Una revisión de estudios a lo largo de cuatro décadas apunta a que estas creencias se relacionan con déficit cognitivos, especialmente en mayor pensamiento intuitivo, sesgo de confirmación o dificultad de razonamiento.
Los espíritus, los videntes o las
brujas forman parte de ese mundo paranormal en el que solo creen unos pocos.
¿Cuántos? Es complicado poner una cifra exacta, pero una encuesta de la Fundación Española para la Ciencia y
la Tecnología (FECyT) realizada en 2020 reflejó que el 3,8% de la
población está interesada por temas paranormales y ocultismo. Es la cifra
más alta desde 2006, año en que la fundación empezó a recopilar estos datos.
La cifra es muy superior si se pregunta a la gente si «no cree en fenómenos paranormales», porque son el 76,7% lo que deja un 23,3% – casi uno de cada cuatro españoles – que sí cree de alguna manera. Estos datos corresponden a la encuesta de 2016, cuando se preguntó más ampliamente sobre este asunto. Ese 23,3% de población creyente en fenómenos paranormales subía al 29% en los menores de 25. En la población general, el 16% cree en otros asuntos carentes de evidencia como los horóscopos.
Es un porcentaje de población que
puede tener algo en común, según una revisión de estudios científicos que se
acaba de publicar en la revista científica PLOS ONE por
científicos de la Universidad de Hertfordshire (Reino Unido). Después de
revisar 471 estudios y analizar 71 que cumplían con los criterios establecidos
e involucraban a casi 21.000 personas, los investigadores concluyen que la
mayoría de los hallazgos se alinean con la hipótesis de que tales
creencias están asociadas con diferencias o déficits cognitivos. Los
estudios habían sido realizados entre 1980 y 2020. Los autores citan una
anterior revisión, de 1993, cuando los resultados no pudieron establecer
relación entre el funcionamiento cerebral y la fe en lo paranormal.
Ahora, los científicos advierten en
su estudio de las posibles limitaciones del estudio, como que la mayoría de las
investigaciones analizadas se realizaron a estudiantes universitarios, pero
también inciden en la persistencia de la relación entre las creencias
paranormales y una disfunción ejecutiva general, en lo que se refiere a
dificultades cognitivas, emocionales y de comportamiento.
En concreto de los 71 estudios, 55
confirmaban la hipótesis del déficit cognitivo y dos tercios de ellos
relacionaban las creencias paranormales con un peor rendimiento cognitivo.
Especialmente se vio la relación de este tipo de pensamientos con un mayor
pensamiento intuitivo, sesgo de confirmación (tendencia a creer en lo que
confirma los propios pensamientos y desconfiar de los demás), una reducción de
la habilidad de razonamiento y de la percepción de aleatoriedad.
En su estudio, los científicos
hacen referencia a otros estudios anteriores que ya habían relacionado un
aumento de estas creencias sin base científica con personalidades neuróticas o
personas con menor nivel educativo. También con gente más joven – en línea de
los resultados de la encuesta de FECyT. Sin embargo, también apuntan a que las
creencias – religiosas o espirituales en general – se han relacionado con un
menor deterioro cognitivo en adultos mayores.
El estudio dividió la relación de
las creencias paranormales con seis áreas de funcionamiento cerebral: sesgos
perceptivos y cognitivos, razonamiento, inteligencia, pensamiento crítico y
capacidad académica, estilo de pensamiento, función ejecutiva y memoria y otras
funciones cognitivas.
Para los científicos, los
resultados marcan una tendencia y manifiestan su esperanza para que en próximos
estudios se mejore la metodología y permita fortalecer la evidencia de las
conexiones. «Cuatro décadas de investigación sugieren que la creencia en lo
paranormal está vinculada a nuestro grado de flexibilidad cognitiva e
inteligencia fluida; sin embargo, se requieren mejoras metodológicas en futuras
investigaciones para avanzar en nuestra comprensión de la relación», afirman
los investigadores en un comunicado.
Ahora bien, que el cerebro funcione
con una capacidad cognitiva alta puede no ser suficiente. Así lo estableció
otro estudio en 2018 publicado en la revista Personality and Individual Differences, dirigido
por el profesor de psicología, Tomas Stahl. «Demostramos que el escepticismo
razonable sobre varias teorías de conspiración y fenómenos paranormales no solo
requiere una capacidad cognitiva relativamente alta, sino también una fuerte
motivación para ser racional», afirmó en un comunicado.
La publicación estaba basada en dos
encuestas y en una de ellas concluía que si bien el estilo cognitivo analítico
se relacionaba menos con creencias conspirativas o en lo paranormal, eso se
producía cuando iba acompañado de una confianza en la lógica y la evidencia.
Tomado de El Independiente /
España.