Groenlandia
alberga el segundo depósito de agua dulce más grande de la Tierra,
después de la Antártida. Actualmente, el 60% de las contribuciones al
aumentando del nivel del mar provienen del derretimiento de su capa superficial
que se abre camino a través de corrientes que llegan hasta el océano. Los
científicos estiman que la desaparición total de esta capa de hielo del Ártico
supondría una elevación de siete metros en el nivel global del mar.
Hasta ahora,
se había estudiado el impacto del cambio climático sobre la extensión
del hielo en el Ártico a través de observaciones satelitales que
revelaban datos del deshielo desde los años 1970. Hoy, un estudio publicado en
la revista Nature recrea una nueva crónica histórica más precisa desde el siglo
XVII hasta la actualidad que describe el recorrido del hielo.
El trabajo
permite comprender mejor el verdadero impacto del clima sobre el
Ártico. Los resultados de esta investigación, liderada por Luke Trusel
de la Universidad de Rowan (Nueva Jersey, EE UU), revelan que el aumento del
deshielo comenzó a mediados de 1800, tras el inicio de la era industrial, y que
la velocidad de desaparición no ha hecho más que acelerarse, por encima de la
variabilidad normal, hasta el día de hoy.
“En
comparación con el comienzo de la era industrial, nos encontramos actualmente
con un 50% más de agua de deshielo. Según los datos, se ha
producido un 30% de este aumento únicamente durante el siglo XX”, señala Sarah
Das de la Institución Oceanográfica de Woods Hole (WHOI, por sus siglas en
inglés) y coautora de la publicación. La experta explica que los índices
actuales “se han disparado” por encima de la normalidad.
Expediciones
a lugares remotos de Groenlandia
Estas alarmantes
conclusiones fueron el resultado de un trabajo de observación de núcleos
extraídos del hielo glaciar y de un casquete costero en diferentes
zonas de más de 1.800 metros por encima del nivel del mar. A esta altitud, el
agua derretida durante la época estival se congela antes y evita perderse en el
océano. De esta manera, se registra en el hielo una cronología de bandas
congeladas que indican, año por año, las condiciones ambientales del terreno.
Hasta ahora,
se había estudiado el impacto del cambio climático sobre la extensión del hielo
en el Ártico a través de observaciones satelitales que revelaban datos del
deshielo desde los años 1970.
Las
perforaciones se realizaron durante varias expediciones que tuvieron lugar en
2003, 2014 y 2015. El acceso a estos puntos remotos fue posible gracias a la
ayuda de un helicóptero y una avioneta, además de un equipo completo dotado con
material de esquí y de acampada. Tras las expediciones, los núcleos fueron trasladados
a EE UU para su posterior análisis en diferentes laboratorios. Finalmente, los
resultados se combinaron con datos registrados por satélite y modelos
climáticos con el fin de validar las observaciones.
Según el
experto en glaciología, Nick Golledge, de la Universidad de Wellington (Nueva
Zelanda), este nuevo estudio es significativo porque combina mediciones de los
cambios en el derretimiento de la superficie de la capa de hielo de
Groenlandia con simulaciones de modelos computarizados independientes,
y ambas líneas muestran claramente que el deshielo de las últimas décadas no
tiene precedentes en los últimos 350 años.
“Las
mediciones satelitales se emplean únicamente desde hace aproximadamente 80 años
para comprender la respuesta del hielo al cambio climático. Estos nuevos
registros de los núcleos de la capa superficial, combinados con los datos anteriores,
proporcionan un contexto histórico crítico mucho anterior”, añade Matt Osman,
del Programa Conjunto MIT-WHOI y coautor del estudio.
Un mundo que
se ahoga
La
investigación muestra que a medida que la temperatura del aire aumenta
sobre Groenlandia, el deshielo se acelera. En lugar de derretirse a un
ritmo constante a medida que el clima se calienta, la capa se derretirá cada
vez más por cada grado de aumento en la atmósfera.
El último
informe del Panel Intergubernamental sobre el Cambio Climático (IPCC, por sus
siglas en inglés) establece que aún si, siendo optimistas, conseguimos limitar
este siglo el calentamiento global a 1,5 ºC respecto a los niveles
preindustriales, seguiremos sufriendo un aumento del nivel del mar durante el
próximo siglo XXII. Así lo describe también un artículo publicado en la revista
Nature el pasado mes de noviembre que establece estas inestabilidades de la
capa hielo entre 1,5 ºC y 2 ºC.
Además, esta
aceleración en el deshielo también es el resultado de una retroalimenación que
genera más derretimiento y escorrentía (flujos de agua sobre la superficie) a
medida que el clima se calienta. Una de las principales retroalimentaciones es
el oscurecimiento de la capa de hielo que reduce su albedo (reflexión de los
rayos del sol) y, por lo tanto, absorbe en mayor medida el calor.
La
inestabilidad de la capa de hielo marino en la Antártida y la
pérdida irreversible del hielo de Groenlandia podrían dar lugar a un aumento de
varios metros del nivel del mar a lo largo de cientos a miles de años. En estos
momentos, la pérdida de masa de los glaciares y las capas superficiales de
estos dos polos agrega al océano 670 gigatoneladas de agua al año, lo que
equivale a 268 millones de piscinas olímpicas o al caudal de las Cataratas del
Niágara durante nueve años.
Esta
disipación del agua derretida no contribuye únicamente a elevar el mar, sino
que también posee el potencial de alterar las corrientes oceánicas que, entre
otras cosas, establecen un equilibrio en la repartición de las temperaturas a
través del globo. Por ejemplo, son responsables de mantener zonas con climas
relativamente estables y exportar el calor de las latitudes más bajas.
El científico
Luke Trusel declara que este estudio es “la prueba de que el deshielo de
Groenlandia no forma parte de un ciclo natural". “El cambio climático no
es un problema de futuro, sino que está aquí y ahora. Su evidencia se conserva
en el hielo y el impacto de la contribución de Groenlandia al nivel del mar
depende en última instancia de lo que hagamos ahora y en un futuro muy
próximo”, concluye el experto.
Referencia
Bibliográfica:
Trusel, L. et
al. “Nonlinear rise in
Greenland runoff in response to post-industrial Arctic warming”, Nature 5 de
diciembre 2018 https://doi.org/10.1038/s41586-018-0752-4
Fuente: ECOticias.com