Por
Nicmer Evans
La mitificación del chavismo durante todo el proceso de su
génesis y en especial en su apogeo ante el control del poder, ha generado una
especie de manto inquebrantable de solidez, unión, condición monolítica y
doctrinaria, similar a la de ejércitos pretorianos, y estructuras religiosas
fanáticas.
La verdad es que muchos de los que estuvimos ahí, venimos huyendo de la intolerancia a la crítica, de la sumisión ante estructuras absolutamente verticalizadas y sometidas al personalismo más infame que pueda existir, tanto en un sector político como en un partido. El stalinismo del PSUV superó hace mucho tiempo al stalinismo de partidos autodefinidos así, y cuyas prácticas van contra el respeto y la dignidad de la individualidad y el libre albedrío.
Sin embargo, a pesar de que muchos huimos de esta vulgar
estructura, algunos bajo el adoctrinamiento ideológico o el interés económico,
se mantienen en esas estructuras que se siguen autodefiniendo chavistas,
producto de la idolatría fanática, pero que en realidad responden al madurismo más
recalcitrante.
El madurismo, a diferencia del chavismo, no suma, resta, cosa
en la que ha sido sumamente exitoso, pero a los que se quedan los extorsiona,
los enajena, los expropia de sus almas, y a cambio les ofrece migajas de la
dependencia.
Esta forma de hacer política, te permite tener en Venezuela
hasta un 10% de la población, y te permite cazar a un 5% de incautos por
rebote, ya que todo esto se hace desde el poder.
Pero, en los últimos dos años, sectores que habían asumido su
sumisión ante esta dominación han empezado a reaccionar, ya que si no se
exponen a desaparecer. Hablo la Alternativa Popular Revolucionaria (APR),
PCV, y de los expropiados Tupamaros y PPT, y antes de Redes, sin dejar de lado
desprendimientos más simbólicos y mucho menos sumisos, que advirtieron algunos
de manera más anticipada que otros, la irreversibilidad de ese desastre, casos
como el de Rodríguez Torres, los exministros Giordani, Navarro, Osorio, y aún más
atrás, mi propia salida ya hace 7 años.
Tomado de Punto de Corte / Caracas