Esta vaca es de la raza chillingham que, según un artículo de la BBC, podría tener menos ejemplares en el mundo que los osos panda. Foto: Stephen Hall
El castillo de Chillingham en Reino Unido es el hogar de una
de las últimas manadas de bovinos salvajes en el mundo. La cantidad de animales
de esta raza la hace una de las más raras del planeta: alrededor de 130, mucho
menos que los osos pandas, los tigres siberianos o los gorilas.
Un reciente reportaje de
la BBC describió a estos animales como blancos como la nieve, con
cuerpos vigorosos, temperamento feroz y enormes cuernos, con carácter
malhumorado, impredecibles y capaces de alcanzar una velocidad de 48 km/h.
“Aunque hay alrededor de 1200 millones de cabezas de ganado en el mundo, solo unas pocas, en unas cuantas islas y en Chillingham viven libres de interferencia o gestión humana”, explicó Stephen Hall, profesor de ciencia animal en la Universidad de Lincoln.
El también funcionario de la Asociación de Ganado Salvaje de
Chillingham añadió que son “la única raza de ganado británica que ha escapado a
la ‘mejora’ mediante la cría selectiva durante la llamada Revolución Agrícola
de hace aproximadamente 200 a 300 años”.
Por ello, las califica como ganado “medieval” por su pequeña
estatura, su bajo peso (menos de 400 kg) y las pequeñas
ubres de la vaca, en comparación con las razas modernas.
Las teorías sobre su origen difieren desde leyendas que los
relacionan con la Antigua Roma o incluso con los druidas celtas antes de los
romanos, así como que son la última reliquia de los rebaños de uros que alguna
vez vagaron por los bosques de Gran Bretaña.
Sin embargo, todo el ganado europeo moderno se originó de la
domesticación de los uros cuando el hombre comenzó a cultivar hace miles de
años, por lo que la idea es equivocada. Aun así, ofreen una idea de cómo se
pueden haber comportado los uros en su época.
“La estructura del rebaño, la psicología, los rituales de
apareamiento, etc. en ningún otro lugar se puede ver y estudiar una estructura
de rebaño verdaderamente natural”, explica una de las dueñas del castillo.
A lo largo de los siglos, los bovinos de esta raza se han
apareado tanto entre sí, que son esencialmente clones genéticos. Aunque la
endogamia tiene efectos nocivos, en el ganado chillingham ha tenido un efecto
contrario, un rasgo único en el mundo natural.
“Al estar aislados, han logrado esencialmente purificar su
acervo genético a través de la endogamia, hasta el punto en que son clones
naturales entre sí y no hay suficiente diversidad para causar mutaciones
dañinas", explicó la otra dueña del castillo.
Tras duros inviernos e incluso un brote de fiebre aftosa que
casi acaba con el rebaño, han aprendido a sobrevivir, aunque también hay un hato en lugar
secreto de Escocia y se conservan embriones congelados.
No osbtante, por ahora, la manada está prosperando. La
población está en su punto más alto desde que se inició el mantenimiento de
registros a instancias de Charles Darwin en el siglo XIX y los visitantes del
castillo pueden disfrutar de observar de lejos una raza que se ha mantenido
como si se pudiera ver en la Edad Media.
Fuente: CONtexto ganadero