Hugo Alconada Mon / Tomado de lanacion.com
La escritora contemporánea más leída en lengua castellana
considera que la aparición de la pandemia es una "oportunidad única para
ajustar valores" y dice que la humanidad se encuentra en progreso;
"evolucionamos, no estamos en la Edad Media"
Optimista y práctica, Isabel Allende cree que algo bueno
puede salir de la epidemia que sacude al mundo. Pero anticipa, también, que es
probable que ella no viva para contarlo si se infecta con el virus Covid-19.
"He vivido suficiente", dice. A los 77 años y ante lo que define como
una "situación extrema", la escritora chilena no pierde tiempo,
reformula sus planes y sugiere que replanteemos los nuestros.
"¿Qué mundo deseamos para nuestros hijos y nietos? Creo
que una civilización basada en la codicia, la violencia y la desigualdad es
insostenible. Esta es una oportunidad única de ajustar los valores",
plantea Allende a LA NACION desde su casa en California, Estados Unidos, el
país con más contagios confirmados por el coronavirus, un país que preside su
detestado Donald Trump.
La autora de La casa de los espíritus y decenas de libros más
prefiere, sin embargo, no destinarle más que unas palabras a Trump. Prefiere
poner la epidemia del coronavirus en perspectiva. "En mi larga vida he
visto que la humanidad a veces parece retroceder, pero la curva es de progreso.
Evolucionamos, no estamos en la Edad Media", dice. "Tenemos menos
pobreza, más información, educación, tecnología, salud, expectativa de vida y
conciencia global; podemos avanzar más rápido y mejor. Nuestros sistemas
políticos y económicos han caducado".
En su cuenta de Instagram dejó trazos de su mirada sobre los
efectos, luminosos y oscuros, de la pandemia global. "En esta emergencia
del virus se prueban los países y las personas, sobre todo se prueban los
gobiernos y los sistemas políticos y económicos -escribió el 26 de marzo-. Lo
peor y lo mejor de cada uno de nosotros se manifiesta al desnudo. Mientras en
Italia abren las ventanas para cantar a voz en cuello y darse ánimo, en otras
partes hay quienes acaparan productos esenciales y compran armas".
Ahora, en diálogo con LA NACION quiere martillar sobre ese
punto, con un toque de su estilo. "En situaciones extremas lo mejor y lo
peor de nosotros se manifiesta", remarca. "Este es el tiempo de los
héroes y los villanos".
-¿Se imaginó alguna vez como escritora pasar por lo que
estamos pasando estos días?
-Entre los 15 y 25 años leí mucha ciencia ficción. Al
imaginar el futuro, los autores generalmente describían vida humana en otros
planetas y una distopía de pesadilla en la Tierra. La civilización que
conocemos iba a dar lugar a un planeta destruido y tribus salvajes devorándose
unas a otras, como en La carretera, la pavorosa novela de Cormac McCarthy. Pero
a pesar de esas lecturas nunca imaginé en serio que de repente el mundo iba a
detenerse, como está ocurriendo.
-En otro posteo del 18 de marzo, usted aludió a esta
"remezón mundial" y planteó que "nos da la oportunidad de
reexaminar prioridades tanto individual como colectivamente". ¿Qué
prioridades considera usted que debiéramos reexaminar como sociedad?
-La pregunta que todos debemos hacernos ahora: ¿qué mundo
deseamos para nuestros hijos y nietos? Creo que una civilización basada en la
codicia, la violencia y la desigualdad es insostenible. Esta es una oportunidad
única de ajustar los valores.
-Su comentario me recuerda que al recibir el Premio
Internacional Barcino de Novela Histórica, usted reflexionó sobre el racismo,
la violencia y la pobreza, y planteó que "vivimos tiempos de
oscuridad". ¡Y lo dijo antes de que se desatara esta pandemia! ¿Es
optimista con estos tiempos que vivimos?
-Soy siempre optimista, porque en mi larga vida he visto que
la humanidad a veces parece retroceder, pero la curva es de progreso.
Evolucionamos, no estamos en la Edad Media. No es cierto que todo tiempo pasado
fue mejor. En la actualidad tenemos menos pobreza, más información, educación,
tecnología, salud, expectativa de vida y conciencia global, podemos avanzar más
rápido y mejor. Nuestros sistemas políticos y económicos han caducado.
-Déjeme ir más allá. Mirando hacia adelante, ¿cree que esta
pandemia puede provocar cambios permanentes, sea a nivel de nuestra interacción
social cotidiana o incluso a nivel de las naciones?
