Por D. P.
Juan
Gonzalez, un colombiano que trabajó en la administración del expresidente
Barack Obama, será uno de los asesores más cercanos sobre asuntos
latinoamericanos en el gobierno de Joe Biden.
Gonzalez se desempeñará como consejero de temas de América Latina en el Consejo de Seguridad Nacional, cuya tarea es asesorar al presidente en temas de política de seguridad y asuntos exteriores y coordinar esas políticas en las diferentes agencias del gobierno.
El anuncio fue efectuado el viernes por el gobierno
de transición del presidente electo Biden.
González tendrá la responsabilidad de asesor al
presidente estadounidense sobre lo que ocurre en el hemisferio occidental, por
lo tanto, deberá lidiar con la crisis política de Venezuela.
Pero ¿cuál ha sido la posición de Juan González sobre la crisis en Venezuela?: Aquí compartimos parte de su entrevista con BBC MUNDO en el pasado mes agosto de 2020, donde afirmó que la administración de Biden apoyará las fuerzas democráticas para conseguir una elección limpia y justa para empoderar a los venezolanos.
«Pero una elección no va a resolver los problemas
del país, es un esfuerzo generacional de invertir en instituciones
democráticas, apoyar la recuperación económica del país y eso va a tomar
décadas y décadas de apoyo para que vuelva a ser un país mucho más pluralista
de lo que era cuando llegó Hugo Chávez al poder», expresó.
Aquí
la entrevista:
¿Quién
ha ganado y perdido en tres años y medio de política del gobierno de Trump
hacia Venezuela?
El gran perdedor ha sido el pueblo venezolano y el
cubano. La política hacia toda la región, pero específicamente hacia Venezuela
y Cuba, de la administración Trump se tiene que ver desde la perspectiva del
sur de Florida y todo está enfocado para la reelección del presidente sin
consideración en avances por la democracia en ambos países.
Habla muy duro sobre Venezuela, anuncia sanciones
con mucha prensa pero hay una falta de estrategia coherente respecto a esos dos
países. Las sanciones unilaterales no funcionan, eso ha sido comprobado, y esta
administración demuestra que ha vacilado, cambiado, está totalmente
desorganizada en cuanto a la política de estos dos países.
Han pasado tres años y medio y Nicolás Maduro está
ahí. Y no sólo eso. Esa política le ha fallado a los venezolanos en Estados
Unidos. Hay más de 8.000 cubanos y más de 2.000 venezolanos que están en México
esperando recibir consideración de asilo.
La política hacia estos dos países se contradice
con la política migratoria, que castiga a estos individuos, ataca al sistema de
asilo, donde los venezolanos son el número de peticiones más grande.
¿Quién
es el ganador?
La política extrema de parte de quienes quieren
mantener un status quo que no ha funcionado para promover la democracia en Cuba
en los últimos 50 años.
La situación demográfica de Florida va en una
dirección que no favorece a los republicanos y están viendo que la diáspora
cubana tiende más a los demócratas, por lo que es una estrategia de los
republicanos que necesitan expandir su base de apoyo electoral tratando de
cubanizar la política hacia Venezuela.
¿Maduro
está más fuerte ahora?
Definitivamente sí.
Ha usado que Estados Unidos está completamente
distraído por la epidemia del coronavirus. El tiempo es algo que favorece a los
dictadores en todo el mundo y él ha usado este tiempo y la falta de atención
continua y de estrategia coherente por parte de esta administración para ir
tras Guaidó, la oposición, el nombramiento del CNE (Consejo Nacional
Electoral), quitar la legitimidad de la Asamblea Nacional antes de las
elecciones de fin de año.
Eso le ha favorecido mucho a Maduro. No ha perdido
fuerza en su gobierno.
Con otra administración, con objetivos basados en
los intereses de Estados Unidos y por la democracia en estos países, con una
política mucho más coherente y sostenida, no sólo basada en sanciones,
estaríamos en otro lugar hoy día.
¿Cuál
es el principal error en la estrategia, según su opinión?
Hay tres: el primero, el error de que las sanciones
son una estrategia. Dos: Venezuela no está en las conversaciones que este
gobierno está teniendo con China o Rusia. Estoy convencido de que cuando Trump
habla con Xi Jinping (presidente de China) Venezuela nunca es parte de esta
conversación.
