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16 febrero, 2020

SOBRE LA TRISTE REALIDAD CORIANA


Miguel Ángel Paz

    Sobre el escándaloso caso judicial registrado los últimos días en nuestro estado,  dolorosamente con trascendencia nacional, por la alta jerarquía del denunciante, sería una irresoonsabilidad de mi parte, emitir un juicio de valor. A primera vista pareciese un pase de factura entre siniestros personajes de la política combinados con mercaderes de la administración de justicia 
      Lo que si puedo afirmar, porque desde hace más de las últimas cuatro décadas he venido denunciando públicamente e incluso con obra publicada, de allí mi autoridad moral, en cuanto a la degradación de la justicia con la descarada participación de bufetes integrados por mafias judiciales, primero amarradas a intereses enquistados en el viejo Consejo de la Judicatura y en estos tiempos de renovación "lingüística" en clanes y "drones", que sepultan el litigio y convierten a la ciencia del Derecho en mercancía de libre oferta.

      Hoy no está circunscrita como esos primeros tiempos de degradación, con exclusividad, que la decisión debía ser asumida con toda responsabilidad por los jueces, tal cual debe ser, como universalmente corresponde, incluido tiempos bíblicos, reconocidos en ese libro de libros con el título de JUECES, disculpen la digresión, aquello se fue pervirtiendo, dando origen a denuncias múltiples en contra de tales falles contranatura. Recordemos aquel valiente y polémico libro del periodista William Ojeda, "Cuanto Vale un Juez", que trajo demandas y persecuciones contra el autor.
    Lo allí narrado y denunciados se queda en pañales ante el clima de hoy, por el contrario ya los jueces no deciden.
      La aplicación de justicia de produce en varias etapas, en el área penal, desde el primer momento en que se produce la detención física, allí actúan los cuerpos policiales, que se autocalifican como la ley. Primero elaboran actas policiales amañadas con siembra de evidénticas delictivas para sobornar y chantajear, muchas veces mal redactadas, sesgadas, allí se produce lo que los abogados de hoy utilizando el argot de los narcotraficantes colombianos califican como "cuadre", de no haber en aquella primera fase que alcanzan las primeras 72 horas, pasa la fase protagonica que es la Fiscalía. Los fiscales han asumido el sacerdocio en la administración de justicia, se han convertido en el tamiz para la decisión final. Tienen mayor poder que los jueces, incluso muchos les temen y con mayor fuerza si son los calificados como de Anticorrupción,  para no arriesgar sus cargos que por su carácter de provisionalidad dependen del péndulo de la política y los políticos de turno, que deciden desde el máximo tribunal de justicia.  Triste realidad hasta el punto que el propio Nicolás Maduro desde la Tribuna del TSJ, en ocasión de la apertura del año judicial ante la evidente podredumbre y miseria humana, ordenó una reestructuración a todos los niveles incluido el máximo tribunal  y su Presidente, tan cuestionado por diversos sectores del mundo judicial, incluidos voceros del propio gobierno nacional  y muchos de sus colegas que aspiran reemplazarlo. Recordemos que en el sonado caso del asesinato del Fiscal Danilo Anderson, fue denunciado como el cabecilla de la banda "Los enanos".
      El caso que nos conduce a esta dolorosa descripción,  pone en tela de juicio el poder judicial en la maltrecha imagen de nuestro estado y coloca en estado de indefensión a los aguantes, ya que a partir de ahora como afirma un entrañable amigo jurista, abundaban denuncias infundadas o No, suerte de cacerías de brujas y nos conducirá a una nueva Torre de Babel Judicial,  en la búsqueda de los cargos ostentado por otros.
        Dolorosamente en los últimos tiempos Falcón solamente se registra protagonicanente en los escenarios del país, cuando ocurren eventos de diversidad escándalosamente perniciosa, hoy el complemento inocultable del Poder judicial.