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Elis Mercado Matute
Orlando Arciniegas nos obsequia
de nuevo un producto intelectual de primera. No es el primero pues ya otros lo
han precedido. Al que nos referimos es el que ha titulado Nada más que Historias, del que el autor deja saber que es, ante
todo, una obra de divulgación, cosa que por demás no anula su condición de autor
de estilo de obras historiográficas. Orlando, en estos doce temas que dan
contenido a este libro, exhibe una vez más sus cualidades de investigador y
escritor de buenas facturas. O como lo dice el maestro y admirado Luigi
Frassato, su prologuista, quien reconoce a su discípulo Orlando como una autor “que
sabe conjugar admirablemente el rigor del historiador de oficio con la maestría
de un buen narrador”.
Y no es cosa fácil esta empresa
intelectual de Arciniegas, pues combinar ambas esferas del conocimiento, en su
correcta expresión, es una tarea que solo se logra cuando se tiene en las
alforjas del intelecto una buena dosis de conocimiento y una indispensable
disciplina capaz de ordenarlos.
En otras palabras estamos en
presencia de una obra de suyo recomendable porque es una muestra de narrativa
histórica amena, variada y densa. Calificativos estos que la caracterizan plenamente
y que constituyen no un ornamento, sino un infaltable requisito de la buena
labor historiográfica, la de ayer y la de hoy. Las aburridas notas de una
historia exuberante y ditirámbica —de una historiografía
de pastosa lectura—, ya no tienen cabida en la
preferencia de los lectores ávidos de una narrativa que, sin dejar de lado la
densidad, lo esencial, sea atractiva, sea atrayente.
Otro aspecto que no quiero
dejar de señalar es la variedad de los temas trabajados. Diversos pero a cual
más interesante. Sin querer hurtarle nada al lector, refiero por ejemplo los
tres capítulos fuera de serie de la historiografía mexicana. La lucha de Benito
Juárez frente a la injerencia francesa y la presencia de Maximiliano. La
interesante historia del por dos siglos desaparecido cuadro del pintor Vermeer,
llamado La Mona Lisa Holandesa. El
asomo a la trepidante vida de Caravaggio y de su excelsa y sacra pintura. Las
páginas dedicadas a Agualongo, el realista caudillo pastuso que contendió con
Bolívar. La crónica dedicada a mostrar la relación de la cantante mexicana
Chavela Vargas con su musa cubana, el personaje real de su famosa canción la Macorina. El apresamiento y juicio de
Adolf Eichmann, el sórdido y frío asesino nazi. En fin y sin susto… se trata de
historias breves.
De la escritura, densa y
atractiva, de esta obra de Arciniegas deberían tomar nota algunos que andan
clamando por una nueva narrativa en los asuntos históricos de nuestra
actualidad política, y cuyos análisis están plagados de la insoportable levedad
del cortoplacismo, que no es otra cosa que la distorsión por la premura, o
dicho en términos coloquiales: por no ver más allá de sus narices. De esa
visión pequeña del quehacer historiográfico, señalada por Braudel, se aleja
despavorida esta obra de Arciniegas.
Sobra decir, pero no está de más
insistir, que Orlando Arciniegas es un distinguido docente de nuestra
Universidad de Carabobo, con maestría en Ciencias Políticas, doctorado en
Historia y académico correspondiente de la Academia de Historia del estado
Carabobo.
**Exrector de la Universidad de
Carabobo; Presidente del Ateneo de Valencia; miembro de la Academia Nacional de
la Historia y académico numerario de la Academia de la Historia del estado Carabobo.