En su poema “The Second Coming” William Butler Yeats nos
habló de la segunda llegada de la bestia en los siguientes términos, mi
traducción:
Elevándose, ampliando su giro
El Halcón desobedece al Halconero
Todo se disgrega, el centro no se mantiene unido
La anarquía desborda nuestro mundo
La marea sangrienta se derrama y, por todas partes,
Se ahoga la inocencia
Los mejores carecen de toda convicción, mientras que
Los peores están llenos de apasionada intensidad.
Hoy en día esas terribles líneas de Yeats pueden
servir para describir las trágicas amenazas que confronta el planeta: la
rivalidad China-USA que parece llevar a estas potencias a caer en la trampa de
Tucídides; el calentamiento global o cambio climático; la presencia de líderes
sin escrúpulos como Putin y Trump en dos de los grandes países del planeta; las
masacres y genocidio en países como Yemen, Sri Lanka, Sudan, Siria y
Venezuela; las grandes migraciones de seres humanos indefensos hacia países más
desarrollados que los rechazan. Tragedias de primer o de segundo
rango, todas cobrando miles o millones de víctimas sin que aparezca algo o
alguien que haga gesto significativo alguno para cambiar estas ominosas
tendencias.
Es posible que las advertencias que nos hiciera el fallecido
Stephen Hawkins tengan el mismo significado del poema de
Yeats. Según él la humanidad tiene poco tiempo para salvarse
(hablaba de un siglo) y su salvación dependería de la capacidad del hombre
de viajar a otros mundos. El intuyó que la especie humana no será capaz de
sobrevivir por mucho tiempo en este hermoso planeta, el cual está siendo
destruido de manera inmisericorde por la estupidez e incompetencia de mucho del
liderazgo político y la indiferencia criminal de las
masas.
El poema de Yeats es profético. Las masas (el
Halcón) están actuando de manera caótica, sin escuchar a los líderes
científicos e intelectuales (El Halconero). Lo que existe hoy en el planeta es
una actitud de sálvese quien pueda, cada quien atendiendo exclusivamente a sus
intereses tribales de corto plazo.
Quienes se colocan equidistantes de la barbarie izquierdista
ilustrada por el castrismo en Cuba, el chavismo en Venezuela o la agresividad
de la extrema izquierda en USA y por la patanería y xenofobia
de la extrema derecha personificada por Trump o Bolsonaro, se sienten bastante
solos. Aunque quienes exhiben esta postura son muy numerosos generalmente
permanecen en silencio, temerosos de adelantar sus puntos de vista y de
expresar lo que sienten. El temor no es del todo injustificado. Hace unos días
publiqué en mi blog, en Noticiero Digital, en La Patilla y en el Blog de Carlos
Alberto Montaner, un escrito sobre las carencias éticas de Donald Trump en la
presidencia de los Estados Unidos. En Noticiero Digital el escrito
ha tenido más de 10.000 lecturas y unos 80 comentarios, de los
cuales 75 son críticos de mi escrito, cuando no abiertamente insultantes. Pero
¿que habrán pensado los otros 9920 lectores? La que ha sido llamada la mayoría
silenciosa calla acobardada por la estridencia y agresividad de los extremos.
No es posible participar activamente en la vida de nuestras
sociedades manteniéndonos en silencio. Para participar y decir lo que pensamos
es necesario pagar el precio de ser combatido hasta de manera poco civilizada.
Quienes habitamos el centro, más centro-derecha que centro-izquierda, nos
reconocemos en opiniones como las de George F. Will en su reciente libro “THE
CONSERVATIVE SENSIBILITY”. Will se retiró del partido republicano en protesta
contra la presencia de Donald Trump en la Casa Blanca. Es un conservador
educado, quien piensa que el estado debe ser lo más pequeño posible y que el
contenido de la declaración de Independencia de Estados Unidos es tan
importante como la Constitución misma. En materia de filosofía política o
social me considero una mezcla de 60% conservadurismo a lo Will, 25%
humanismo a lo Todorov (El Jardín Imperfecto) y 15% social demócrata, a lo
Betancourt, a lo Cardoso o a lo Mario Soares pero nunca a lo Zapatero o a lo
Bernie Sanders, porque en el seno de esta última denominación se mezclan
paladines de la libertad y bondadosos osos pandas con populistas y venenosas
culebras de cascabel.
