La revelación
de 'The New York Times' permite concluir que las condiciones están dadas para
que regresen las ejecuciones extrajudiciales
Un nuevo escándalo ha estallado en Colombia, esta vez por lo que
popularmente se conoce como falsos positivos o más exactamente
ejecuciones extrajudiciales. Como se sabe, han sido miles los colombianos que
han sido asesinados por agentes estatales y los han hecho pasar por miembros de
grupos armados ilegales. Hace poco más de una semana, el diario The New
York Times reveló como en el Ejército colombiano había
documentos que comprobaban que a los comandantes de brigadas y regiones se les
ordenaba aumentar los resultados en capturas y bajas de miembros de grupos
armados organizados. A cambio, se daban una serie de gratificaciones. Como se
sabe, una orden similar en el gobierno de Álvaro Uribe Vélez (2002-2006 y
2006-2010) llevó a que poco más de 4.000 colombianos civiles fueran asesinados
por agentes de las fuerzas de seguridad del Estado y los presentaron como
miembros, en su mayoría, de grupos guerrilleros.
La publicación, por ende, permitía concluir que las condiciones para que
estas ejecuciones extrajudiciales regresaran estaban dadas. Días después, se
conoció un segundo documento, el cual fue publicado por The Associated Press
(AP), donde se demostraba como el actual comandante del Ejército, Nicacio
Martínez, hizo pago de recompensas a supuestos informantes en el año 2005, pero
el dinero terminó llegando a un soldado que está condenado por el asesinato de
un civil. Parte del dinero también llegó a un exjefe paramilitar. Otra de las
noticias que se confirmó es que el gobierno nacional sabía de la existencia de
investigaciones periodistas en esa materia, y en lugar de controlar y desmontar
las órdenes militares, se dedicó a negar y torpedear el trabajo periodístico.
A todo lo anterior se le suman varios hechos
dramáticos. Por ejemplo, un excombatiente de las FARC, Dimar Torres, fue
asesinado y habría sido torturado hace algunas semanas. En ese momento el
ministro de Defensa salió a proteger a los asesinos y dijo que el homicidio se
produjo en un forcejeo, ocultado los hechos. Igualmente, varios miembros del
gobierno Duque han dicho que muchos líderes sociales asesinados en el país son
guerrilleros o amigos de terroristas. No debe olvidarse que en Colombia cada
cuatro días asesinan un líder social. Es una verdadera masacre.
En Colombia, la historia de las ejecuciones extrajudiciales es larga, se
cree que pueden ser más de 8.000 colombianos, aunque el periodo violento se dio
en las dos administraciones del Álvaro Uribe. La comparación es más que
increíble. Durante la dictadura de Pinochet se asesinaron y desaparecieron
forzadamente a cerca de 3.200 personas, eso en un periodo de 17 años. En
cambio, en Colombia, en 8 años, bajo una supuesta democracia, se asesinaron
alrededor de 4.000 civiles.
En todo caso, la Comisión Interamericana de Derechos Humanos rastreó
casos de ejecuciones extrajudiciales desde 1978. En el informe sobre Colombia,
publicado en 1981, se narran hechos increíbles. Por ejemplo, el de Fabio
Vásquez Villalba, quien fue llevado al Batallón Voltígero, donde fue
incomunicado, torturado y asesinado. También el caso de Luis Arcesio Ramírez,
detenido, torturado y asesinado. O uno de los hechos más dramáticos de eso
años, el famoso caso Contador, en 1978.
En el informe de 1993, donde se narra el periodo que va desde 1981 hasta
1992, se ven por decenas los casos de ejecuciones extrajudiciales. Tal vez el
periodo de la Guerra Sucia (1986-1994), el cual hace referencia a la masacre de
militantes de izquierda, entre ellos los del partido de la Unión Patriótica, es
el mejor ejemplo. En dicha masacre, los miles de militantes de izquierda fueron
asesinados por una alianza entre narcos, paramilitares y miembros de la Fuerza
Pública colombiana.
Uno de los casos que tuvo una sentencia hace unas semanas se refiere al
asesinato de Santos Mendivelso Coconubo, ocurrido en abril de 1991, acusado de
ser guerrillero del ELN y asesinado por policías del F2. Durante años su
familia sufrió persecución e intimidación y pasaron casi 30 años para que
hubiera justicia.
Todo este escándalo tiene dos trasfondos. Por un lado, la intención del
partido de gobierno, el Centro Democrático, y del propio presidente Duque, de
sabotear la justicia transicional firmada en el acuerdo de paz entre la
exguerrilla de las FARC y el Estado colombiano en 2016. Además, hay un proyecto
de ley que busca evitar que esta justicia juzgue a los militares. El otro
trasfondo es que el gobierno Duque no ha hecho nada, no ha removido al general
Nicacio o al ministro de Defensa. En cambio, se ha puesto a pelear con los
medios de comunicación.
Tomado de El País - Colombia
Tomado de El País - Colombia