Rafael G. Curvelo E.* - Opinión
Llegamos a tres semanas de cuarentena, todavía no está claro
cuando termina esta situación. Ya se da como un hecho que el año escolar
finalizará vía online, aun cuando tenemos la peor conexión de internet del
continente.
Hoy en Venezuela se hace menester buscar alternativas, sobre
todo reales, para que millones de ciudadanos no sufran las consecuencias de una
larga cuarentena, así como lo que se espera posterior a la pandemia. Ya la
CEPAL y el FMI pronostican una recesión, mucho más fuerte que la del 2008, como
efecto de la paralización que deja el COVID-19.
Desde hace más de un año, tenemos un conflicto por quien
ejerce la presidencia de la república: por un lado esta Nicolás Maduro, en
funciones desde el 2013, con ejercicio del poder fáctico, luego de la
reelección del 2018 cuestionada por muchos; por el otro esta Juan Guaidó,
presidente de la Asamblea Nacional, autoproclamado presidente encargado desde
el 23 de enero de 2019, con reconocimiento internacional y acceso a recursos
del Estado.
Estas dos figuras se encuentran en puntos de no ceder
espacios, menos buscar algún acercamiento que pudiera ser solo para enfrentar
de forma conjunta la pandemia. Situación que pone en vulnerabilidad a millones
de venezolanos, que dependen del día a día o, en su defecto, de un salario que
hoy supera los dos dólares mensuales. Un número importante de personalidades y
organizaciones han solicitado que se dé un acuerdo que beneficie a la gente;
ese debería ser el norte y la prioridad del liderazgo político. Acordar para
enfrentar juntos el COVID-19, no significa deponer las acciones en contra del
régimen, es postergar la lucha política, pero no estas abandonado al
ciudadano, que está sufriendo las consecuencias de una larga cuarentena.
Que se sienten en una mesa Guaidó y Maduro, no será darle
legalidad o lavarle la cara a quienes han violentado la institucionalidad; pero
si de reconocer quien ostenta un poder fáctico y puede contribuir a que se
permita el ingreso de la ayuda humanitaria. Los recursos que se usen para
enfrentar la pandemia, pueden ser administrados por terceros: ONG, organismos
multilaterales o, como peor escenario, algunas autoridades bajo supervisión de
una comisión parlamentaria.
Estamos en la Semana Santa, una atípica por cierto, en la
cual los creyentes aprovechamos para reflexionar sobre nuestras acciones
pasadas y futuras. Yo espero que nuestro liderazgo político haga un profundo
discernimiento, que los lleve a tener una epifanía sobre el qué hacer y que
beneficie a la gente, esa que debe ser la prioridad para quien ejerce el
servicio de la Política.
*Dirigente nacional de Alternativa 1, la Venezuela que viene.