Y tres, la contradicción de esta administración en
temas de democracia porque abraza a individuos corruptos en la región y se
alinea con líderes antidemocráticos como Vladimir Putin, Kim Jong-un, Xi
Jinping…
¿Tiene
este gobierno un interés real en Venezuela?
La política hacia Venezuela y Cuba está definida
por fines electorales en el sur de la Florida.
Solo se enfoca en Venezuela cuando se lo pide
Mauricio Claver-Carone (del Consejo de Seguridad Nacional, muy duro hacia Cuba
y Venezuela) en la Casa Blanca o el sur de la Florida.
El presidente no tiene ningún interés. Cuando un
presidente da importancia a un tema se mantiene involucrado, es una prioridad
en su diplomacia internacional. Aquí no hay nada que demuestre que le importe
otra cosa que no sea su reelección.
¿Son
tan importantes Venezuela y Cuba como para decidir al ganador en Florida en
noviembre?
A la base de apoyo en el Partido Republicano los
motiva a salir a votar. A la diáspora venezolana o cubana le interesa saber que
al presidente le importan estos temas, pero para ellos es más importante que el
presidente tenga un plan para el país.
En 2008 y 2012 votaron por Barack Obama porque
tenía una visión de los Estados Unidos. Y Biden está por delante ahora (en las
encuestas).
En 2015 Obama firmó un decreto que declaraba a
Venezuela amenaza para la seguridad nacional y establecía las primeras
sanciones. ¿No fue ése el inicio de la escalada entre ambos países?
En la Casa Blanca nuestra perspectiva era que
Maduro le iba a echar la culpa a los Estados Unidos hasta cuando se le
desamarraran los zapatos para distraer de la situación del país.
Cuando salió la orden ejecutiva en 2015 fue el
vicepresidente Biden el que incluyó herramientas para que el Departamento de
Justicia fuera tras individuos corruptos y culpables de violaciones de derechos
humanos. El cálculo era ir por individuos.
El problema con las sanciones hoy es que son una
herramienta con falta de una estrategia más amplia. Para que las sanciones
funcionen tienen que ser parte de un sistema más amplio y global para tener
impacto.
Esa
orden ejecutiva contra Venezuela coincidió con el deshielo de las relaciones
con Cuba. ¿No hubo una contradicción?
No creo que hubiera contradicción. Lo que pensaban
Obama y Biden es que tener relaciones diplomáticas con un país como Cuba no era
un regalo para el régimen cubano, sino un acto subversivo para apoyar a los
cubanos como protagonistas de su propio futuro. La normalización estaba basada
en intereses unilaterales de Estados Unidos en varios sectores, como combatir
el narcotráfico.
En las conversaciones con Cuba se hablaba de
promover una salida a la crisis en Venezuela. Mientras que para nosotros la
estabilidad requería una salida democrática, para Cuba era mantener a Maduro en
el poder y no sólo ha sido malo para Venezuela, sino para Cuba y el Caribe, por
lo que su cálculo estuvo equivocado.
¿Qué
papel debe jugar Cuba en la solución a la crisis de Venezuela?
Cuba tiene una gran responsabilidad. No es la
única. China y Rusia también juegan un papel bastante importante. Por eso
tenemos que hablar con Cuba. Cortar las vías de comunicación y cerrarle la
puerta limita la posibilidad de promover un futuro democrático para el pueblo
venezolano.
En cualquier futura conversación del gobierno de
Estados Unidos con Cuba, Venezuela será una parte central.
¿Entonces
las políticas de Estados Unidos hacia Venezuela y Cuba deben ir juntas?
Los más de 50 países que apoyan a Guaidó buscan un
futuro democrático en el que los venezolanos y no los Estados Unidos decidan su
futuro. No Cuba ni Rusia ni China. Si Cuba alinea sus intereses con los de la
comunidad internacional, ese es un espacio donde los Estados Unidos pueden
cooperar.
¿Qué
cambiaría un gobierno de Biden, si coincide con Trump en el rechazo a Maduro y
el apoyo a Guaidó?
La destreza diplomática de Juan Guaidó es que ha
sido el campeón del bipartidismo de la política de Estados Unidos hacia
Venezuela.
La diplomacia de Biden hacia Venezuela estará
basada en los intereses de Estados Unidos y el futuro democrático de Venezuela.
