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28 septiembre, 2019

La pulseada


Por Orlando Arciniegas*

 ¿Hay en Venezuela una lucha de poderes? Ciertamente. Ojalá que no lo fuera. Pero para que no la hubiera tendría la sociedad venezolana que tener sus instituciones políticas y jurídicas en pleno acatamiento. Ojalá las tuviera. El caso actual que mejor ilustra lo que significa un Estado de derecho es el de Boris Johnson –quien debiera llamarse Boris Kemal: su bisabuelo fue el turco otomano Alí Kemal-, quien, como primer ministro, procedió a cerrar las actividades del parlamento inglés y la Corte Suprema lo declaró ilegal. ¿Qué hizo el terrible Boris? Acatar. Y pasar por la vergüenza de haber cometido tamaño acto. Nada bueno para él.

 Pues bien, la pulseada en Venezuela corre sin árbitros ni instancias de acatamiento. El ejercicio del poder por Maduro --y la peor compañía imaginable-- es un poder fáctico basado en el incómodo asiento que representan las bayonetas, según la socorrida frase de Tayllerand. El otro bando en pugna, sin la fuerza de las bayonetas y con el pudor que da el pensamiento democrático, se ha dedicado a crear, como sostén de su lucha, un gran apoyo interno e internacional. Una acumulación de fuerzas que, en modo alguno, excluye el choque de los metales y el estruendo de las municiones --ojalá que nunca-- pero siempre como un postrer recurso. El último.


 Además, de las alianzas, tan necesarias, la oposición venezolana en lucha, que ya no debería ser despreciada por “los sabelotodo”, se ha dedicado con tesón a mostrarle al mundo la naturaleza del poder fáctico instaurado, y del que se desprende un hedor insoportable con el que cargarán los vástagos de los hoy poderosos depredadores. Ojalá no fuera así.

 ¿Quién va ganando? Los que no tienen anteojeras históricas para ver los procesos reales creen ver en cualquier maniobra “políticamente pecaminosa” una salida inmediata. Los que conocen el poder corrosivo de la salivita política saben esperar. Tampoco una espera matusalénica. Pero una espera, al fin. Ojalá con la sabiduría del que una vez dijo: “hoy es prematuro, pero mañana puede ser tarde”. Lo cual requiere ver en las opacidades. Nada fácil.

*Historiador, profesor jubilado de la Universidad de Carabobo.