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12 enero, 2021

Ramsés II, el Grande

Ramsés II, también llamado Ramsés el Grande, nació circa 1303 a.C., fue el tercer rey de la XIX dinastía del Imperio Nuevo de Egipto, que gobernó durante 66 años, desde 1279 a.C. hasta 1213 a.C., el año de su muerte. Su reinado fue el segundo más largo en la historia de Egipto, y él, el más longevo de los faraones, pues falleció a la excepcional edad de noventa años. Se cree que Ramsés II podría ser el cruel faraón de los tiempos bíblicos de Moisés.

 

Por Orlando Arciniegas*

9/01/2021. Valencia.

Ramsés II era hijo de faraón Seti I y de su Gran Esposa Real, Tuya. Y no fue, como algunas veces se ha dicho, hijo único. Tuvo al menos dos hermanas y un hermano mayor, que murió antes de su mayoridad, por lo que Ramsés II supo pronto que sería el heredero al trono de Seti I. Y, por ser de una familia de guerreros, creció en un entorno castrense, en el que recibió entrenamiento del mismo faraón, su padre, y de maestros de artes y ciencias. De él se habla tempranamente como «primogénito», «regente» y «comandante de infantería y de carros». Durante su reinado, Seti I le dio al futuro Ramsés II el especial estatus de regente o corregente, y le proporcionó una casa real con su respectivo harén. Desde muy joven acompañó a su padre en las campañas militares contra las rebeliones en Canaán y Siria, así como en la supervisión de obras y otros negocios de Estado, de modo que cuando asumió el poder ya tenía experiencia, tanto en la guerra como en la administración. La corregencia pudo haber durado entre tres o siete años, pero desde la misma adolescencia Ramsés tenía autoridad sobre el ejército.

 

Ramsés II, además de sus guerras contra hititas y libios («libios» eran para los egipcios los pueblos costeros entre Egipto y Siria), iniciadas por su padre, y de la construcción de colosales estatuas regadas por todo Egipto, cuya razón de ser era el culto a su personalidad, se le atribuye también la paternidad de al menos 152 hijos que procreó con sus muchas mujeres, entre Gran Esposas Reales, esposas secundarias y concubinas. Entre tantas, sobresalen sus primeras Gran Esposas Reales, Isis-Nefert y Nefertari. Para muchos, Isis-Nefert —Isis la bella— fue su primera Gran Esposa, a la que poco después siguió su gran rival, Nefertari. En cualquier caso, Ramsés, ya a los 15 años estaba casado y era padre de cuatro muchachos. A Nefertari Meritmut se le atribuye genio político y el haber gozado de las preferencias del poderoso Ramsés II. El más conocido de sus hijos fue el príncipe Jaemuaset (circa 1281-1225), el cuarto de sus hijos y el segundo de la reina Isis-Nefert. Llegó a ser el sumo sacerdote de Ptah (deidad del antiguo Egipto), gobernador de Menfis y príncipe heredero, pero murió mucho antes que su padre.

 

La familia de Ramsés II, que no era de origen real, llegó al poder unas décadas después del gran reformador religioso Akenatón (1353-1536 a.C.), en cuyo reinado se rebelaron varios de los territorios conquistados. Por esa causa el padre de Ramsés II hubo de emprender la restauración del poder egipcio en Asia (Medio Oriente), disminuido bajo el reinado de Akenatón y el de su hijo Tutankamón. Antes de Ramsés II, el faraón Seti I había logrado dominar a algunos príncipes rebeldes de Palestina y del sur de Siria, e iniciado la guerra contra Hatti, el poderoso imperio de los hititas de la región de Anatolia (Turquía), proverbiales enemigos de los egipcios. Ramsés II, en sus primeros cinco años de poder —tras la muerte de Seti I en 1279 a.C.—, se dedica a la guerra contra de la alianza sirio-hitita a la que, con el tiempo, no logra vencer de modo definitivo, pero tal vez sí, contener. Como parte de esos choques bélicos ocurrirá la famosa batalla de Qadesh, en la que contendieron las fuerzas del Imperio Nuevo de Egipto —gobernado por Ramsés II— y el Imperio hitita —gobernado por Muwatalli II—, cerca de la antigua ciudad de Qadesh, en el valle del río Orontes, en tierras sirias próximas a la frontera con el Líbano. La batalla fue en 1274 a.C,, según la cronología egipcia.

