*El politólogo John
Magdaleno hizo una serie de planteamientos respecto al actual escenario
político venezolano; lo que vislumbra en el porvenir de cara a las
presidenciales que corresponde realizar en 2024;* y sus expectativas frente al
proceso de negociación entre el gobierno de Nicolás Maduro y la oposición en
México.
*Las declaraciones las ofreció a Jorge Botti, en Hoja de
Ruta.
Pese a que la entrevista fue realizada previo al inicio del
proceso de diálogo la semana pasada (aunque difundida este martes) Magdaleno se
permitió declarar los puntos que considera destacados en el actual proceso en
comparación con los que han sucedido antes, pero aclaró “Tengo mucha cautela
sobre el proceso en México”.
“Lo que sí veo en esta oportunidad son dos cosas que no
estaban antes. La primera es que esta vez el madurismo tiene un incentivo real
por el cual sentarse a negociar: necesita cuando menos la flexibilización de
las sanciones y, en efecto, cuando se revisa la agenda que se intenta
introducir desde ambos lados, ese es un punto prioritario”, dijo.
Continuó señalando que el segundo factor que ha cambiado entre esta negociación y las anteriores es que “la oposición está tan mal en términos orgánicos y de coordinación estratégica que sabe que está urgida de un logro, de un avance, para poder relegitimarse frente a la opinión pública y la sociedad”.
“Y algo equivalente también pasa con el gobierno. Sabe que
tiene que mostrar algún triunfo, alguna conquista en la situación. Sabe que si
la inercia se mantiene va a seguir perdiendo respaldo. Es decir, lo que veo que
no estaba antes es que ambas facciones ahora sí tienen incentivos reales para hacer
un esfuerzo de cara a la negociación”, indicó.
Sin embargo, aclaró que no vislumbra que se vaya a producir
un acuerdo global. “Lo que yo no veo es que de aquí vaya a salir un acuerdo
integral, como es la aspiración maximalista de la oposición; como tampoco se va
a producir el levantamiento total de las sanciones a no ser que el gobierno
concediera una restitución tan extraordinaria de garantías que nos llevara a
una suerte de etapa previa una democratización, pero eso no ocurre tan rápido”,
expresó.
*Lectura del momento ¿Dónde estamos parados?
Magdaleno planteó que actualmente tanto del lado del
gobierno de Maduro como de la oposición se están encarando dificultades serias.
“Estamos en una circunstancia en la que, en mi opinión, el
régimen autoritario empieza a encarar dificultades sistémicas serias, pero la
oposición tiene unas debilidades orgánicas, organizativas y problemas de
coordinación estratégica que encarar para intentar aprovechar un contexto que
puede llegar a ser favorable en el futuro no tan lejano”, dijo.
*Razones de las dificultades sistémicas del gobierno
Sobre lo que llama “dificultades sistémicas” del gobierno, el
politólogo expuso que existen, primero que todo, por el desempeño
económico-financiero «que le condujo a unos indicadores muy preocupantes
(incluso previo a las sanciones). Las sanciones vienen a reforzar y agravar un
poco la crisis, pero la crisis sin duda alguna está creada, engendrada y
desarrollada por Hugo Chávez; y el remate lo dio Nicolás Maduro”.
Indicó que los problemas fiscales en Venezuela se agravaron
en 2011 cuando el exministro Jorge Giordani confesó que “se botó la casa por la
ventana”.
“Es decir, se llevó el gasto público a límites
extraordinarios comprometiendo, en lo esencial, la salud de la economía. Todas
las dificultades sistémicas tienen una traducción muy concreta: el mal estado
que tienen las finanzas públicas hoy; la imposibilidad práctica de que se
recuperen en el corto plazo; la imposibilidad práctica de que se encuentre un
sustituto eficaz a la renta petrolera”, dijo.
Sobre este último punto, Magdaleno señaló que por no ser
factible en el corto plazo, el Estado se ve obligado a buscar otras fuentes de
recursos.
