Por Enrique Ochoa Antich / Opinión
Poco importa a estas alturas saber si la causa de la destrucción de nuestras fuerzas productivas (incluyendo la industria petrolera), que es la razón última de nuestra tragedia social, viene dada por las equivocadas políticas económicas estatistas y populistas de más de 20 años, o por las ilegales y repudiables sanciones gringas contra Venezuela, o si por todas ellas a la vez; lo que sí importa es detener este desbarrancadero antes de que la nación misma termine por disolverse en nuestras manos.
El liderazgo nacional: político, militar, económico, social,
cultural, debe hacerse una pregunta decisiva: ¿cómo quiere ser
recordado por la posteridad: como el que ahondó la ruina nacional hasta
extremos que pueden ser aún mayores que los actuales o como el que tuvo la
lucidez de empinarse sobre sí mismo, imponer una tregua a la confrontación
fratricida, y torcerle el rumbo a nuestra historia en dirección a la democracia
plena y la prosperidad de todos?
Hoy, aquí y ahora, Maduro y Capriles tienen en sus
manos una porción determinante de las piezas en juego, en esta partida de
ajedrez que jugamos frente al destino. Me dirijo a ellos dos, y a sus
respectivos seguidores, y también a la MDN, con la angustia de un ciudadano que
ve impotente cómo la patria de sus ancestros y heredad de sus hijos, se ha
convertido en un estercolero de desgracias.
La ruta que la mayoría de venezolanos escogió para impulsar
los cambios que el país necesita, es la democrática, esto es: voto, siempre;
diálogo y negociación, siempre; respeto a la Constitución, incluso para
cambiarla; protesta social pacífica; economía social de mercado; y defensa de
la soberanía. Es la senda que con lucidez supo desbrozar la llamada Mesa
Nacional de Diálogo.
Se requiere de un gran acuerdo nacional.
Esto es primeramente válido para enfrentar juntos al
covid-19. La reciente alerta de la Academia de Ciencias Físicas y
Matemáticas, comprobada en septiembre la veracidad de su predicción de mayo,
constituye o debe constituir una campanada de alerta para todos. Nunca como
ahora, adquiere relevancia la propuesta que hemos formulado de ampliación
del Consejo de Estado a toda la pluralidad política, civil y social del país,
como órgano que conduzca la gestión contra la pandemia (1). Para
que tengamos una exacta dimensión de la tragedia que se avecina, la CEPAL-ONU
acaba de pronosticar para América Latina una caída del PIB del 9 %. Por encima
de ese promedio están Brasil y Argentina con 10 %, Perú con 13 %, y... Venezuela
con una caída del PIB de ¡26 %!
Los cambios urgentes que por esta ruta democrática deben ser
llevados a cabo, son entre otros:
• Abatir la inflación, para lo cual se requiere
de un Pacto Social de recuperación del salario real de los trabajadores (2).
• Reactivación de nuestras fuerzas productivas y
crecimiento del empleo, para lo que se requiere de un audaz
Programa de Reprivatizaciones de las más de 3.000 empresas en mala
hora estatizadas y que fueron convertidas en un desaguadero de los dineros
públicos, quizá a través de formas cogestionarias de producción que conviertan
a sus empleados-trabajadores de hoy en trabajadores-accionistas de mañana (3).
• Acometer una gran negociación internacional con
nuestro petróleo, con el capital privado nacional y trasnacional, sometida
a debate ciudadano y a referendo popular, que nos permita obtener con
rapidez los centenares de miles de millones de dólares que necesitamos para
salir del atolladero en que nos encontramos: para asegurar la paz social
mediante programas de atención a los más desvalidos; para reconstruir
nuestros destrozados servicios públicos, colocando en su gerencia a los
mejores, sin distingos políticos; para activar con audacia una
privilegiada orientación exportadora de todo cuanto la sociedad venezolana sea
capaz de producir por cuenta propia dadas sus ventajas comparativas y
competitivas.
