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26 septiembre, 2021

Unidad por abajo

 

Por Enrique Ochoa Antich

María acaba de asistir a un evento opositor en Pirineos, San Cristóbal. Va a las convocatorias de esta oposición y va a las de aquella otra. Escucha razones y no ve que sean muchas las divergencias de fondo, ahora que todos han tornado a la ruta democrática, electoral, pacífica, de la que nadie debió apartarse nunca. Es tal su parecer. Sólo quisiera que el dizque Protector, abusador de los dineros públicos, no se instale en el Palacio de los Leones a título de gobernador. 

Euristeo mira a lo lejos la basílica de la Chinita. Se pregunta qué será de su Zulia querido en las elecciones de noviembre. ¿Cómo impedir que el gobernador iracundo continúe ocupando el blanco, simétrico y solemne Palacio de los Cóndores... (o de las Águilas, como vos queráis)? Euristeo escucha a este candidato y también a aquél. Pero anda medio perdido en el laberinto de las oposiciones. 



El guaro Alirio traspone el portal de la Casa Amarilla, en su Carora natal. Esta tarde subirá al cerro de la Cruz. Gusta de su mirador para aclarar sus pensamientos. Aún no acierta por quién votar este noviembre. Quiere votar por la oposición, pero siente pena ajena por algunos de sus floridos candidatos. 

Juana Dolores camina por el malecón de Cumaná. La brisa del Caribe abofetea su rostro y revuelve sus cabellos. Piensa en noviembre. Sabe que votará. Siempre ha votado. Pero aún no acierta a escoger un candidato de la oposición para la gobernación del estado. 

Y así también Toribio que baja de la Bombilla en Petare rumiando su incertidumbre. O Felícita en la U2 de Caricuao: opositora desde siempre, ahora debe escoger entre varios candidatos a ver si la división no le regala la victoria a la Almiranta importada. 

La historia se repite, estado por estado. 

Dícese que frente a los 3.080 candidatos del PSUV para los 3.080 cargos en disputa, las oposiciones han postulado... ¡¡¡60.000 candidatos!!! ¡Y una de ellas, cosa de chanza y mofa, se autodenomina Plataforma (dizque) Unitaria! ¿Cómo la ves? Señores: si pierden, no vengan por favor con la ridiculez de echarle la culpa al CNE ni hablar de un fraude que aquí NUNCA ha habido. Mírense primero al espejo e identifiquen sus atrofias. Parafraseando a Vallejo nos sería dado decir: oposición, ¡cuídate de tu propia oposición!

Todo parece indicar que el G4, poniendo sus intereses particulares por sobre los del país, tiene un solo propósito en noviembre: confirmar su hegemonía en el campo opositor. Así me lo ha reconocido tácitamente uno de sus más altos voceros. Y no les será difícil: desde que Chávez dividió al país en ricos y pobres, éstos con él y aquéllos con sus adversarios, coaguló en la oposición una base social y electoral de clase media, que por naturaleza busca su liderazgo en la alta clase media: así, sus principales voceros han sido impuestos por la aristocracia caraqueña o han requerido de su aquiescencia. De modo que muy posiblemente esos electores voten por ellos y el G4 obtenga muchos... ¡segundos lugares!, y festejará que es la legítima oposición y que ha humillado a sus competidores mellizales. Entre tanto, el gobierno ganará con comodidad aun siendo minoría (con 30 % como Maduro en 2018 o con 26 % como el PSUV en 2020). Pero así es el G4: prefiere hablar con eso que llaman el rrrrrrégimen, la malévola narco-dictadura, siguiendo las instrucciones del Departamento de Estado, pero no con sus congéneres opositores. Si el G4 confirma su hegemonía en el campo opositor, igual es muy probable que la llamada Alianza Democrática demuestre que sin ella no hay posibilidad de victoria. Así que en cierta forma quedarán tablas

Y en Miraflores exclamarán: 

-¡Gracias por los favores recibidos! 

Quien suscribe insinúa a las María y los Euristeo, a los Alirio y las Juana Dolores, a los Toribio y a las Felícita de este dolido país, una idea: si las cúpulas ni los candidatos de oposición fueron capaces de ponerse de acuerdo arriba, conformemos una unidad ciudadana por abajo, y sin atender las consejas de las campañas, concentremos nuestra votación en aquellas candidaturas con más opción y a la vez más legítimas, salidas de la gente, no impuestas por los cogollos partidistas. Un voto inteligente, como lo ha llamado Luis Fuenmayor Toro, sin atender a afectos o pertenencias grupales ni partidistas. 

Yo votaría con las dos manos en Táchira por Laidy Gómez, la corajuda y tan vilipendiada paisana; y en Lara por Henri Falcón, tal vez el mejor alcalde que ha tenido Barquisimeto y el mejor gobernador en toda la historia reciente de ese estado; y en Zulia por Manuel Rosales. Votaría en Miranda por Uzcátegui, pues es el candidato de los alcaldes de Chacao, Baruta, El Hatillo y Los Salias, quienes mientras otros andaban en la estratósfera del aventurerismo extremista, dieron la cara por sus comunidades y por sus electores. Y en Caracas repudiaría esa imposición burocrática no sólo a la ciudad sino a su propio partido que es la candidatura del exembajador de mentirijillas y sancionista redomado Tomás Guanipa (me hubiesen propuesto a Patiño y lo pienso), así que voy a darle mi voto a Antonio Ecarri (e invito, como se lo sugerí a él mismo, a que el queridísimo amigo Carlos Melo haga lo propio). Votaría en Sucre por Ramón Martínez, en Nueva Esparta por Morel Rodríguez, en Aragua por Luis Eduardo Martínez, en Portuguesa por la negra Antonia, en Yaracuy por Biagio Pilieri (le sugeriría al amigo Ponente, candidato de la AD, concertar con Pilieri un pacto para la gobernanza democrática de ese estado), en La Guaira por José Manuel Olivares, en Amazonas por Liborio Guarulla, en Apure por Luis Lippa, en Mérida por Ramón Guevara y en Bolívar por Américo De Grazzia. 

En estos estados ya tengo una opinión. En otros aún no (excepto la de que en Barinas jamás cometería el desaguisado de votar por el candidato ése que postuló la MUD). Y debo decir que hay algunos de estos estados en los que si estuviésemos en un país normal, y si no representaran a un proyecto autoritario como es el que se encarna en el pensamiento y la práctica del PSUV (al menos, por ahora), votaría por algunos de los candidatos chavistas. 

Voto ciudadano inteligente, pues. Unidad por abajo. Ojalá nuestro pueblo, sabio cuando quiere, sepa escoger con ponderación y frialdad, más con el cerebro, menos con el corazón y nunca con el hígado, las opciones candidaturales que estén en mejores condiciones de abrir el camino para un cambio democrático, electoral, pactado, en paz y con soberanía, que es lo que reclama a gritos la mayoría de los venezolanos.