Bajo el gobierno ilegítimo de Nicolás Maduro, Venezuela se ha
acercado más que nunca a la República Islámica de Irán. A falta de una
respuesta contundente del presidente Biden para aislar a ambos regímenes entre
sí económica y militarmente, Venezuela puede convertirse en una base de
operaciones de avanzada en el hemisferio occidental para que las fuerzas
iraníes socaven la seguridad nacional de Estados Unidos.
En los últimos 18 meses, se han producido una serie de acontecimientos que las comunidades de inteligencia, militar y diplomática de Estados Unidos deberían considerar una grave amenaza. El Cuerpo de la Guardia Revolucionaria Islámica (CGRI), designada por Estados Unidos como una Organización Terrorista Extranjera, ha utilizado la aerolínea que controla para transportar equipos de refinación a la compañía petrolera estatal de Maduro, Petróleos de Venezuela, S.A. (PDVSA), y lingotes de oro de Caracas a Teherán. Por primera vez en su historia, el régimen iraní ha dirigido su flota de buques cisterna y naves de guerra cruzar el Atlántico. En las últimas semanas, Maduro y el régimen iraní acordaron comerciar crudo pesado y condensado entre ellos, e Irán luego vende ese petróleo a compradores dispuestos en China que también son culpables de eludir las sanciones de Estados Unidos.
HEZBOLÁ EN VENEZUELA
Sin embargo, tal vez
lo más alarmante es la admisión del ex jefe de seguridad de Maduro de que
Hezbolá, respaldado por Irán –que mató a más estadounidenses que cualquier otro
grupo terrorista antes del 11 de septiembre– opera libremente en Venezuela.
Hezbolá utiliza a Venezuela para recaudar fondos para operaciones terroristas a
través de negocios ilícitos. También refuerza las capacidades de defensa del
régimen de Maduro en caso de que alguna vez se enfrente a un ataque militar
. En particular, la base de operaciones más amigable de
Hezbolá en América Latina está en Caracas. Hezbolá tiene una historia mucho más
larga en Argentina y en la región de la triple frontera entre Argentina, Brasil
y Paraguay. Sin embargo, solo en Venezuela, Hezbolá puede contar con un
gobierno que se ha desvivido por ser hospitalario. Bajo el mandato de Maduro,
Venezuela ha concedido supuestamente documentos de residencia a los agentes de
Hezbolá, permitiéndoles viajar libremente por toda América Latina.
El régimen de Maduro
también se beneficia de la experiencia de Irán en la vigilancia interna y la
tecnología de drones que ha exportado con entusiasmo a representantes de
terroristas en todo Oriente Medio. En lo que puede ser una advertencia ominosa
de las capacidades mejoradas de Venezuela para reprimir a las fuerzas de la
oposición y defenderse de Estados Unidos, los líderes de la oposición
venezolana dijeron a periodistas el año pasado que se sospecha de que Irán está
ayudando a Maduro en el desarrollo de un “puesto de escucha en el norte de
Venezuela para interceptar las comunicaciones aéreas y marítimas”.
Esto sin mencionar que
Colombia ha estado observando con cautela los acontecimientos en Venezuela. En
2020, el presidente Iván Duque declaró públicamente que “hay información de
organismos de inteligencia internacionales que trabajan con nosotros que
muestra que hay interés de la dictadura de Nicolás Maduro en adquirir unos
misiles de mediano y largo alcance a través de Irán”. Además, El Tiempo informó
este mes que el representante de Irán Hezbolá estaba conspirando para utilizar
a antiguos agentes de las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia (FARC),
que se entrenaron en Venezuela, para atacar a israelíes en Bogotá y que Hezbolá
ha estado espiando a estadounidenses en el país. Esto debería preocupar a
cualquier administración estadounidense.
LA POSICIÓN DE EE.UU. ES DÉBIL
La reciente extradición de Alex Saab a Estados Unidos –quien
funcionaba como enviado de Maduro a Irán– así como una campaña diplomática
estadounidense para rechazar los buques navales iraníes que se pensaba que iban
en ruta a Venezuela este año fueron pasos importantes. Sin embargo, las
herramientas de las que Estados Unidos depende actualmente no han hecho lo
suficiente para frenar la influencia de Irán en un país al que una vez llamé
hogar. Bajo el mandato del ex presidente Donald Trump, Estados Unidos incautó
cuatro petroleros iraníes que se dirigían a puertos venezolanos y vendió su
carga ilícita, pero el petróleo ha seguido llegando. La posición de Estados
Unidos sigue siendo débil debido a la laxitud en la aplicación de las
sanciones, e Irán está demasiado ansioso de burlarse de Washington.
La embajada de Irán en
Caracas declara abiertamente que “Venezuela allana el camino para que Irán
supere las sanciones”. Es hora de que el presidente Biden ponga fin a eso
haciendo mucho más difícil que los regímenes de Maduro e Irán se apoyen
mutuamente.
Estados Unidos debería reforzar significativamente la
aplicación de las sanciones contra Irán y ampliarlas para que apunten a los
buques, sus propietarios y operadores, los capitanes de barco, los seguros y
las empresas de clasificación que permiten su comercio marítimo. Estados Unidos
debería trabajar para impedir que el régimen iraní utilice su cadena de
televisión en español, HispanTV, controlada por el Estado, para hacer
propaganda dirigida a los latinoamericanos. Estados Unidos debería oponerse a
que cualquier nación permita a la aerolínea Mahan Air, controlada por el CGRI,
atravesar su espacio aéreo o aterrizar en su territorio. Y el presidente Biden
debería ordenar a la Marina de Estados Unidos que impida que lleguen a puerto
buques con cargamentos ilícitos, ya sea en Venezuela, China, Siria, Líbano o
cualquier otro lugar.
ENCABEZAR AL
CONTINENTE AMERICANO
Ninguna de estas
acciones se alinea con el actual esfuerzo diplomático del presidente Biden para
persuadir al régimen iraní de cumplir con los términos del Plan de Acción
Integral Conjunto (JCPOA) a través de la ceguera voluntaria ante las
aceleraciones de Teherán en las actividades de enriquecimiento de uranio, las
operaciones de centrifugado avanzado y la evasión de sanciones. Pero son
necesarias, sobre todo si la administración de Biden sigue empeñado a encabezar
al continente americano económica, diplomática y militarmente
. La Doctrina Monroe podría seguir vigente o no, pero Estados
Unidos conserva un interés innegable en evitar que el principal Estado
patrocinador del terrorismo en el mundo llene el vacío dejado por un Estado
venezolano fallido, y en garantizar que el futuro de Venezuela vuelva a ser
libre, democrático, digno de confianza y próspero.
*Jeb Bush fue el 43º gobernador de Florida. Es miembro del
consejo asesor de la organización United Against Nuclear Iran (UANI).
Tomado de El Nuevo Herald
/ U.S.A