Un niño observa una de las prótesis de Guillermo Martínez.EPV
A Guillermo Martínez
siempre le ha gustado fabricar juguetes. De hecho ha acabado trabajando
en una empresa que se dedica a eso. Sin embargo, hace un año se compró
una impresora 3D con sus ahorros y empezó a investigar un mundo que en
principio parece que no tiene nada que ver: el de las prótesis. "Me
gustaba la idea de crear algo que luego hubiera que montar, meterle
cableado...", relata en conversación telefónica. En julio del año pasado
estaba preparado para viajar a Kenia para un voluntariado con Bamba
Porject, miro a su alrededor en su habitación y la vio llena de manos.
"Entonces se me ocurrió que tal vez la ONG podía ayudarme a que fueran a
parar a gente que las necesitara".
La Organización Mundial de la Salud calcula que hay unos 30 millones de personas en todo el mundo que necesitan una prótesis
y no tiene acceso a ellas. Martínez, madrileño de 23 años y licenciado
en Ingeniería de Organización Industrial, lleva desde aquel viaje
fabricándolas y enviándoselas a todos aquellos que las solicitan, a
veces de forma personal y otras a través de varias ONG. "Es algo que
hago en mi tiempo libre. En este año habré entregado unas 20 en
diferentes puntos de África, Europa y Latinoamérica", apunta. El
proyecto se llama Ayúdame3D, las ha bautizado como trésdesis
y su objetivo ahora es facilitar manuales y archivos de forma gratuita
para que otros que dispongan de este tipo de impresoras puedan realizar
su misma labor. Aunque está a punto de cumplir un año, un tuit replicado miles de veces en el que lo comparaban con Lolito Fernández, un jugador profesional de videojuegos, le ha proporcionado un nuevo impulso.
Uno imprime prótesis 3D para niños y se pira a Kenia a repartirlas. No le conoces.
Otro juega al ordenador y se pira a Andorra para ahorrarse impuestos. Está en todos los titulares.
Este proyecto se inspira en el de la ONG Enabling the future,
de Estados Unidos, que pone a disposición de personas con conocimientos
en impresión diseños de manos y brazos para niños de forma libre. Los
solicitantes también pueden hacer un encargo a través de esta
plataforma. En España, el FabLab de la universidad San Pablo Ceu forma parte de su red.
"Hasta ahora no existían diseños de codos, y esa es la parte de
innovación que yo aporto", asegura Martínez. La tecnología 3D se ha
mostrado como la gran esperanza de todas aquellas personas que no pueden
permitirse servicios médicos de calidad, sobre todo en países en vías
de desarrollo, y que son estigmatizadas en sus comunidades por no tener
una extremidad. Se trata de una técnica barata y relativamente fácil de
llevar a países en los que normalmente no hay suficientes expertos,
material y centros especializados.
En apenas 10 meses ha reunido unos 5.000 euros, solo el primer mes recibió más de 120 donaciones
El ingeniero ha abierto una hucha de donaciones en su web
para que el proyecto siga financiándose de forma comunitaria. En apenas
10 meses ha reunido unos 5.000 euros, solo el primer mes recibió más de
120 donaciones. Cada pieza ortopédica tiene un coste de unos 35 euros y
un proceso de elaboración de alrededor de una semana. Los mensajes que
le llegan incluyen las características y medidas de la persona que lo
necesita y algunas peticiones especiales. "Si me la piden de color rosa,
la hago así", comenta.
En unos días, Guillermo Martínez vuelve a marcharse a Kabarnet, el
pueblo keniano en el que empezó todo, con la esperanza de que su hucha
siga creciendo y se transorme en manos, codos y pies.