Por José
Gregorio Medina / Opinión
La mujer ha
sido a lo largo de la historia motivo de polémica, y controversia tanto por
motivos pasionales y sentimentales debido a todo en vendaval de sensaciones que
suele provocar en el sexo opuesto, desde que la inocente Eva se dejó persuadir
por la serpiente, es mucha el agua que ha pasado por el puente desbocado de la
virilidad masculina, sino preguntémosle a Sansón y su experiencia con Dalila y
su corte de cabello que la postre lo llevaría a la tumba junto con el pueblo
filisteo.
Todo un sinfín de historias plagadas a veces de inverosimilitud adornan, el desarrollo histórico de los encantos femeninos y el mágico hechizo que pueden provocar, guerra y muerte como lo fue helena para todo el pueblo troyano.
Lo cierto es
que el encanto femenino ha sido y seguirá siendo una referencia que no se
altera con el pasar de los años solo recoge más argumentos y se perfecciona con
el pasar de los tiempos, por lo que la a veces perdida de lozanía en
algunas féminas, no debe verse o interpretarse como dejadez o declive,
todo lo contrario, la mujer es y seguirá siendo en el transcurrir del
tiempo una especie de bujía en el motor de la sociedad. Tanto por su belleza como
por el misterioso encanto que de ella brota al pasar de las 4 décadas.
Es que la
mujer y todo el cataclismo que puede provocar con una mirada, no es en muchos
casos predecible, ni evitable, pero de seguro el destino y sus agentes pueden
intervenir y retrasar sus efectos, pero no impedir que su delicioso encanto se
derrame como la miel sobre el panal de nuestras vidas.