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Mañana se celebra otro 5 de Julio. Los jerarcas del gobierno
volverán a echar mano de su conocida retórica patriotera. Un cantautor tan
cercano a ellos, Alí Primera, escribió: _La Patria es el hombre_ . Y hoy,
esos hombres y mujeres venezolanos que son la patria, padecen hambre, mueren de
mengua en los hospitales por falta de medicamentos y de atención médica
adecuada, y sufren el mayor colapso de los servicios públicos de que se tenga
memoria. Allí están para probarlo las 23 protestas sociales que cada día
sacuden nuestras calles. Allí están las huelgas de enfermeros y profesores.
Allí están los barrios reclamando la falta de agua y los cortes de
electricidad. Allí están los usuarios del transporte público agredidos en su propia
dignidad de ciudadanos. ¿Se dará cuenta el gobierno del polvorín sobre el cual
se encuentra sentado?
Una de las causas esenciales de estos padecimientos, y la que
más daña a todos, además de la criminal reducción de la producción petrolera,
es *el proceso hiperinflacionario* cuya sola mención es ya casi un lugar común
en nuestro país. Detrás del hambre, del desabastecimiento de medicinas, de la
falta de repuestos, o de la imposibilidad de las mayorías de pagar sus precios,
se encuentra siempre la hiperinflación que convierte en sal y agua el ingreso
de las familias.
Frente a esta inescapable realidad, el gobierno ha tenido la
nada original ocurrencia de proponer pactar el control de los precios de 50
artículos de primera necesidad. Es el fulano *Plan 50*. Creer que en un entorno
hiperinflacionario puede siquiera explorarse la posibilidad de pactar precios
fijos por la vía de establecer la estructura de costos de las mercancías así
sea mensualmente, es más que una candidez, una necedad.
La *Concertación por el Cambio* afirma que Venezuela requiere
de un programa de reforma económica muy profundo para lograr abatir la
inflación, y que éste debe ser consensuado entre gobierno y oposición para
hacerlo viable. Si el gobierno diese alguna señal de acometer las medidas
ineludibles que mencionamos a continuación y que están contenidas en nuestro
documento _Proposiciones urgentes a la Nación venezolana y al Gobierno_,
estaríamos en la *disposición de participar con nuestros equipos de gobierno,
comenzando por la del economista Francisco Rodríguez, para ayudar a darles
viabilidad política:
*Incrementar la producción petrolera reactivando los pozos
inactivos de petróleo convencional* antes que seguir apostando al de la faja
del Orinoco.
*Consensuar una nueva directiva de PDVSA* con
profesionales expertos en el área.
*Unificación cambiaria* y progresivo levantamiento del
control de cambios.
*Despenalización de la tenencia y uso de dólares* en el
mercado.
*Reducción drástica del déficit fiscal*.
*Incremento en el precio de los combustibles*.
*Eliminación de la emisión de dinero inorgánico*, para lo que
es imprescindible la *restitución de la autonomía del Banco Central de
Venezuela consensuando su nueva directiva o considerar como opción la
dolarización de los salarios.
*Apertura a las inversiones nacionales y extranjeras*
garantizando su seguridad jurídica.
*Reprivatización de todas las empresas expropiadas o
confiscadas por razones distintas del bien común, así como de aquéllas que se
encuentren paralizadas, en particular las agroalimentarias.
*Cese de los controles compulsivos.
*Plan de subsidios directos* (a las personas)
temporales.
Lo que está en juego no es, no puede ser el cálculo
subalterno, político y/o electoral, de una u otra fuerza. *Lo que están
en juego es el bienestar, la salud y la vida de los venezolanos*. La
*Concertación* a este respecto no duda. *Si nuestra contribución puede
ayudar a resguardar los derechos de los venezolanos, estamos dispuestos a
ofrecerla sin importar el costo político que debamos pagar.
Por último, anunciamos que hemos ofrecido nuestro
concurso a quienes protestan hoy por razones laborales, salariales, y de
servicios, para diligenciar reuniones con los ministros de cada área y
acompañarlos en sus reclamos. Si queremos que la política sea de nuevo
reivindicada como el noble oficio que debe ser, debe ponerse al servicio de la
gente.