Por Mariela
Rosso /Tomado de las RRSS
Quiero
llamar la atención sobre la palabra *“colaboracionista”* y ruego abrir a
continuación el link al final de este texto. *Lo ruego* porque es importante
ver la cara de las acusaciones de “colaboracionismo”. En la Francia liberada de
los nazis, se acusó a miles de mujeres de haber sido *“colaboracionistas”* con
ellos. En muchos casos se usó el término “colaboración horizontal” para
referirse a mujeres francesas que se creía habían tenido hijos, contacto o
“colaboración” con los alemanes, fuese de forma voluntaria o involuntaria,
forzadas. Estas miles de mujeres fueron humilladas públicamente, golpeadas en
plazas, sometidas a juicios populares por las turbas, se les marcaba la frente
con la esvástica nazi, las paseaban por las calles a la vista de todos, muchas
veces desnudas o semidesnudas, como venganza de “liberación”.
Estas
prácticas las aplicaban los visigodos y se repitieron en el Medioevo, como
castigo a las “mujeres adúlteras”. Los fascistas españoles también lo hicieron
con las mujeres de las familias republicanas, y los nazis lo hicieron con las
mujeres “sospechosas” en la Segunda Guerra Mundial.
Hay una
famosa fotografía de Robert Capa titulada “La rapada de Chartres” (que envío
con este texto), que muestra a Simone, una mujer de 23 años que va con su bebé
en brazos y su padre adelante con una bolsa, sometidos a la humillación de la
muchedumbre “liberada” y “liberadora” que se ríe a su paso. A ella le han
marcado la frente con un hierro candente. Esos episodios también se
reviven en la película francesa “Hiroshima Mon Amour” de Alain Resnais, con
guion de la escritora Marguerite Duras.
El fascismo
no tiene signo. Lo hay de izquierda y de derecha, lo perpetran quienes hablan
de libertad y quienes someten a los seres humanos. Y en Venezuela se han
instalado ideas, palabras e imaginarios tremendamente peligrosos. Esto debe ser
tomado con la seriedad que amerita. Las palabras deben ser asumidas y usadas
con la responsabilidad que conllevan. No son tiempos ni de banalidad, ni de new
age, ni de “mentes positivas” ni de “pasemos páginas” aplicados a determinadas
cosas, entre otras cosas porque esta historia está en pleno desarrollo y *todos
los peligros están latentes*.
Un dirigente
opositor envía ayer un mensaje en twitter que da escalofríos (y envío con este
texto). Da igual quien sea, porque ya esto se repite demasiadas veces y dan
terror las respuestas. Es para sentarse a reflexionar para que la oposición que
se dice democrática *erradique el término “colaboracionista” de su
vocabulario*, con mucha responsabilidad, porque los líderes modelan
comportamientos. Recuerdo una vez más, que ese término salió el año pasado en
un comunicado oficial de la Unidad y que uno de los negociadores de Barbados
del lado opositor (por citar dos ejemplos) tampoco tuvo problema en usarlo
públicamente.
Fascismo es
fascismo, “venga de donde venga” y solo ruego que quienes no entienden que la
liberación no pasa ni por la venganza ni por convertirte en lo que dijiste
combatir, nunca llegue al poder. Que lleguen los verdaderos Mandelas, los que
comprenden que una liberación pasa por liberarse antes que nada del odio y
pensar en el futuro de un país, en las generaciones que vendrán.
Son varios
ruegos en un mismo texto, gracias por haber llegado hasta aquí. Creo que el
tema es grave y lo amerita. https://es.gizmodo.com/cuando-los-franceses-afeitaron-la-cabeza-de-sus-mujeres-1828049629