El poeta Simplicio S. Valdivieso, según le contó
recientemente a Entre Todos Digital, nació en un poblado de la costa carabobeña
“a mediados del siglo pasado”, sin dar más detalles. Ha vivido en Caracas por muchos años del
ejercicio de su profesión de abogado “para sostener con decoro una vida medio
bohemia”; aunque tiene planteado regresar pronto a vivir en Carabobo, “porque
nunca me fui del todo”. Se confiesa fanático del Magallanes “a morir”.
Parte de su obra ha sido publicada en medios de comunicación,
tanto impresos como digitales, – ETD ya ha publicado algunos – y tiene 2 libros
por editar. En esta ocasión nos envió a nuestra redacción 5 poemas inéditos
“para que escojan 3”, pero decidimos publicarlos todos. Ahí van.
Uno
La conozco bien
Conozco a una mujer que desciende de los vencejos.
Una mujer que voló
- como el ave migratoria que es -
del norte del sur al sur del norte y nadie sabe hasta cuándo.
La conozco bien.
Huye de los nidos,
atesora mil kilómetros
de dudas
y , con ellas, revolotea a mí alrededor sin saber qué hacer.
- Ni yo tampoco -
La conozco bien.
Me dejó centenares de heridas cargadas de secretos
y sembradas de árboles de ortiga.
Conozco a una mujer
que cada 15 días – como un ritual- toma
vacaciones
para escapar, desde
lejos, de mí.
La conozco bien.
Desciende de los vencejos y
es de temer, pero
tiene su encanto.
-----------------------------------------------------
Dos
ESA CAMA
Esa cama era un desierto,
sin beduinos,
sin estrellas,
sin cabras, ni camellos,
sin siroco y sin arena.
Antiguo escenario de victorias por gotas,
ahora es el territorio del desespero,
el resumen de la nada.
Un golpe bajo.
Esa cama era como obligar al poeta Faver Páez
a vivir en la tundra sin su amada María.
Era un espacio ajeno, ¿siempre lo fue?,
un cementerio de fantasías lunáticas,
un regateo perenne …
Esa cama era ya sólo 4 tablas y un colchón
relleno de demonios
bajo una manta oscura,
a donde ya no me siento invitado.
--------------------------------------------
Tres
Silencio
A veces el silencio hurga en tu
interior,
rompe y remienda,
arruga y estira,
revuelve y ordena.
A veces el silencio da paso a una
nueva vida,
es un corte limpio, sin hilachas,
sanador …
Que cauteriza.
A veces el silencio es un rio
que te inunda
pero no te ahoga,
te embriaga
pero te consuela.
A veces construye senderos,
abre causes,
amaina las derrotas.
Solo a veces.
-------------------------------------------------------
Cuatro
Una historia común y corriente
Esta historia, como otras, esta pavimentada
de luces y sombras.
Por un lado,
es como una jauría de peces carnívoros.
Y por el otro,
como una cama desordenada y dulce.
Es un vendaval que no se apaga,
y un relámpago
asustado, a la vez.
Esta historia, como otras, es nostálgica siempre.
Por un lado,
es una herida colonizada
por colibríes.
Y por el otro,
una imagen que se borra y reaparece.
En ella se pierde la cabeza
y se recupera la razón, cada día.
Fiesta y luto, a la vez.
Así de común y corriente es- o fue - esta historia.
--------------------------------------------------------
Cinco
Él y ella en un sucio terminal de pasajeros
Él está allí, con una herida
que lo corta por la mitad,
en medio de miles de viajeros
que saben a dónde van .
Está paralizado, sin aliento,
como perdido,
sin saber a dónde ir.
Ella estaba allí, con el corazón
forrado de pringamoza,
pragmática, fría, desafiante,
con un raro rostro gris
- ¿De concreto armado? -
Y con un “hasta nunca” rotulado en
su frente.
Era una despedida.
Un punto final.
Él no lo sabía, ella sí.
Ni el derecho al adiós le concedió…
Ella solo estaría ahí por instante
más,
para redondear su faena.
Había concluido una larga guerra.
Todo ocurrió en un sucio terminal de pasajeros
Y en medio de miles de viajeros
que nada vieron.
¿Terminara ella siendo una anciana
arrepentida?
Él no lo verá,
está partido por la mitad.
----------------------------------------------
