El dibujante Andrés Rábago publica Contra muros y banderas, una recopilación de sus mejores viñetas sobre Catalunya y el auge de los nacionalismos
"La bandera ha dejado de ser un símbolo para convertirse en un instrumento de poder y de fragmentación"
Los muros físicos se construyen con
ladrillos, pero es mucho menos trabajoso erigir los ideológicos: basta
con un trapo y un palo. La guerra de banderas que se ha desatado a raíz
de la crisis en Catalunya es la semilla que inspiró la nueva
recopilación de viñetas de Andrés Rábago (Madrid, 1947). El Roto: Contra muros y banderas (Reservoir Books) es su peculiar interpretación del uso partidista que se ha hecho en los últimos meses de la rojigualda y la estelada.
"Las banderas deberían estar solo en los espacios institucionales. Más
allá de eso, el abuso que haga un partido de ella es espurio porque la
bandera es de todos", asegura el veterano viñetista mientras bebe a
sorbos muy pequeños su vaso de agua. Sobre la mesa, un par de ejemplares
de su libro lucen en la portada una reinterpretación de la célebre Riña de gatos de Goya. En lugar del ladrillo desgastado del original, un felino se posa sobre la bandera española y el otro sobre la senyera.
Aunque todo indique lo contrario, El Roto asegura que
"no es un libro específico sobre Catalunya, sino contra la
fragmentación". No distingue entre la repartición del rojo y el amarillo
sobre la tela porque, en su opinión, ambas "han dejado de ser símbolos
para transformarse en instrumentos de poder, de diferenciación y de
separación".
Dice Rábago que la bandera española
no debe tener más función que la de identificar a un país, "como a un
navío en alta mar", pero no ha sido ese su uso desde el pasado octubre.
Ahora, buena parte de los ciudadanos españoles identifican la rojigualda
con una postura en el debate soberanista con la que quizá no se sientan
cómodos. Para El Roto, "es una utilización espuria por parte del
Gobierno de un elemento común”, pero también porque "la izquierda ha
mantenido esa vieja visión de la bandera como parte del imaginario
franquista".
Lo que es innegable es que el auge de
los nacionalismos ha traído consigo una imagen aterradora de banderas
ondeantes. En Hungría, Grecia o Austria, la ultraderecha se ha lanzado a
las calles enfundada en la bandera del país a la vez que lanzaba
consignas xenófobas y supremacistas. En España, el discurso por la
unidad también brindó un hueco privilegiado a estos grupos para redoblar y visibilizar su mensaje ultra.
"Son las sociedades más débiles las que se reorganizan alrededor de
estos símbolos y adquieren identidades impostadas", explica El Roto.
"El orgullo patrio es una absurdez.
Sentirse orgulloso de ser de un sitio en concreto, una estupidez",
asevera. "El orgullo debería surgir por algo más que por un sentimiento
de pertenencia. Porque tu nación sea más justa con sus ciudadanos o más
culta. Pero ni siquiera eso es atribuible a uno mismo, sino a terceras
personas", piensa el Roto. Contra el "patriotismo de pulserita", Rábago
apela a la voluntad de trabajar por un país a través de nuestro propio
comportamiento, no enarbolando una bandera. "¡Robaba, sí, pero pensando
en la patria!", como reza una de sus viñetas.
Las viñetas de la "concordia"
Aunque su opinión sobre el uso partidista de la rojigualda es
inclemente, El Roto no es más sutil cuando le toca dibujar sobre el
independentismo. Un aguijón de avispa, unas setas alucinógenas o un
arcoíris bicolor que se alza en un horizonte de la tierra prometida son
algunas de las hipérboles que ha usado en Contra muros y banderas.
"La sátira tiene unos mecanismos caricaturescos que le son propios,
como la exageración", reconoce el viñetista. "Pero no deja de haber algo
de alucinógeno en todo esto, sobre todo de manipulación del consciente
colectivo. Una hipnosis muy pegadiza", resume.
Él, nacido y criado en Madrid,
asegura que "los temas identitarios no me interesan", pero que aún así
le habría gustado realizar las viñetas desde Catalunya. "Es un asunto
que nos afecta a todos, pero allí se vive con mucha más intensidad",
reconoce. En muchas de sus tiras hace referencia al socavón, casi
precipicio, que ha generado la incapacidad de comunicarse de los
políticos. "¿Y este abismo? Lo cavamos entre tú y yo, ¿no te acuerdas?",
dicen dos figuras negras marcadas con distintas banderas en una de las
imágenes.
"Ha habido una dejación por parte del
Estado de lo que debería haber sido su trabajo. Al poder central le
interesaba ceder este territorio porque esos gobiernos locales le
permitían ganar elecciones. No ha tenido en cuenta el interés ciudadano
frente al interés partidista de cada momento", atribuye el dibujante.
Respecto a las posibles salidas, El
Roto no se muestra demasiado optimista. "Es un problema de largo
alcance. Vamos a tener que convivir con él durante bastante tiempo. Este
libro fija una posición y servirá de souvenir de una época que espero
que, en algún momento, se convierta en un recuerdo de lo que pasó",
confía. "Es el momento de que la sociedad catalana se sienta acompañada,
y todos debemos ayudar a reconducir la situación".
En su opinión, el "librito" Contra muros y banderas
es su modesto intento de aportar al entendimiento. Haciendo referencia a
viñetistas clásicos como Forges, Chummy Chúmez o Máximo, El Roto
entiende la sátira como una herramienta "para criticar a los que abusan
del poder y acompañar al que está sufriendo". "Hay momentos en los que
tienes que echar una madera al agua donde alguien se pueda agarrar o
sentirse en compañía", dice en referencia al "servicio público" del
gremio de la viñeta.
Tampoco pierde la esperanza de
alcanzar a los que hoy ondean banderas con tanto convencimiento. "Cuando
estás en medio de una corriente de opinión poderosa, debes de ser muy,
muy fuerte para mantenerte al margen", admite. Con sus breves aforismos y
el lenguaje visual de sus gruesas pinceladas, El Roto aspira a "elevar
el pensamiento común" y a evitar que los poderosos "nos conviertan en
sus banderas".