• Auditar y renegociar la deuda pública externa,
de modo de ayudar así a sanear nuestras cuentas fiscales y acudir a los
mercados financieros internacionales por dinero fresco, en términos acordes con
el interés nacional.
Nada de esto es posible lograrlo con una nación
fracturada. Un reino dividido no prevalecerá, nos dijo Jesús de
Nazaret. Tengamos el coraje de unirnos, más allá de nuestras diferencias. Lo
hicimos para lograr nuestra independencia cuando en Bolívar y Páez se unieron
los aristócratas de Caracas y los plebeyos del llano. Lo hicimos para lograr la
democracia cuando unidos en una Junta Patriótica, los principales partidos
nacionales juntaron sus fuerzas para derrocar la última dictadura militar del
siglo XX. Hagámoslo ahora, construyamos la Tercera Unidad, para
emprender el desarrollo con bienestar y justicia social.
Estoy seguro de que la mayoría de venezolanos de
bien, los que están situados en el centro democrático, aislando a los dos
extremos, el perpetuacionista en la ultra-izquierda y el invasionista en la
ultra-derecha, verían con entusiasmo que Maduro y Capriles y quienes los
siguen, y los partidos de la MDN, se sienten a negociar desde ya un Pacto de
Estado para la conformación de un gobierno de emergencia y unidad nacional.
Eso podría hacerse explorando iniciativas como éstas:
• Someter a elección popular, con arreglo a nuestra
Constitución, los órganos del Poder Ciudadano: el Fiscal, el Contralor y el
Defensor del Pueblo, y presentar candidatos comunes para tales cargos
(4).
• Designación por la nueva AN, cumpliendo
escrupulosamente lo que manda la Constitución, de un nuevo Tribunal Supremo de
Justicia y de un nuevo Consejo Nacional Electoral.
• Integración, mediante reforma puntual de la
Constitución, de un gobierno de emergencia y unidad nacional de cuatro años,
incluso con participación de Maduro y Capriles si fuese el caso, hasta las
elecciones presidenciales de 2024 (5 y 6), año en que unas nuevas
elecciones re-inauguren entre nosotros un tiempo nuevo de alternancia republicana
y de nuevo consenso político.
• Recolocación de Venezuela en el concierto de
naciones, abriéndonos sin complejos a relaciones diplomáticas y comerciales con
todas, EEUU y China, Rusia y las de Europa, cuyos mercados serán indispensables
para crear la riqueza que requerimos para financiar la Venezuela de progreso y
bienestar que queremos.
Puede parecer un sueño. Pero es un sueño posible, si hay la
voluntad política para hacerlo realidad. El liderazgo político, civil y social
de esta Venezuela nuestra, tan maltratada y traicionada, tiene la palabra.
(1) Ochoa Antich criticó a Maduro que el Consejo de
Estado lo integraran sólo sus personeros https://talcualdigital.com/enrique-ochoa-antich-critico-a-maduro-poca-pluralidad-del-consejo-de-estado/
(2) Ochoa Antich propone un pacto social para la recuperación
del salario https://contrapunto.com/economia/laboral/ochoa-antich-propone-un-pacto-social-para-la-recuperacion-del-salario/ a
través de @Contrapunto.com
(3) https://www.aporrea.org/economia/a291972.html
(4) Ochoa Antich propone que el Defensor del Pueblo sea
elegido por el voto popular https://contrapunto.com/nacional/ochoa-antich-propone-que-el-defensor-publico-sea-elegido-de-manera-popular/ a
través de @Contrapunto.com
(5) La vía polaca para salir de la crisis venezolana, por
Enrique Ochoa Antich https://talcualdigital.com/la-via-polaca-para-salir-de-la-crisis-venezolana-por-enrique-ochoa-antich/
(6) Reforma constitucional, que la AN designe un
vicepresidente y gobierno de unidad por 3 años: la propuesta de Ochoa
Antich https://contrapunto.com/nacional/politica/reforma-constitucional-que-la-an-designe-un-vicepresidente-y-gobierno-de-unidad-por-3-anos-la-propuesta-de-ochoa-antich/ a
través de @Contrapunto.com