¿Dónde está mi centro, no solamente en materia de filosofía
política sino de filosofía de la vida? :
· Soy conservacionista y
creo en la necesidad de contrarrestar los efectos del cambio climático o
calentamiento global, reemplazando el uso de los combustibles fósiles como el
carbón y el petróleo con fuentes más limpias y renovable de energía de la
manera más rápida posible. Creo, lamentablemente, que ya puede ser demasiado
tarde;
· Rechazo el
aborto, a menos que el embarazo sea el producto de una violación o que la vida
de la madre esté en peligro. La vida humana es sagrada;
· Creo en un estado
pequeño y un sector privado grande. Las únicas industrias básicas donde el
estado debe participar, como decía Diego Bautista Urbaneja en los tiempos de
Factor Democrático, deben ser la salud, la educación y los servicios públicos;
· Creo en una política
bien planificada de solidaridad social, con programas estructurales y de largo
plazo en el campo de la salud, la educación y la protección de ancianos y
niños. Rechazo la limosna y los subsidios directos como política de
estado, sobre todo cuando se dan a cambio de lealtad política;
· Rechazo los conceptos de
planificación central, ya sean de tipo económico o social, el sistema de
planificación que llevó a la Unión Soviética al derrumbe y ha probado ser un
fracaso en todos los países en os cuales se ha implantado;
· Creo en la libre
empresa, rechazo los controles de cambio, la inamovilidad laboral por decreto
gubernamental, la integración de los poderes públicos en base a cuotas fijas de
participación de algún grupo predeterminado, el control de precios o los
aumentos salariales por decreto;
· Creo en universidades
meritocráticas, con exámenes de admisión y en la creación de centros de
educación artesanales o técnicos para quienes no tengan la vocación
universitaria. Creo en la igualdad de oportunidades pero no en la igualdad por
decreto. Creo en la nivelación hacia arriba, no en la nivelación hacia abajo,
como la que generan las universidades de pacotilla creadas por el chavismo;
· Respeto la diversidad de
géneros y preferencias sexuales;
· Creo en igual
tratamiento profesional para las mujeres con respecto a los hombres y aceptaría
gustoso ver a una mujer en la presidencia de Venezuela, mi país
natal, o de los Estados Unidos, mi país de adopción. Algunos de los
mejores líderes mundiales de los últimos años han sido mujeres;
· No creo en Dios, en el
sentido religioso, pero sí creo en la importancia de la dimensión espiritual
del ser humano, en el respeto hacia todas las religiones y en el efecto
positivo que la creencia religiosa tiene en la gente que tiene fe. Creo que en
nuestra acción en la vida podemos encontrar una razón
para la vida, pero creo que nuestra vida como seres
humanos en el planeta Tierra es simplemente un accidente cósmico. No me alegro
de creer así , pero no puedo dejar de creerlo aunque me gustaría mucho estar
equivocado;
· Creo que el futuro
de Venezuela como país y sociedad viable estará en grave peligro si el
liderazgo político de este siglo XXI insiste en adoptar un modelo estatista de
gobernanza, el cual lleva de manera inevitable al populismo (promesas
incumplidas e incumplibles) y a la corrupción;
· Creo en un país de
ciudadanos, no en un país habitado por un gentío. Si Venezuela no establece un
programa de largo plazo de educación ciudadana obligatoria, el cual trascienda el
cortoplacismo político y se instituya para todos los venezolanos,
desde los 6 a los 18 años, estaremos condenados a ser un país hundido en la
mediocridad;
· Creo en la necesidad de
establecer un Panteón Nacional venezolano para los grandes héroes
ciudadanos. Venezuela necesita menos héroes militares o montados a caballo,
menos líderes mesiánicos y más héroes con un libro, un pincel o un instrumento
musical en las manos. Es preciso dignificar, mediante la moderación, el culto a
Bolívar y promover la apreciación por los grandes ciudadanos a lo Vargas,
Gallegos, Uslar Pietri, Gabaldón, Soto, Andrés Galarraga o Vicente
Emilio Sojo;
· Creo que el hombre tiene
una buena oportunidad de viajar a las estrellas, si puede actuar con rapidez
para adelantarse a la estupidez de quienes están llevando al planeta al
desastre ambiental;
· Creo que todo lo que lo
que podamos imaginar puede ser hecho realidad. Pero, como decía Caldera: hay
que echarle pichón;
· Creo en los beneficios
de una amplia cultura en materia literaria, desde la filosofía hasta la
ciencia-ficción y musical, desde la Billo’s hasta la Orquesta Sinfónica
Venezuela, desde los cinco compositores que dieron origen al
nacionalismo musical ruso hasta los elegantes compositores impresionistas
franceses. Es posible disfrutar escuchando tanto a Brahms y a
Poulenc como a Aldemaro Romero y a los Bee Gees, leer a Thomas Mann y los
deliciosos artículos de José Ignacio Cabrujas o los poemas de Aquiles Nazoa.
Todos somos una mezcla de actitudes y creencias que, en
ocasiones, hasta pueden parecer contradictorias. Creo en la libertad del
individuo para tomar sus decisiones pero también creo que ellas deben estar
moderadas por un sentido del deber social. Al final del día, sobreviviremos
solo si podemos confiar los unos en los otros, si somos solidarios los unos con
los otros, si estamos dispuestos a sacrificarnos los unos por los otros y
dispuestos a aceptar que nuestro problema como individuos es de rango inferior
al de la humanidad, de la cual formamos parte.
Por ello, la respuesta a la pregunta: ¿Quiénes heredarán la
Tierra: Los hombres o las hormigas? aún está por verse.