Mientras Israel acusa a Irán de mentir sobre su programa
nuclear, el país liderado por Netanyahu lleva décadas ocultando sus
armas nucleares
Rodeado de enemigos, la falta de transparencia sobre sus
armas nucleares favorece su estrategia de disuasión, basada en represalias
masivas
EEUU descubrió la central nuclear en 1958, pero entonces
Israel aseguró que se trataba de una central de investigación metalúrgica
Javier Biosca Azcoiti / Tomado de El País
– España
Israel está empeñado en desmontar el acuerdo nuclear con
Irán. Esta semana, el primer ministro Israelí, Benjamin Netanyahu, ha montado
un espectáculo para mostrar al mundo los más de 100.000 documentos robados a
Irán por espías israelíes que supuestamente demuestran que Irán mintió
sobre sus compromisos nucleares.
A pesar de años de revuelo con el pacto nuclear iraní, no
fue ese país el que introdujo las armas nucleares en Oriente Medio, sino
Israel. La diferencia es que la república islámica había firmado el Tratado de
No Proliferación –que prohíbe la producción de armas nucleares– e Israel, no.
Israel alega que ello va en contra de su seguridad nacional.
Netanyahu quiere demostrar al mundo que Irán está engañando a
las potencias occidentales y a los inspectores del Organismo Internacional de
Energía Atómica (OIEA). Justo lo que hizo Israel en los años 60 con la central
de Dimona, donde creó una sala de control falsa para engañar a los inspectores
y ocultar su objetivo real de hacerse con la bomba nuclear, según contó el
periodista Seymour Hersh en su libro The Samson Option (1991).
Desde que lo consiguió, la política israelí ha sido clara: ni
confirmar ni desmentir. Esta táctica forma parte de otra mucho más amplia, la
conocida como Opción de Sansón. Esta es una estrategia de disuasión basada en
represalias masivas en caso de que las defensas convencionales del Estado
fallen ante un ataque extranjero.
Al no tener una doctrina nuclear transparente, Israel cree
que la disuasión es más efectiva. Sin embargo, solo el nombre de su estrategia
ya revela lo suficiente, ya que hace referencia al personaje bíblico Sansón,
que derribó los pilares del templo de los filisteos matándose a sí mismo y a
los miles de enemigos que le habían capturado. En definitiva, Israel
quiere disuadir a sus enemigos dejando claro que si le atacan, es capaz de
provocar una destrucción absoluta.
El secreto peor guardado
El programa nuclear de Israel es el secreto peor guardado del
país, pero las autoridades siguen gestionándolo como tal. Estados Unidos,
principal aliado de Israel, ha reconocido públicamente su existencia. El
secretario de Defensa de George W Bush, Robert Gates, afirmó durante
su sesión de confirmación en el Senado en 2006 que Irán quiere la
bomba nuclear porque está rodeado de potencias nucleares, "Pakistán al
este, Rusia al norte, Israel al oeste y nosotros en el Golfo Pérsico".
Además, en 2013 Avraham Burg, expresidente del Parlamento israelí, recibió
fuertes críticas por reconocer que Israel tiene armas químicas y nucleares.
Pero hubo un momento en el que el proyecto nuclear israelí no
era un secreto a voces. El vuelo de un avión espía en 1958 da a EEUU la primera
pista de que algo está ocurriendo en Dimona, en el desierto del Neguev. Dos
años después, EEUU pide explicaciones e Israel responde que se trata de una
planta de investigación metalúrgica. La CIA no se lo cree y concluye unos meses
después que Israel está construyendo una gran central nuclear subterránea.
Kennedy presionó para frenar el proyecto nuclear israelí
sin éxito. "Puedo asegurarle con total claridad que no introduciremos las
armas nucleares en la región y que ciertamente no seremos los primeros en
hacerlo", aseguró Shimon Peres a la Administración estadounidense. Este
compromiso terminaría convirtiéndose en la respuesta estándar israelí para las
siguientes décadas.
"Los peligros de la proliferación de armas nucleares son
tan evidentes que estoy seguro que no hay necesidad de repetirlo
aquí", escribió el presidente John F. Kennedy al primer ministro
israelí Ben Gurión en mayo de 1963. "Por esta preocupación, mi
Gobierno ha buscado programar con ustedes visitas periódicas a Dimona […] Nos
preocupan los efectos sobre la estabilidad mundial que podría conllevar el
desarrollo del arma nuclear por parte de Israel".
Durante la guerra de 1967, Israel ya tenía la capacidad de
producir una bomba con tan solo siete u ocho días de margen, según informó la
CIA. En 1969, el presidente Richard Nixon se reunió con la primera ministra
Golda Meir, a quien transmitió la siguiente idea: "Nuestra principal
preocupación es que los israelíes no hagan una introducción visible de las
armas nucleares ni lleven a cabo ensayos nucleares".
Pero Israel tiene una forma peculiar de definir
"introducción". En palabras de Isaac Rabin, entonces embajador
israelí en Washington y años después primer ministro, Israel no introdujo las
armas nucleares en la región porque no hizo nada que sirviese al mundo para ser
consciente de que había nacido una nueva potencia nuclear. Rabin creía que era
lícito contar con armas nucleares mientras no se hiciesen pruebas nucleares, se
desplegasen esas armas o se hiciese pública su posesión.
De acuerdo con el historiador Avner Cohen, Israel estuvo a
punto de desplegar su arsenal nuclear durante el segundo día de la Guerra del
Yom Kippur (1973), cuando los Altos del Golán estaban a punto de
caer en manos de Siria, pero la primera ministra Golda Meir descartó
finalmente el movimiento. De acuerdo con el Stockholm International Peace
Research Institute (SIPRI), Israel tenía en 2017 unas 80 cabezas nucleares..
En 1986, Mordechai Vanunu, un antiguo técnico nuclear israelí, dio a
medios británicos información sobre el programa secreto de armas nucleares.
Poco antes de que The Sunday Times publicase la
historia, una agente del Mossad consiguió seducir a Vanunu y
le convenció para viajar a Roma –Israel no quería secuestrar a Vanunu en Reino
Unido para no dañar sus relaciones con Margaret Thatcher–. A su entrada al
hotel, varios agentes israelíes se abalanzaron sobre él, le inmovilizaron y le
drogaron.
Mientras tanto, el buque israelí INS Noga –camuflado como un
barco mercante– inició su camino a las costas italianas. Anclaron en aguas
internacionales y esperaron a la lancha en la que los agentes traían a Vanunu.
Entonces el INS Noga partió de vuelta a Israel. En 1988, el antiguo técnico
nuclear fue condenado a 18 años de prisión. Salió de prisión en 2004 y desde
entonces ha sido arrestado en numerosas ocasiones por violar las condiciones de
su liberación –entre las que se le prohibía hablar con extranjeros o salir de
Israel–, la última en 2015.
Atrás queda la promesa israelí a Richard Nixon: "Israel
no se convertirá en una potencia nuclear". Mientras mantiene su política
de ambigüedad calculada, Israel se ha erigido durante décadas como garante de
la no proliferación en la región. Así lo demuestra el reciente show de
Netanyahu. Hace unas semanas, Israel reconoció por primera vez un ataque relámpago
cometido en Siria en 2007 para destruir un presunto reactor nuclear
secreto de Bashar al Asad. En la misma línea se explica el ataque israelí de 1981 contra un reactor nuclear
construido en Irak –10 soldados iraquíes y un civil francés murieron
en la operación–.