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13 enero, 2020

Mil millones de animales yacen calcinados en los humeantes suelos de Australia


  • 10,7 millones de hectáreas quemadas (una superficie más grande que Portugal), al menos 25 personas han perdido la vida, más de 1.000 millones de animales han muerto y hay 2.500 casas destruidas. Australia sigue ardiendo.
Los incendios forestales no son algo nuevo en nuestras antípodas. Todos los años hay una época en la que hay incendios; sin embargo, lo que está pasando esta vez NO es normal. 
2019 ha sido el año más caluroso y seco en este país desde que hay registros, por lo que se ha reducido el periodo fuera de riesgo de incendios, que es cuando se pueden realizar quemas controladas para disminuir la carga de combustible.
Por eso, Australia tenía una situación de partida (más calor, menos humedad y más carga de combustible) que ha sido el caldo de cultivo perfecto para la propagación de un incendio de alta intensidad.
Cada vez es más frecuente que, a pesar de los esfuerzos del operativo, los incendios forestales escapen a su capacidad de extinción. Un planeta más caliente y más seco está pidiendo soluciones urgentes y entender cómo se ha llegado a esta situación de incendios dramáticos, incendios que se comportan de forma impredecible y de una intensidad que genera microclimas propios de vientos y tormentas de fuego.

El cambio climático no origina los incendios, pero  agrava su propagación.
En este sentido, es necesario conocer bien las causas de origen (riesgo de ignición) mediante la investigación de las causas y motivaciones (negligencia, intencionado o natural) para poder tomar iniciativas preventivas, de autoprotección y de concienciación social.
Pero en incendios de tal magnitud como los de Australia, nos centramos en las causas que propagan los incendios (riesgo de propagación) donde el cambio climático es clave. Con todo esto, las administraciones tienen que:
1. Gestionar los bosques, un territorio cambiante que sufre las consecuencias del cambio climático
Las olas de calor y las sequías se han prolongado y extendido.
Como resultado, el suelo y la vegetación están más secos y el paisaje es más inflamable.
Se necesita una selvicutura preventiva e iniciativas que reduzcan y gestionen la carga combustible para tener bosques menos vulnerables frente cambio climático.
2. Aumento de fondos para selvicultura preventiva y para los servicios de extinción de incendios
En Australia, la extinción de incendios está dirigida por personas voluntarias (es la red de voluntariado más grande y mejor organizada del país).
En estos días han recibido donaciones de la sociedad civil.
¿Cómo es posible que un país como Australia no profesionalice y presupueste las necesidades de extinción.
3. Preparar a la población ante el riesgo creciente de incendio forestal para prevenirlo y mitigarlo
En zonas de IUF (viviendas en medio natural) es fundamental que se organicen planes preventivos y de emergencia para acortar los tiempos de caos y enfrentarse a las primeras horas del incendio.
Estas primeras horas son clave para los bomberos que tienen como prioridad la salvaguarda de las personas, después los bienes (casas ya vacías) y, por último, el medioambiente.
En España y Australia tienen este mismo orden de prioridades. Si las casas están protegidas, eso implicaría tener menos hectáreas calcinadas y menos riesgo para los bomberos que cada vez más se enfrentan a incendios más peligrosos.
Son testigos presenciales de lo nunca visto y por lo que incluso llegan a perder la vida.
4. Ante el cambio climático necesitamos actuaciones específicas para reducir las emisiones de gases de efecto invernadero
Por eso, estamos pidiendo al primer ministro australiano que reconozca el vínculo de los incendios forestales y el cambio climático para que tome medidas urgentes. 
En 2019 Australia fue el segundo mayor exportador de carbón del mundo, uno de los principales responsables del cambio climático, y las emisiones de gases de efecto invernadero llevan creciendo cuatro años.
Es clave que se ponga en marcha un plan de reducción de uso y quema de combustibles fósiles mediante su sustitución por fuentes de energía limpia como la eólica y la solar. 
Los grandes incendios forestales son la cara visible de una emergencia climática y de biodiversidad que es necesario afrontar para evitar los peores impactos que ya estamos sufriendo.
Es fundamental que se aborden soluciones para prevenir y mitigar los grandes incendios catastróficos en un planeta cada vez más inflamable.

Autora: Mónica Parrilla - Fuente: Greenpeace