Por Julio Castellanos * / Opinión
Amartya Sen es un prestigioso economista, premio Nobel de
Economía en 1998, cuya influencia en las ciencias sociales es sustancial. Entre
sus ideas más originales y profundas podemos encontrar el establecimiento de
una conexión entre prosperidad económica y la preexistencia de la democracia
como sistema de gobierno. A su juicio, un sistema de gobierno democrático, con
prensa libre, elecciones periódicas libres, justas y competitivas, supone un
nivel de exigencia pública a las autoridades que genera incentivos para atender
las necesidades de la población.
En su artículo “El Valor Universal de la Democracia”, publicado por el Journal of Democracy de The Jonhs Hopkins University Press, expresa “En la terrible historia de las hambrunas en el mundo, nunca ha habido una auténtica hambruna en una nación democrática e independiente con una prensa relativamente libre”. El soporte de su punto de vista no fue estrictamente documental, al contrario, fue vivencial. Pudo ver con sus propios ojos las hambrunas ocurridas en la India durante la persistencia del nexo colonial británico y, en comparación, como los riesgos de hambruna fueron exitosamente afrontados por el Estado Indio, libre y democrático, instaurado con posterioridad.
Hay quienes asignan a las ideas de Amartya Sen la etiqueta de
idealismo dado que señalan a países como China y Singapur cómo ejemplos de
países que muestran éxitos económicos en contextos autoritarios. No obstante,
Amartya Sen expresa que tales aseveraciones constituyen un ejercicio de
“empirismo esporádico de selectivismo extremo”. China y Singapur pueden dar
soporte a la idea de autoritarismos exitosos económicamente en la misma medida
en que la idea contraria puede tener soporte en que Botswuana, siendo un oasis
de democracia, logró hasta finales de la década de los 90s el mejor récord
económico del mundo. Para Amartya Sen, “no existe evidencia contundente que
muestre que el gobierno autoritario y la supresión de derechos civiles y
políticos sean beneficiosos para el desarrollo económico”.
Estas reflexiones pueden que sean de ayuda para comprender
los riesgos subyacentes cuando se habla con entusiasmo y, a veces hasta con
euforia, de la importación de modelos y prácticas políticas de China, Rusia,
Bielorusia o Irán. No es lo mismo el turismo que la residencia y, muchas veces,
la persona de la foto es diferente a la persona que se nos para al frente.
Nuestra constitución actual nos llama a construir una democracia, con
elecciones libres, justas y competitivas, con prensa libre y libertad de
expresión, tales premisas no sólo son buenas en si, también pueden salvarnos de
la pobreza y el hambre.
*jcclozada@gmail.com /
@rockypolitica / Tomado de NOTITARDE / Valencia