Por Rafael Curvelo*
De esta etapa histórica llevamos 23 años, en muy pocos
momentos se han dado las reflexiones que contribuyan a mejorar el rumbo, o en
este caso, a renovar la política.
Hemos satanizado el diálogo, hoy lograr un encuentro entre el gobierno y sectores que lo adversan,
se ha convertido en una novedad. El ejercicio del debate, de la construcción de
la síntesis por medio de tesis y la antítesis se considera un pecado para
algunos.
La confrontación parece convertirse en el negocio perfecto para ciertos sectores, no les interesa una resolución del conflicto y prefieren los epítetos hacia el contrario, mejor si pertenecen a una tendencia disímil dentro de su fracción.
Ahora bien, esta situación no se repite en las
comunidades, donde las necesidades afloran día a día, y exigen que se
resuelvan cosas tan elementales como un servicio de agua de calidad.
Vale la pena preguntarse: ¿Por qué el
liderazgo político es incapaz de hacer lo que está haciendo la sociedad civil? Parece
que para algunos las prioridades son las apetencias personales y no las
colectivas.
Se hace necesario reflexionar sobre el papel
de muchos políticos en los últimos años, aquí entran todos, nadie se salva.
Su accionar ha sido errático, varias veces incoherente y los más afectados por
esa situación son los ciudadanos.
Urge resolver cuanto antes los graves problemas
sociales, comprender que temas tan fundamentales como las
condiciones de vida de muchos son importantes.
Esperemos que el liderazgo político comprenda la
realidad que afecta a muchos, deje de lado la soberbia y, entienda, que las
prioridades son las que demandan las mayorías y no los deseos personales.
*Dirigente nacional de Alternativa 1.