“Y no hay otra que el sector privado, entonces allí surge un
curso de acción que es el que ha venido implementado el gobierno que es
intentar elevar impositivamente la carga sobre el sector privado en una
circunstancia en la que hay una recesión continua de ocho años. Allí hay una
dificultad sistémica. Ellos están en un dilema estratégico, que es importante
porque si esa inercia se mantiene las agendas de intereses que le dan soporte
al madurismo pueden verse en peligro, pueden resultar afectadas. Y si es así
probablemente empiecen a anidarse conflictos internos y mayores tensiones
dentro de la coalición dominante, es decir en los factores que le dan poder al
régimen autoritario”, explicó.
Enfatizó: “Yo creo que esa es una tendencia en desarrollo que
nadie está viendo con precisión cómo se puede aprovechar. Me parece que nadie
ha visto cómo trabajarla con una estrategia robusta de corto y mediano plazo”.
*Elecciones regionales
Respecto al debate de si acudir o no a las elecciones
regionales y locales pautadas para noviembre, Magdaleno analizó el accionar
electoral en los últimos años.
“En verdad hasta 2015 la oposición utilizó la elección como
un instrumento para configurar una mayoría, y el diseño estratégico original
-desde que Teodoro Petkoff ejercía mucha influencia sobre la dirección política
opositora- se creó bajo la tesis de la acumulación de fuerza por la vía de las
elecciones, por la vía pacífica, electoral, constitucional y democrática. Se
pensaba que ello iba a llevar a un punto en el cual podíamos desafiar al
régimen autoritario hasta lograr su reemplazo. Pero, en el camino,
particularmente después de las parlamentarias de 2015, en efecto cambiaron las
reglas de juego”, indicó.
Aseguró que “eso no significa que las reglas dejen de ser
útiles, pero ahora las elecciones no pueden bastar con un llamado para que la
gente vaya, vote y listo”.
“Ahora se requiere elevarle el costo al gobierno por
irregularidades, por cambios en las reglas de juego-sobrevenidos o no- que
cambien o afecten la competitividad de la oposición y por la eventualidad de un
fraude”, mencionó.
Y agregó que la elección no puede ser solamente el
instrumento para convocar y movilizar consumatoriamente. “Al lado de la
elección tiene que haber una organización social detrás que se movilice antes,
durante y después de la elección. No basta con hacer llamados para que la gente
vaya a votar si no tenemos cómo elevarle el costo a la eventualidad de una irregularidad”.
«Hemos ido a elecciones aspirando a que nos reconozcan los
triunfos. Ahora debe implementarse una variante. Tenemos que seguir llamando a
la gente a votar pero también tenemos que organizarla para elevarle el costo al
régimen autoritario antes, durante y después de la elección”, recalcó.
¿La dirigencia opositora ve las elecciones regionales como
una oportunidad?
El politólogo mencionó también que una parte del liderazgo
político percibe las elecciones de noviembre como una oportunidad para
reconstituir a la oposición y recomponer el vínculo con la sociedad, “que por
cuatro años se ha debilitado”.
“En cuatro años lo que se ha hecho es construir una amenaza
externa y puedo conceder que se hizo en parte. Tengo reservas con los efectos
sociales que tienen las sanciones porque intentando debilitar las capacidades
estatales también se debilita a las redes políticas y sociales que le hacen
frente al régimen, pero al margen de esas reservas puedo conceder que en efecto
se ha logrado la amenaza externa, porque tanto las sanciones internacionales
como el destino de la causa en la Corte Penal Internacional están presionando
al gobierno. Pero, en esos cuatros años se descuidó el flanco interno, el plano
doméstico”, dijo.
Y continuó: “La pregunta de fondo es ¿Cuál es nuestra fuente
de poder potencial? Es decir ¿Con qué contamos los que deseamos una
redemocratización del país? No contamos con armas; la posibilidad de influir en
las Fuerzas Armadas es muy remota; tampoco con la posibilidad de una intervención
militar extranjera, que además no es deseable, como tampoco es deseable colocar
en manos de la Fuerza Armada Nacional la responsabilidad de producir la
transición. La mayor parte de los golpes de Estado en el mundo no conducen a
regímenes democráticos”.
