis. El PS tiene pretensiones, pero carece de los medios para
imponerlas: con un irónico 1,7% de los votos en las elecciones de abril, el
Partido Socialista redujo su audiencia a los ciclistas urbanos con cierto poder
adquisitivo.
La diputada de Francia Insumisa Clémentine Autain saluda este
acuerdo como “un giro histórico”. No le falta razón. Pocas veces en su larga
trayectoria la izquierda francesa había dado la impresión de estar tan
enfrentada y desorientada. Ahora, con esta convergencia, una gran porción del
descrédito y la inaudibilidad que acompañaba sus propuestas podría quedar en el
pasado. Cada una de las partes hizo en estos días concesiones que no fueron
capaces de pensar antes de las presidenciales. Había tres temas que bloqueaban
las negociaciones: Europa, la energía nuclear y la designación de los
candidatos según las circunscripciones.
Las posiciones del Partido Comunista y Francia Insumisa con
respecto a la energía nuclear estaban muy alejadas. Para el candidato de los
comunistas a las pasadas elecciones presidenciales, Fabien Roussel (2,28 por
ciento de los votos), la energía nuclear constituye una “cualidad mayor’ para
producir “electricidad con bajos niveles de carbono”. Roussel propuso en su
plataforma electoral la construcción de seis centrales nucleares. En cambio,
según el programa electoral de Mélenchon, ”esa fuente de energía debe ser abandonada”.
Roussel explicó este lunes que se decidió “dejar a un lado” la temática nuclear
con el fin de llegar a un pacto para la próxima legislatura.
Quedaban en el camino las asperezas con los ecologistas de
Europa-Ecología-Los Verdes, principalmente el tema de Europa. Los ecologistas
son abiertamente pro europeos y federalistas, mientras que Francia Insumisa se
posiciona más bien de forma crítica y frontal contra la Comisión Europea de
Bruselas. Mélenchon apeló incluso a la idea de “desobediencia” ante las
obligaciones que se desprenden de los tratados europeos. Los ecologistas, en
cambio, jamás optaron por esa vía y menos aún por la idea de “salir de Europa o
del euro”, como dijo Julien Bayou, secretario nacional de EELV. Pese a esas
diferencias profundas, EELV y FI convergieron en la necesidad de una “reforma
de las instituciones europeas”, es decir, hacer avanzar a Europa para sacarla
del empantanamiento en el que está sumida. Los dos partidos chocaron también
con la edad mínima de la jubilación, pero terminaron encontrando una zona de
entendimiento. Contrariamente a lo que proponían al principio, los verdes
suscribieron a la idea de Francia Insumisa de los 60 años como edad mínima para
jubilarse y no 62.
Por estas horas, un acuerdo entre socialistas y Francia
Insumisa parece bloqueado. El actual Primer Secretario del PS, Olivier Faure,
negocia en estos momentos con Francia Insumisa, los verdes y los comunistas.
Faure precisó que no pensaba abandonar la partida y que deseaba “avanzar hasta
el final”. Por lo pronto, incluso sin el PS, el acuerdo entre las demás ramas
de la izquierda articulado por Mélenchon es el mejor motor para refundar la
historia política del cercano futuro. El mejor ubicado tras las consulta
presidencial terminó siendo la locomotora que empuja a la izquierda hacia ese
futuro.
efebbro@pagina12.com.ar
/ Tomado de Página 12 / Argentina. Imagen: AFP