-Es una buena oportunidad de hacer cambios positivos, como ha
ocurrido antes, cuando la humanidad ha debido levantarse después de un
cataclismo, como fueron las guerras mundiales, las plagas, las dramáticas
revoluciones y mucho más. Pero también es cierto que tenemos mala memoria y es
posible que esta lección de la pandemia sea fácilmente olvidada. Espero que
esta experiencia colectiva y global nos una más.
-Me imagino que las decisiones que adoptó el presidente
Donald Trump ante el avance del virus no le han caído muy simpáticas.
-Nada de lo que hace Donald Trump me cae bien.
-Habiendo sido usted misma una refugiada y habiendo escrito
tres novelas consecutivas sobre refugiados, ¿teme que esta pandemia pueda
exacerbar sentimientos xenófobos o aislacionistas? ¿O que reforzará la decisión
de trabajar juntos para encontrar soluciones globales?
-No puedo predecir qué irá a ocurrir, pero a menos que haya
un esfuerzo coordinado de los medios de difusión, las autoridades y la gente
buena -¡que es mucha!-, el odio y el miedo pueden exacerbarse. En situaciones
extremas lo mejor y lo peor de nosotros se manifiesta. Este es el tiempo de los
héroes y los villanos.
-Permítame darle un giro a nuestra entrevista. Dada la
epidemia, acaso su agenda se haya modificado o reducido, con viajes
suspendidos, reuniones y conferencias cancelados. ¿Cómo aprovecha su tiempo
"libre"? ¿Escribe aún más? ¿Lee? ¿Qué leyó anoche, por ejemplo?
-Se terminaron las giras de libros, conferencias, festivales
literarios... ¡Qué alivio! Cuando termine la pandemia no volveré a hacer nada
de eso, que me quitaba tiempo y energía. Estoy escribiendo, pero no más que antes,
porque Roger [Cukras], mi tercer marido, está presente todo el día. Nuestra
casa es pequeña, tiene un solo dormitorio, Roger se traga todo el oxígeno y es
desordenado, además tenemos dos perras. Pero hasta ahora nos llevamos muy
bien...
-"La edad, por sí sola, no hace a nadie mejor ni más
sabio, solo acentúa lo que cada uno ha sido siempre", dijo usted alguna
vez. En su caso, con 77 años, ¿qué acentuó? No me diga que sus sueños con
Antonio Banderas.
-Se ha acentuado el sentido de libertad, que siempre tuve. Ha
aumentado mi pasión por las causas que me han sostenido a lo largo de la vida:
la justicia social y el feminismo. En cuanto a mi pasión romántica sigue más o
menos igual, pero ya no por Banderas, sino por Roger. Supongo que nunca fui
miedosa, pero con la edad me he puesto casi valiente. Con decir que esta
pandemia no me ha quitado el sueño para nada. Estoy en la edad más vulnerable y
si me ataca el virus seguro que me despachará rápidamente, pero eso no me
asusta. He vivido suficiente.
Novelas y museos virtuales
-Dado que tanto en la Argentina como en tantos otros países
estamos pasando una temporada obligada en nuestras casas, ¿qué libro o serie o
película recomienda a sus lectores para estos días y noches? ¿Qué lee usted
ahora, por ejemplo?
-Estoy leyendo las novelas que tenía apiladas en mi
escritorio y no había tenido tiempo de ver, casi todas en inglés. Estamos
viendo Masterpiece Theater [por el programa de televisión semanal de antología
dramática], y otras series inglesas estupendas como Elizabeth I, Victoria y
Poldark, entre otras. También hacemos visitas virtuales a museos. Vemos
documentales, obras de teatro y ópera en internet. Pero no todo es frente a una
pantalla, como todavía se puede salir a caminar (recuerde que vivo en California),
sacamos a pasear a las perras dos veces al día, con las precauciones
necesarias.
Feminista y anti-Trump
A los 77 años, Isabel Allende es la escritora viva más leída
del mundo en español, con más de 74 millones de libros vendidos desde que en 1982
publicó su primera novela: La casa de los espíritus
Nacida en Perú en 1942, ciudadana chilena y residente en
Estados Unidos desde 1988, Allende escribió 24 libros, recibió más de 60
premios y 15 doctorados internacionales, y varias de sus obras fueron adaptadas
al cine, teatro y radio
Crítica acérrima Donald Trump, Allende creó en 1996 una
fundación con su nombre que apoya a mujeres y niñas en el mundo.