La nominación demócrata está muy
reñida, lo que aprovecha el multimillonario Mike Bloomberg, exalcalde de Nueva
York con una fortuna de unos 62.000 millones de dólares, para gastar 200
millones en publicidad e intentar comprar su nominación. El senador Lindsey
Graham, confidente de Trump, juzga que Bloomberg tendrá un gran peso en la
elección.
La democracia de EEUU —que no lo es
por tratarse de una genuina plutocracia prototeocrática— deja mucho
que desear, y la cada día mas probable compraventa de la nominación por el multimillonario Mike Bloomberg —tres
veces exalcalde de Nueva York tanto por el Partido Republicano como por el
Partido Demócrata, lo que denota el saltinbanquismo sin principios de su clase
política cercana a los intereses neoyorquinos de Wall Street—
mancillará todavía más su dinámica electoral plagada de fraudes y fallas
digitálicas del sistema que infla, desinfla y reinfla a placer a los candidatos
de acuerdo a los intereses del establishment, en este caso, del Partido
Demócrata.
El despunte del socialista
demócrata Bernie Sanders, de 78 años e ídolo de los millennials,
está siendo frenado por el establishment mediante la
candidatura artificial, exageradamente inflada, del exalcalde Pete Buttigieg,
de 38 años. Fue espía del Pentágono en Afganistán y egresado de la Universidad
de Harvard, y controla las élites del Partido Demócrata.
Al corte de caja de hoy, después del
fraudulento caucus de Iowa y de la primaria de New Hampshire Bernie Sanders hoy
se encuentra con 12 delegados detrás de los 13 de Buttigieg, pese a que ha
obtenido un mayor número de votos a nivel popular.
Ante el desplome del exvicepresidente
Joe Biden debido a las tratativas mafiosas de su hijo Hunter, ahora el establishment intenta
o intentará que Sanders y Buttigieg se despedacen entre sí para colocar a un
tercero en discordia, que sería Mike Bloomberg. Puede descolgar un número
suficiente de delegados en el supermartes del 3 de marzo con
el fin de encaminar a la Convención del Partido Demócrata a dos opciones:
otorgarle la candidatura en caso de que obtenga un número sustancial de
delegados o redireccionar el voto para quien el establishment considere
menos nocivo a sus intereses y así frenar el impulso de Sanders.
El israelo-estadunidense Michael
Rubens Bloomberg —noveno hombre más rico de EEUU y décimosegundo del mundo— se
formó en la prestigiosa Universidad Johns Hopkins y en la Escuela de Negocios
de Harvard para luego ser corredor de seguros en Salomon Brothers, que se
transmutó en la rama de inversiones Salomon Smith Barney —salpicada de
múltiples escándalos financieros— de CitiGroup.
La inmensa fortuna de Bloomberg —casi 62.000
millones— provino de sus servicios financieros globales con un sistema de
software computacional que provee datos financieros de su célebre empresa
Bloomberg LP.
Curiosamente, Bloomberg fue sucesor
de Rudy Giuliani —abogado particular de Trump y quien conserva los secretos de
los atentados del 11 de septiembre—, elegido alcalde en 2002.
Desde su divorcio, Bloomberg mantiene
una relación de 20 años con su pareja, Diana Taylor, quien fue superintendente de bancos en el
Estado de Nueva York.
El muy influyente senador Lindsey
Graham, de Carolina del Sur, además de ser uno de los principales confidentes
de Trump admitió que Bloomberg será "una fuerza que hay que
reconocer" en la campaña presidencial y que "puede causar algún
daño" a Trump con su inmensa fortuna, aunque no sea el nominado demócrata:
"Pienso que fue un buen alcalde" y que "con 60.000 millones
puede contar su propia historia", reconoció.
Abiertamente los candidatos a la
nominación, la senadora Elizabeth Warren, quien se ha visto muy opacada, y
Sanders han fustigado que el multimillonario exalcalde de Nueva York va a
comprar la nominación en la Convención Demócrata a celebrarse del 13 al 16 de
julio en Milwaukee (Wisconsin).
Bloomberg entró tardíamente a la
contienda, pero ha gastado hasta ahora 200 millones de dólares para
aparecer como candidato en el supermartes, cuando votan simultánea y
masivamente varios Estados que designarán a sus delegados.
A juicio del senador Graham, en caso
de que Bloomberg descuelgue varios delegados en el supermartes,
puede generarse una convención negociada para llenar el vacío del hasta ahora fallido
candidato Joe Biden.
Graham valora que "la energía
del Partido Demócrata permanece con el senador Bernie Sanders de Vermont"
cuando "el Partido Demócrata intenta encontrar su identidad entre
socialismo, liberalismo y moderación, y toda la energía parece estar con
Bernie".
Graham juzga que "no cree que el
votante de Bernie pueda aceptar una candidatura de Bloomberg". Es evidente
que a Trump, no se diga a Graham, le conviene una candidatura del socialista
demócrata Sanders, quien podrá ser más fácil de derrotar —debido al anatema y
exorcismo que imperan en EEUU contra el socialismo— que al multimillonario
Bloomberg, quien está dispuesto a invertir 1.000 millones en su candidatura y quien
puede poner en serios aprietos a Trump.
Tom Barrack, un cercano amigo de
Trump y anterior jefe de su Comité Inaugural,comentó que Bloomberg "sería
un presidente fabuloso". Dice conocer a Bloomberg, quien fue un
"asombroso alcalde", además de tener "un negocio de primera
clase, es inteligente, pensativo y no necesita nada". Agrega que el simple
hecho de que Bloomberg pueda autofinanciar su campaña es una razón suficiente
para tomarse su candidatura en serio. Finalmente Barrack adujo que Bloomberg va
a competir para ganar y no solamente para dañar a Trump.
Por cierto, desde hace dos meses
vislumbré la alta probabilidad de que dos multimillonarios neoyorquinos compitieran por la presidencia: Trump por el Partido
Republicano y Mike Bloomberg por el Partido Demócrata.
Según el New York Post,
Bloomberg ha canalizado parte de su fortuna en una nueva campaña estratégica
mediante la colocación de memes extraños en Instagram para intentar capturar a
los millennials y demostrar que no es una persona insensible.
El multimillonario ha entrado de
lleno en la batalla digitálica y ha pagado 150 dólares a varios influencers para
que lo vean como a alguien cool.
La batalla digital entre Trump, de 73
años, y el virtual candidato Bloomberg, de 77 años, ya empezó en Twitter en un
genuino pleito de septuagenarios.
Tomado de Sputnik.