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28 julio, 2019

Colaboracionista y la dimensión de las palabras


Por Mariela Rosso /Tomado de las RRSS

Quiero llamar la atención sobre la palabra *“colaboracionista”* y ruego abrir a continuación el link al final de este texto. *Lo ruego* porque es importante ver la cara de las acusaciones de “colaboracionismo”. En la Francia liberada de los nazis, se acusó a miles de mujeres de haber sido *“colaboracionistas”* con ellos. En muchos casos se usó el término “colaboración horizontal” para referirse a mujeres francesas que se creía habían tenido hijos, contacto o “colaboración” con los alemanes, fuese de forma voluntaria o involuntaria, forzadas. Estas miles de mujeres fueron humilladas públicamente, golpeadas en plazas, sometidas a juicios populares por las turbas, se les marcaba la frente con la esvástica nazi, las paseaban por las calles a la vista de todos, muchas veces desnudas o semidesnudas, como venganza de “liberación”.
                      
Estas prácticas las aplicaban los visigodos y se repitieron en el Medioevo, como castigo a las “mujeres adúlteras”. Los fascistas españoles también lo hicieron con las mujeres de las familias republicanas, y los nazis lo hicieron con las mujeres “sospechosas” en la Segunda Guerra Mundial.


Hay una famosa fotografía de Robert Capa titulada “La rapada de Chartres” (que envío con este texto), que muestra a Simone, una mujer de 23 años que va con su bebé en brazos y su padre adelante con una bolsa, sometidos a la humillación de la muchedumbre “liberada” y “liberadora” que se ríe a su paso. A ella le han marcado la frente con un hierro candente.  Esos episodios también se reviven en la película francesa “Hiroshima Mon Amour” de Alain Resnais, con guion de la escritora Marguerite Duras.

El fascismo no tiene signo. Lo hay de izquierda y de derecha, lo perpetran quienes hablan de libertad y quienes someten a los seres humanos. Y en Venezuela se han instalado ideas, palabras e imaginarios tremendamente peligrosos. Esto debe ser tomado con la seriedad que amerita. Las palabras deben ser asumidas y usadas con la responsabilidad que conllevan. No son tiempos ni de banalidad, ni de new age, ni de “mentes positivas” ni de “pasemos páginas” aplicados a determinadas cosas, entre otras cosas porque esta historia está en pleno desarrollo y *todos los peligros están latentes*. 

Un dirigente opositor envía ayer un mensaje en twitter que da escalofríos (y envío con este texto). Da igual quien sea, porque ya esto se repite demasiadas veces y dan terror las respuestas. Es para sentarse a reflexionar para que la oposición que se dice democrática *erradique el término “colaboracionista” de su vocabulario*, con mucha responsabilidad, porque los líderes modelan comportamientos. Recuerdo una vez más, que ese término salió el año pasado en un comunicado oficial de la Unidad y que uno de los negociadores de Barbados del lado opositor (por citar dos ejemplos) tampoco tuvo problema en usarlo públicamente. 

Fascismo es fascismo, “venga de donde venga” y solo ruego que quienes no entienden que la liberación no pasa ni por la venganza ni por convertirte en lo que dijiste combatir, nunca llegue al poder. Que lleguen los verdaderos Mandelas, los que comprenden que una liberación pasa por liberarse antes que nada del odio y pensar en el futuro de un país, en las generaciones que vendrán.

Son varios ruegos en un mismo texto, gracias por haber llegado hasta aquí. Creo que el tema es grave y lo amerita. https://es.gizmodo.com/cuando-los-franceses-afeitaron-la-cabeza-de-sus-mujeres-1828049629