La opinión del director Michael Moore
sobre la película El Guasón.
La noche del
miércoles fui al Festival de cine de Nueva York y fui testigo de una obra
maestra cinemática, la película que el mes pasado ganó el gran premio a la
mejor película del Festival internacional de Venecia. Se llama Joker, y todos
los estadounidenses hemos oído hablar de esta película de la que debemos temer
y mantenernos alejados. Nos han dicho que es violenta, enferma y moralmente
corrupta, una incitación y celebración del asesinato. Nos han dicho que la
policía estará afuera de cada función en caso de que haya “problemas”. Nuestro
país está en una situación de desesperanza, nuestra Constitución está hecha
pedazos y un maníaco imprudente en Queens tiene acceso a códigos nucleares,
pero por alguna razón, deberíamos estar asustados de esta película.
Yo sugeriría
lo opuesto: el mayor daño a la sociedad podría ocurrir si NO vas a ver esta película,
porque la historia que cuenta y los problemas que plantea son tan profundos,
tan necesarios, que si quitas la mirada de esta genialidad de pieza artística,
te perderás el regalo del reflejo que nos está ofreciendo. Sí, hay un payaso
perturbado en ese espejo, pero no está solo, nosotros también estamos ahí.
Joker no es
una película de superhéroes, supervillanos ni de cómics. Está situada en algún
punto entre los años 70 y 80 en la ciudad de Gotham, y los cineastas no
intentan disfrazar la ciudad por otra cosa que lo que es: la ciudad de Nueva
York, el cuartel central de todo lo malo, la de los ricos que nos gobiernan, de
las corporaciones a las que servimos, y de los medios que nos alimentan con las
noticias sin profundidad que ellos creen que tenemos que absorber.
Esta semana
que pasó, la semana en que el presidente gobernante se acusó a sí mismo y –al
más verdadero estilo de Joker– se burló de la incapacidad de Mueller y los
demócratas de detenerlo, dándoles todo el material que necesitaban. Pero
incluso así, diez días después de alardear de su culpabilidad, seguía sentado
en la oficina oval, con sus códigos nucleares manchados por la grasa de un KFC,
así que dio la orden de echar a andar el helicóptero. El sonido de las aspas
acelerando sólo significaba un alerta para que los periodistas corrieran a la
“conferencia de prensa” diaria. Trump salía hacia la cacofonía ensordecedora de
la aeronave y de manera pública y criminal, le pedía a la República Popular de
China que interfiera en las elecciones de 2020 mandándole información sucia
acerca de los Biden. Él y la alfombra mágica que tiene por cabello se alejaron
y excepto por el ciudadano que reclamaba “¿Puedes creerlo?”, no pasó nada más.
Joker, la
risa triste
Mientras este
fin de semana se estrena Joker, (en los días que llega a trabajar) Trump Jr.
sigue sentándose en la oficina oval, soñando sobre sus nuevas conquistas y su
corrupción. Pero esta película no es sobre Trump, es sobre el Estados Unidos
que nos dio a Trump, el país que no siente la necesidad de ayudar a los
marginados y a los desprotegidos. El Estados Unidos en que los inmundamente
ricos se vuelven más ricos e inmundos.
En esta
historia hay una pregunta desconcertante: ¿Qué pasa si un día los desposeídos
deciden pelear de vuelta? (Y no me refiero a aparecer con un portapapeles
ofreciéndole a la gente registrarse para votar). La gente se preocupa de que
esta película sea demasiado violenta para ellos. ¿En serio? ¿Considerando todo
por lo que estamos pasando en la vida real? Permites que tu colegio lleve a
cabo simulacros de tiroteos con tus niños, dañándolos emocionalmente de manera
permanente, mostrándole a los pequeños que esa es la vida que hemos creado para
ellos.
Joker deja en
claro que realmente no queremos llegar al fondo del asunto o intentar entender
por qué hay gente inocente que –cuando ya no puede soportar más– se convierte
en Jokers. Nadie quiere preguntar por qué dos jóvenes inteligentes se saltaron
su clase de filosofía francesa avanzada en la secundaria de Columbine para
asesinar a 12 estudiantes y un profesor. ¿Quién tendría el atrevimiento de
preguntar por qué el hijo del vicepresidente de General Electric entraría a la
primaria de Sandy Hook en Newton, Connecticut, para hacer explotar los pequeños
cuerpos de 20 niños de primer grado? ¿O por qué el 53% de las mujeres blancas
votaron por un candidato presidencial que ha revelado en público su talento
como un depredador sexual?
El miedo y
los gritos alrededor de Joker son una artimaña, una distracción para que no miremos
a la violencia real que está desgarrando a nuestros compañeros humanos. Los 30
millones de estadounidenses que no tienen seguro de salud es un acto de
violencia. Millones de mujeres abusadas y niños viviendo en el miedo es un acto
de violencia. Amontonar a 59 estudiantes como sardinas sin ningún tipo de valor
en las salas de clases de Detroit es un acto de violencia.
Mientras los
medios de comunicación esperan atentos al próximo tiroteo, a ti, a tus vecinos
y a tus colegas, ya les han disparado numerosas veces, con tiros directos a
cada uno de sus corazones, esperanzas y sueños. Tu jubilación ya se acabó hace
tiempo. Estás endeudado por los próximos treinta años porque cometiste el
crimen de educarte. Has llegado a pensar en no tener hijos porque no tienes
suficiente corazón como para traerlos a un planeta que está muriendo y en el
que 20 años después de nacer tendrán una sentencia de muerte. ¿La violencia en
Joker? ¡Alto, deténganse! La mayoría de la violencia en la película es la que
se comete contra el mismo Joker, una persona que necesita ayuda, alguien que
trata de sobrevivir en una sociedad codiciosa. Su crimen es que no logra
conseguir ayuda. Su crimen es que es el centro de un chiste en que los ricos y
famosos se ríen de él.
Cuando el Joker
ya no lo puede soportar sí te sentirás terrible, pero no por la –poquísima–
sangre que se ve en pantalla, sino porque tú estabas alentándolo y –si eres
honesto cuando eso pasa– le agradecerás a la película por conectarte con un
nuevo deseo de no correr a la salida de emergencia más cercana para salvar tu
propio trasero, y en vez de eso, ponerte de pie, pelear y centrar tu atención
en el poder no violento que tienes en tus manos todos los días.
Gracias
Joaquin Phoenix, Todd Phillips, Warner Bros. y a todos los que hicieron esta
importante película en este tiempo importante. Me encantaron los múltiples
homenajes a Taxi Driver, Network, Contacto y Tarde de Perros. ¿Cuánto ha pasado
desde que vimos que una película aspirara al nivel de Stanley Kubrick? Andá a
ver esta película, lleva a tus hijos adolescentes. Sacá tus propias conclusiones.
Tomado de la Revista Sudestada / Argentina