Los fieles católicos practicantes venezolanos tienen este
Jueves y Viernes Santo una preocupación adicional, pues ven difícil cumplir el
mandato de sustituir las carnes rojas por el pescado.
Las razones van desde el precio, la poca cantidad de
comercios que lo ofrecen y la falta de gasolina para buscar opciones en lugares
más lejanos.
En los principales mercados populares no todos los
puestos tienen pescado, como lo evidenció César Rodríguez.
En el periférico La Isabelica algunos puestos tienen
pescado salado a 600 mil el kilo. Otra opción es el chigüire, que aunque no es
animal del mar está permitido, pero el kilo está en 750 mil bolívares. Un
sueldo básico no permite cubrir ese gasto.
Algunos dirán, pero hace poco hubo muy buena pesca, el
detalle es que no todos viven cerca del mar y transportar esta carga hasta
otras ciudades se ha vuelto complicado por la escasez de gasolina.
Este problema tampoco permite ir a otras ciudades a
comprar pescado más fresco y más económico, como era la costumbre de José
Rodríguez. Ir de Valencia a Puerto Cabello, significaría gastar la gasolina que
le queda y que podría necesitar para otras diligencias.
Aunque en
ninguna parte de la Biblia dice que no se pueda comer carne,
tradicionalmente los cristianos la evitan porque consumirla, o ingerir
productos derivados de animales (leche, huevos, mantequilla, etc.) durante
Semana Santa (e inclusive desde la Cuaresma) equivale ofender a Jesús y su
sacrificio de dar la vida por los creyentes.
No obstante, sabemos que esta es una Semana Santa
atípica, las misas y las procesiones se pueden ver por las redes y no está
catalogado por la iglesia como una mala acción el no ir a la iglesia en estos
días de cuarentena por la pandemia Covid-19, pero nada se dijo sobre otras
tradiciones como sustituir las carnes rojas por el pescado. Sin embargo la
misma situación podría hacer que se sea más flexible al respecto.