Eso quiere decir en detalle que cuando llegue a la
Casa Blanca dará TPS (estatus migratorio de protección especial) a los
venezolanos; apoyará una estrategia más amplia hacia la situación humanitaria
con sus vecinos, que es un tema regional. Colombia, por ejemplo, está sufriendo
por el flujo migratorio de los venezolanos.
Y número tres, él ha dicho que se asegurará que
quienes apoyen al régimen o roben no encuentren descanso. Los van a buscar y
van a recuperar cada peso robado del pueblo venezolano.
Por último, la diplomacia de Biden será en
coordinación con la comunidad internacional y más amplia para presionar al
régimen y apoyar la reconstrucción del país.
En
2015 Maduro se vio con Biden y poco después acusó directamente al entonces
vicepresidente de estar detrás de los planes para derrocarlo…
Yo estuve allí cuando se encontraron (en Brasil).
Maduro quiso buscar un diálogo de alto nivel con la Casa Blanca.
Biden le respondió: ‘Si quiere un diálogo, suelte a
los presos políticos, participe en un diálogo real y deberá tomar decisiones
difíciles para prever un colapso económico del país. Hasta entonces no tiene
que hablar con nosotros, sino con su propio pueblo’.
Después, Biden se reunió con Lilian Tintori (esposa
del líder opositor venezolano Leopoldo López) y fortaleció las sanciones,
Maduro lo acusó de tratar de organizar un golpe de Estado que obviamente no
estábamos tratando de hacer.
Con
lo que está pasando Estados Unidos, ¿sería Venezuela un tema importante de la
política exterior de un eventual presidente Biden?
La primera función del presidente Biden será
combatir el coronavirus en Estados Unidos y restaurar la economía del país.
Mientras que la administración Trump tiene una
política de Guerra Fría (en América Latina) por enfocarse en tres países, Cuba,
Venezuela y Nicaragua. Biden reconoce que la prosperidad y seguridad de Estados
Unidos están alineadas con las de la región.
¿Retiraría
Biden las sanciones a la economía de Venezuela?
Yo no sé. Mi opinión es que hay ciertas sanciones
que son buenas y otras que no avanzan nuestros intereses.
Hay que impulsar sanciones inteligentes y
coordinadas con otros países para darle a Maduro dos caminos: si toma medidas y
demuestra que sigue un camino democrático, eso abre otras opciones; si sigue la
radicalización y el ataque en contra de las instituciones que aún existen, es
un camino de aumento de presión por parte de la administración Biden.
En
enero de 2021 Biden podría juramentarse y encontrarse con que Guaidó ya no es
presidente de la Asamblea Nacional, que se renovará en diciembre en unas
elecciones en las que la oposición mayoritaria liderada por Guaidó ya ha dicho
que no participará. ¿Será entonces difícil argumentar que es el presidente
interino?
Es una de mis grandes preocupaciones. Cuando Trump
pierda en noviembre, uno no sabe qué hará hasta enero.
No va de repente a pensar en Venezuela, en cómo
formar una estrategia más coherente sobre Venezuela y ese va a ser un periodo
clave para el futuro del país.
El CNE (Consejo Nacional Electoral) es leal a
Maduro y no va a apoyar elecciones democráticas. Maduro puede argumentar que la
oposición ha perdido la Asamblea pero en realidad lo que ha hecho es robarse
una elección como en 2018 y eso lleva a más confrontación con Estados Unidos.
Sería un error que Maduro cierre la puerta aún más.
¿Cómo
imagina el fin de la crisis de Venezuela, que se alarga y se agrava con los
años?
Con el camino de Trump hacia Venezuela estaremos
teniendo la misma conversación en 50 años, igual que con Cuba.
Con Biden no llegaría el cambio de un día para el
otro. Se tienen que apoyar las fuerzas democráticas para conseguir una elección
limpia y justa para empoderar a los venezolanos.
Pero una elección no va a resolver los problemas
del país, es un esfuerzo generacional de invertir en instituciones
democráticas, apoyar la recuperación económica del país y eso va a tomar
décadas y décadas de apoyo para que vuelva a ser un país mucho más pluralista
de lo que era cuando llegó Hugo Chávez al poder.
Tomado de Miami Diario / USA