Miguel Ángel Paz
Sobre el escándaloso
caso judicial registrado los últimos días en nuestro estado,
dolorosamente con trascendencia nacional, por la alta jerarquía del
denunciante, sería una irresoonsabilidad de mi parte, emitir un juicio de
valor. A primera vista pareciese un pase de factura entre siniestros personajes
de la política combinados con mercaderes de la administración de justicia
Lo que si puedo
afirmar, porque desde hace más de las últimas cuatro décadas he venido
denunciando públicamente e incluso con obra publicada, de allí mi autoridad
moral, en cuanto a la degradación de la justicia con la descarada participación
de bufetes integrados por mafias judiciales, primero amarradas a intereses
enquistados en el viejo Consejo de la Judicatura y en estos tiempos de
renovación "lingüística" en clanes y "drones", que sepultan
el litigio y convierten a la ciencia del Derecho en mercancía de libre oferta.
Hoy no está
circunscrita como esos primeros tiempos de degradación, con exclusividad, que
la decisión debía ser asumida con toda responsabilidad por los jueces, tal cual
debe ser, como universalmente corresponde, incluido tiempos bíblicos,
reconocidos en ese libro de libros con el título de JUECES, disculpen la
digresión, aquello se fue pervirtiendo, dando origen a denuncias múltiples en
contra de tales falles contranatura. Recordemos aquel valiente y polémico libro
del periodista William Ojeda, "Cuanto Vale un Juez", que trajo
demandas y persecuciones contra el autor.
Lo allí narrado y
denunciados se queda en pañales ante el clima de hoy, por el contrario ya los
jueces no deciden.
La aplicación de
justicia de produce en varias etapas, en el área penal, desde el primer momento
en que se produce la detención física, allí actúan los cuerpos policiales, que
se autocalifican como la ley. Primero elaboran actas policiales amañadas con
siembra de evidénticas delictivas para sobornar y chantajear, muchas veces mal
redactadas, sesgadas, allí se produce lo que los abogados de hoy utilizando el
argot de los narcotraficantes colombianos califican como "cuadre", de
no haber en aquella primera fase que alcanzan las primeras 72 horas, pasa la
fase protagonica que es la Fiscalía. Los fiscales han asumido el sacerdocio en
la administración de justicia, se han convertido en el tamiz para la decisión
final. Tienen mayor poder que los jueces, incluso muchos les temen y con mayor
fuerza si son los calificados como de Anticorrupción, para no arriesgar
sus cargos que por su carácter de provisionalidad dependen del péndulo de la
política y los políticos de turno, que deciden desde el máximo tribunal de
justicia. Triste realidad hasta el punto que el propio Nicolás Maduro
desde la Tribuna del TSJ, en ocasión de la apertura del año judicial ante la
evidente podredumbre y miseria humana, ordenó una reestructuración a todos los
niveles incluido el máximo tribunal y su Presidente, tan cuestionado por
diversos sectores del mundo judicial, incluidos voceros del propio gobierno
nacional y muchos de sus colegas que aspiran reemplazarlo. Recordemos que
en el sonado caso del asesinato del Fiscal Danilo Anderson, fue denunciado como
el cabecilla de la banda "Los enanos".
El caso que nos
conduce a esta dolorosa descripción, pone en tela de juicio el poder
judicial en la maltrecha imagen de nuestro estado y coloca en estado de
indefensión a los aguantes, ya que a partir de ahora como afirma un entrañable
amigo jurista, abundaban denuncias infundadas o No, suerte de cacerías de
brujas y nos conducirá a una nueva Torre de Babel Judicial, en la
búsqueda de los cargos ostentado por otros.
Dolorosamente en los últimos tiempos Falcón solamente se registra
protagonicanente en los escenarios del país, cuando ocurren eventos de
diversidad escándalosamente perniciosa, hoy el complemento inocultable del
Poder judicial.