Con las arcas
nacionales exhaustas, la revolución busca hace rato a quiénes dejar exangües.
Todo comenzó con una esquelita firmada por la Comisionada para la Comandancia
Policial de Bejuma, comisaria Noralys Castillo, invitando a comerciantes y
productores a una reunión sin razón conocida en su despacho. Allí narró una
historia de amor y dolor en la que recordó la reciente fuga de varios
delincuentes de la sede policial, que está como todo lo oficial de “mírame y no
me toques”.
Contó que el
alcalde llamó al Gobernador del estado Carabobo, conocido como el primer
combatiente vampiresco de la revolución, y éste dio el visto bueno para que las
reparaciones y ampliaciones que haya que hacer puedan chuparse del bolsillo de
la comunidad empresarial que, por regla general, sobrevive estrangulada y
pagando más impuestos.
Tragando
grueso, alguno se atrevió a preguntar: “ajá, y de cuánto es la
colaboracioncita”. No mucho. Entre todos, diez mil dólares “que no empobrecen
ni enriquecen a nadie”, como diría cualquier charlista-martillador de buseta.
Lo peor es la advertencia de que si no caen pronto con esas lechugas frescas,
la comandancia policial se irá para Montalbán. Como por arte de magia la
sala quedó vacía, mientras algunos mascullaban preguntándose de dónde sacaría
los reales Drácula para montar una fábrica de cerveza.