 

La de Qadesh es la batalla mejor documentada de la Antigüedad. Esto como resultado de las múltiples inscripciones que se conservan. Por largos siglos fue tenida como una de las mayores hazañas de Ramsés II, a juzgar por el «Poema de Pentaur», en el que se narra que, estando los hititas a punto de derrotar a los egipcios, Ramsés II, casi en solitario, pero invocando al dios Amón —«¡Yo, te invoco, oh, padre mío!»—, mientras «sus soldados y séquito le miraban desde lejos», logra batirse airosamente e insuflarle valor a sus vacilantes guerreros como para vencer. El poema fue escrito por el escriba Pentaour por encargo del mismo Ramsés II, y puede quedar para la historia como una de las primeras muestras de propaganda política. Ramsés, por su parte, puede ser visto como un político adelantado a su tiempo, que en fecha tan remota urdió habilidosamente la forma de endosarse un éxito que  no había sido ganado. Esto, por cuanto las más recientes investigaciones ponen en duda el triunfo cantado en el referido poema.

 

La batalla no acabó con los conflictos armados porque egipcios e hititas seguirían siendo enemigos por otros años más. Pero con el tiempo, y tras un proceso de negociaciones, se alcanzaría el «Tratado de Qadesh», convenido en la misma ciudad de la batalla. Dicho tratado —según la mayoría de los egiptólogos— fue celebrado c. 1259 a.C. y suscrito entre el casi eterno Ramsés II y el hitita Hattusili III, hermano de Muwatalli II, el rey que estuvo en batalla. Este es el primer texto histórico que documenta un tratado de paz que es, a su vez, de alianza y un convenio de extradición. Para algunos es el «más antiguo del mundo». Algo no establecido. Pero, sí, en todo caso, es el más antiguo de los tratados conocidos en el Medio Oriente, lugar de muchas guerras. A este tratado se le reconoce su vigencia, pese a haber desaparecido, hace ya mucho tiempo, el imperio hitita. Una copia del acuerdo adorna las paredes de la sede de la ONU en Nueva York.

 

En la paz y gozando del esplendor económico aparecerá el Ramsés II constructor. Palacios y templos serán parte de su obra. Así como estatuas, colosales, con sus correspondientes inscripciones en las que se despliega el relato del gran guerrero vencedor de los hititas bajo la guía de Amón. Que, por cierto, no es precisamente lo que se aprecia en el Tratado de Qadesh, pues ahí se dice que Ramsés renuncia a la población de Qadesh y a todas las tierras circundantes, como partes de Hatti, el Imperio hitita. En la prosperidad hubo también desarrollo de las letras y las ciencias. Del ejército desplazaría a los generales para poner en su lugar a sus hijos guerreros; y lo someterá a importantes cambios para mejorar su capacidad de combate. También creó cuerpos de élite con mercenarios extranjeros, guerreros libios, nubios, shardanas (pueblos del Mediterráneo oriental), que eran leales a la persona del faraón. Se dice que Ramsés II llegó a tener un ejército de más de cien mil hombres.

 

Lo cierto es que pudo gobernar durante 66 o 67 años, lo que constituye algo excepcional y que abona a su favor en vista de la estabilidad alcanzada. A partir de él, sus sucesores no lo tendrían tan fácil. A su muerte en 1213 a.C. fue enterrado en el Valle de los Reyes. Su cuerpo fue más tarde trasladado a un depósito real donde fue descubierto en 1881, para ser luego llevado al Museo Egipcio de El Cairo. Su momia ha sido conservada celosamente con los mayores cuidados. En 1976 d.C. la momia de Ramsés II fue llevada a Francia para ser “saneada”, por lo que fue sometida a un minucioso estudio y proceso de restauración que duraría ocho meses. En el viaje de salida hacia París y en el de su regreso a Egipto le fueron rendidos, en las dos capitales, los honores correspondientes al que fue por un largo tiempo jefe de Estado de una gran potencia de la Antigüedad.

 

Profesor titular (J) de la Universidad de Carabobo, doctor en historia.