El comandante de los vuelos de la
muerte dejó de estar tras las rejas hace cuatro semanas por la aplicación de un
artículo del Reglamento Penitenciario local. De acuerdo a ese régimen de
inserción, pasa ahora sus días en una parroquia católica. El repudio generalizado
de las organizaciones de derechos humanos.
El represor que comandó los vuelos de
la muerte Adolfo Scilingo, condenado a 1084 años de prisión por
delitos de lesa humanidad, anda libre por las calles de España desde hace un
mes. Luego de 22 años en prisión –el 4 por ciento de su pena
"irrevocable"- fue beneficiado por un régimen de reinserción
y colabora en una parroquia de Madrid. La noticia generó el repudio de las
organizaciones de derechos humanos y distintos espacios.
El represor estaba alojado en el
centro penitenciario de Alcalá de Henares y gozó de salidas transitorias. Pero
desde hace cuatro semanas se le aplicó un artículo del Reglamento Penitenciario
local que le dio el beneficio de salir tras las rejas.
La organización HIJOS Capital expresó
su rechazo. “Su único lugar es la cárcel”, remarcó a través de su cuenta de
Twitter. “Es repudiable que Scilingo pueda caminar por las calles, porque su
único lugar es la cárcel común”, puntualizó Giselle Tepper, en diálogo con Página/12.
“Mientras miles de familias siguen
esperando saber dónde están los cuerpos de los desaparecidos, él sale de la
cárcel, duerme en un centro de ‘inserción social’ y colabora todos los días en
una institución religiosa. No puede insertarse en sociedad un asesino
del pueblo”, definió.