Ingenio se desvió de su trayectoria por unos «cables mal
conectados», pero abre la puerta a un contrato de casi 400 millones de euros
JOSÉ A. GONZÁLEZ
Ocho minutos. Ese fue el tiempo que duró la misión
del primer satélite cien por cien 'made in Spain'. Un corto viaje que
tenía que durar más de diez años alrededor de la Tierra. ArianeSpace, la
empresa francesa propietaria del cohete Vega que transportaba el satélite
español, aseguró que el «fallo no se debe a un mal diseño de la nave,
sino a una serie de errores humanos» que provocaron el desvío de la
trayectoria marcada para Ingenio.
La compañía, que presentó sus más profundas disculpas, detalló que, según los datos de su investigación preliminar junto con la Agencia Espacial Europea (ESA), hubo un fallo en la conexión de los cables en el sistema de control durante la etapa de «producción». Unos 480 segundos de un fugaz viaje que dieron al traste con 200 millones de euros, más de 500.000 horas de trabajo y doce años de preparación. Ahora, Ingenio, quizá, vigila las profundidades del Atlántico o, quizá, se desintegró en el aire. ArianeSpace no pudo concretar dónde se encuentra.
Financiado por el Estado, a través del Centro para el
Desarrollo Tecnológico Industrial (CDTI), el SEOSAT Ingenio equipaba una
avanzada cámara dual que podía tomar imágenes de la superficie terrestre con
una resolución de 2,5 metros, «es decir, era capaz de distinguir una moneda de
un euro a 10 kilómetros de distancia», apunta Alfonso Martínez, responsable
de ingeniería de sistemas en Airbus Defence and Space España.
La aventura ha involucrado a toda la industria aeroespacial
española. El sistema óptico, por ejemplo, fue desarrollado por Sener, una firma
vizcaína, cuya tecnología es «capaz de fotografiar toda la península ibérica en
dos meses».
A razón de 600 imágenes diarias, estos ojos
vascos estaban listos para ayudar en la vigilancia del uso del suelo, el
desarrollo urbano o la gestión del agua.
Para alcanzar esa visión privilegiada, el satélite
tenía que situarse a algo más de 670 kilómetros de la superficie terrestre. Así
podía escudriñar todo lo que acontecía sobre la península ibérica, aunque su
diseño le permitía alcanzar cualquier zona del planeta en «un plazo de tres
días».
Más que un satélite
Si los ojos eran vascos, pero su brújula mezclaba tecnología
catalana y andaluza. Los ingenieros de la Universidad de Sevilla y de
la Universidad Politécnica de Cataluña (UPC) trabajaron codo con codo
durante más de una década para desarrollar un particular sistema GPS equipado
con un sensor solar que era el encargado de orientar el satélite hacia el astro
rey.
Tanto desde la Agencia Espacial Europea como desde el
Gobierno Español se esperaba que Ingenio resultara útil para elaborar
mapas de los lugares que sufren desastres naturales como inundaciones,
incendios forestales y terremotos, y así poder ofrecer a las
autoridades y equipos de rescate información actualizada. La información iba a
estar a disposición de usuarios civiles, institucionales y gubernamentales de
España, aunque también hubiera podido ser utilizada por otros usuarios europeos
en el marco del programa Copernicus de la Unión Europea del Sistema Mundial de
Sistemas de Observación de la Tierra (GEOSS).
«Ni hablar de fracaso»
«Estamos apenados por lo ocurrido», aseguran fuentes de la
misión a este periódico. No obstante, la industria aeroespacial española es
optimista, ya que el «satélite fue entregado en perfecto estado de
revista y funcionamiento y, como tal, ya ha demostrado lo que se
perseguía».
El fin, recuerdan, era «no tener que depender de tecnología
extranjera en proyectos espaciales». A pesar de no llegar a su destino
final, la misión española no quiere ni oír hablar de fracaso. «El
objetivo prioritario se ha cumplido, ya que esta capacitación y excelencia de
la industria española ha generado un nuevo contrato, firmado el pasado viernes,
antes incluso del lanzamiento», comentan desde la misión en Kourou (Guayana
Francesa).
Este nuevo encargo de la ESA permitirá a la industria
aeroespacial española desquitarse con el desarrollo del primer programa de
observación de la Tierra con Copernicus, que se construirá en España. El
contrato está valorado en 380 millones de euros.
Con información de Las Provincias / España.