Explicó que según casos que investigó sobre intervenciones
militares extranjeras que conllevaron a una democracia, de 19 casos 16
estuvieron mediados por algún tipo de conflicto armado previo.
“Y 11 de los 19 casos, corresponden a la Segunda Guerra
Mundial. Y otros 5 casos más venían de conflictos militares previos. Solo 3 de
los casos estudiados no tenían conflicto armado (Panamá, Granada y Timor
Oriental, y en este último caso solo hasta que hubo un referéndum que generó un
conflicto armado posterior)”, añadió.
“Volviendo al ¿Con qué contamos? Con lo que contamos es con
el malestar de la gente. El malestar acumulado por la frustración de
expectativas; por el deterioro de la situación socio-económica; por el
desempeño autoritario, arbitrario, discrecional, violador de garantías; por la
precarización del país, de los servicios, etcétera. Pero el punto es ¿Qué hay
que hacer entonces con ese malestar? Organizarlo, articularlo, coordinarlo,
formarlo, entrenarlo y movilizarlo”, indicó.
Expresó que los únicos dos vehículos para que esa “energía
dormida” se active y se movilice son la protesta no violenta y las elecciones.
“Y mi tesis es que hay que juntar esas dos cosas. Tiene que
haber simultaneidad de la protesta y las elecciones, aprovechando la coyuntura
de la crisis económica”, precisó.
-Elecciones de 2024 y conflicto de sucesión-
A su juicio, la operación que se tiene que ejecutar desde la
oposición es elevar la probabilidad de aproximarse al punto de inicio de la
transición, elevar la probabilidad de una fractura.
“De 102 casos de transiciones a la democracia que he
analizado, en 83 las variables domésticas fueron las decisivas”, recalcó.
Dijo que ve que una parte del liderazgo está consciente de
eso. “Y puedo decir que he conversado cada vez con más líderes de oposición y
parece haber un consenso mayoritario acerca de eso. Creo que además hay un
aprendizaje colectivo: la gente está animada en ese sentido. Está cambiando el
clima de opinión”.
Agregó que la probabilidad de que Venezuela experimente el
inicio de una transición a la democracia antes del 2024 es muy baja. Razón por
la cual las elecciones presidenciales que deben efectuarse ese año ofrecen lo
que considera “una oportunidad que no está dada antes, porque, entre otras
cosas, pudiera plantearse una crisis de sucesión presidencial”.
“A la fecha, por la información que me llega, no hay acuerdo
en el oficialismo acerca de que Maduro perdure aún más en el poder”, afirmó.
“Ahora, en 2024 la situación puede estar mucho más agravada.
Si hay alguna mejora sería muy sectorial, selectiva; si llega a haber
crecimiento económico de aquí a allá sería muy modesto y no doy garantías
de que se pueda sostener. El país tal y como está no puede asegurar mejora
sostenida. Y eso es otro elemento que se suma en contra del oficialismo, pues,
las crisis de ineficacia reiterada también socavan las bases de respaldo de un régimen
autoritario”, aseguró Magdaleno.
Comentó que una muestra de ello ocurrió con las elecciones
parlamentarias del año pasado. “Una elección que no fue libre, no fue
competitiva, estuvo confeccionada a la medida del madurismo, y ocurrió que su
base de respaldo se disminuyó”, apuntó.
Con todo ese escenario, dijo que cree que “oportunidades como
las elecciones regionales de este 21 de noviembre y los hitos políticos no
electorales que pudieran surgir el año que viene podrían ayudar a construir una
fuerza social y política poderosa, organizada, que constituya lo que ha hecho
falta en los últimos cuatro años: una fuerza de presión interna».
Tomado de bancaynegocios.com