Marielle Franco fue asesinada a tiros cuando volvía a casa en un vehículo tras un acto político; su conductor también ha fallecido
La voz de esta defensora de derechos humanos se escuchaba alto porque sonaba a verdad
Volvía a casa tras participar en un
encuentro con jóvenes negras con las que compartió experiencias e
iniciativas afrofeministas para "mover las estructuras y alcanzar la
igualdad de derechos". "Salgo de aquí con el cuerpo, con el corazón y
con la mente fortalecidos para nuestras batallas", decía sonriente para
concluir el que se convirtió en el último acto público de Marielle
Franco, activista y concejala del Partido Socialismo y Libertad en Río
de Janeiro.
Esas batallas a las que se refería, las
que combatió, visibilizó y tuvo que dejar abiertas, las vivió mucho
antes de convertirse en la quinta concejala más votada de los comicios
municipales de 2016. Negra, madre adolescente, lesbiana, nacida en la
favela y defensora de derechos humanos: la voz de Marielle Franco se
escuchaba alto porque sonaba a verdad. "Soy una mujer negra, pero antes
de eso, antes de reivindicar y comprender lo que era una mujer negra en
el mundo, yo ya era una 'favelada", explicaba Franco en una entrevista
reciente.
Renata Neder, portavoz de Amnistía Internacional
Brasil, conocía de forma cercana a la activista asesinada. "Era una
grandísima defensora de los derechos humanos. Es una pérdida gravísima
para Río de Janeiro y para todo Brasil, por su gran y ejemplar historial
de combate contra el racismo, la homofobia, la desigualdad de género y
la violencia en las favelas de Río de Janeiro", lamenta la representante
de la ONG en conversación con eldiario.es.
Nacida y
criada en el barrio de favelas de Maré, uno de los más peligrosos de
Río de Janeiro, sufrió de cerca las consecuencias de la violencia. La
muerte de una amiga por una bala perdida, explicaba la concejala, la
empujó a introducirse en movimientos en defensa de los derechos humanos.
Sus vivencias le impulsaban a ser la edil más crítica con la
intervención del Ejército en la seguridad de Río de Janeiro, puesta en
marcha por el Gobierno brasileño hace un mes con la intención de
"combatir la ola de violencia" que vive el Estado desde los Juegos
Olímpicos de 2016.
Poco antes de ser asesinada a
balazos en su vehículo, Marielle Franco fue nombrada la relatora de la
comisión del Concejo creada para fiscalizar las operaciones policiales
en el marco de la intervención militar. Ella era quien, desde el
Ayuntamiento, estaba encargada de monitorear las posibles violaciones de
derechos humanos por parte de las fuerzas de seguridad de las que ya alertan los habitantes de las favelas de Río.
Amnistía Internacional ha mostrado su oposición a la intervención
militar en el municipio porque, a su juicio, aumenta la violencia y la
represión. "El uso de las fuerzas armadas no es útil para garantizar la
seguridad pública, porque su rol no es este. Su rol es la guerra",
apunta Neder, quien recuerda las consecuencias de la introducción de
militares en las favelas durante los juegos olímpicos. "Fue
desastroso".
La lucha afrofeminista ha sido crucial
en su carrera política y activista. Aquí también puede localizarse un
punto en común entre sus denuncias y su propia biografía. Cuando estaba
cursando la preparación para la selectividad, con 18 años, Franco se
quedó embarazada.
"Como la mayoría de jóvenes de la
favela, no escapé de la norma", decía la concejala, quien tuvo que dejar
estancados los estudios durante unos años para, con ayuda de su madre,
cuidar de su hija. En su boca, con su experiencia sobre la espalda,
suenan con más fuerza las denuncias sobre la igualdad de derechos de las
mujeres negras y la necesidad de información sobre salud
reproductiva.
Marielle finalmente estudió
Sociología gracias al apoyo de una beca de estudios estatal y realizó un
master de Administración Pública. Tras años de activismo en movimientos
sociales, pasó a ser asesora parlamentaria del diputado Marcelo Freixo,
compañero del Partido Socialismo y Libertad, explica el medio brasileño O Globo.
Una vez en el Gobierno municipal de Río de Janeiro, como presidenta de
la Comisión de la Mujer del Concejo, la defensora de derechos humanos
presentó un proyecto para la creación de un Informe de la Mujer Carioca,
con el objetivo de solicitar la recopilación de datos sobre violencia
de género en el municipio. Otras de sus iniciativas buscaron permitir
el aborto en las mismas condiciones establecidas por el Supremo Tribunal
Federal del país y ampliar el número de Casas de Parto, locales
destinados a la realización de partos.
"Era una
mujer muy fuerte, muy potente. Su energía positiva nos llevaba hacia
delante y hacia arriba. Tenía mucha luz", describe la portavoz de
Amnistía. Desde la ONG recuerdan la necesidad de proteger a las
defensoras de derechos humanos y exigen a las autoridades brasileñas una
investigación "rigurosa e independiente" de su asesinato.
"Los asesinatos de defensoras de derechos humanos tan reconocidas hacen
mucho daño no solo a sus allegados y a la propia ciudad, sino a toda la
sociedad porque expanden el miedo entre otros activistas menos
conocidos. ¿Qué van a pensar quienes se manifiestan contra la violencia
militar en las favelas tras la noticia si se ha asesinado a una
concejala de esta manera? Es urgente que el Estado garantice una
investigación inmediata y profunda", apunta Neder.
Brasil es uno de los países más peligrosos del mundo para defender los derechos humanos, según la ONG Front Line Defenders, con alrededor de una treintena de asesinatos registrados en 2017. Cuatro países engloban casi la totalidad de homicidios (80%): Brasil, Colombia, México y Filipinas.
Tras su asesinato han sido convocadas numerosas concentraciones en el
país, pidiendo justicia y recordando algunas de sus denuncias.
Manteniendo viva su mecha para, como ha señalado la hermana de la
concejala, recordarla por su lucha y su sonrisa: "Intentarán callar su
voz. Ese sentimiento de dolor que brota por ella y por Anderson. Quiero
decir que hoy Maré (su barrio de favelas) llora, Río llora, Brasil
entero llora. Tiene que haber justicia. Voy a recordarla con una
sonrisa, era una persona muy buena que luchaba por las mujeres negras".