Por DANILA SAIEGH
Prudencia Ayala nació
en El Salvador a fines del siglo XIX. De pequeña la consideraban una
adivina. De grande, fue poeta, feminista y la primera mujer en querer ser
candidata a presidenta, en un momento el que las mujeres ni siquiera tenían
derecho a votar.
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Prudencia Ayala fue la primera mujer que dijo en español “yo
quiero ser presidenta”. Nació el 28 de abril de 1885 de noche y con tormenta en
Sonzacate, una comunidad indígena al este de San Salvador. Su madre Aurelia
había llegado a caballo desde Guatemala esa misma noche. En el camino un rayo
cayó sobre un árbol y casi la mata. Aurelia lo interpretó como un milagro.
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A los 11 años Prudencia tuvo que dejar la escuela porque su
mamá no la podía mantener. Aprendió a coser y trabajó con ella. Por el
componente místico de su nacimiento, creía que podía predecir el futuro. Bajo
el seudónimo de “La Sibila Santaneca” empezó a publicar sus profecías en los
periódicos locales. En 1914 pronosticó la caída del káiser de Alemania y la
entrada de los Estados Unidos en la guerra. Otra hipótesis es que no se trataba
de poderes sobrenaturales, sino de su propia lectura política.
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Rondando los 30 años aprovechó su fama como adivina y comenzó
a publicar poemas y artículos de opinión en el “Diario de Occidente”. Ahí
expresaba su rechazo a la invasión norteamericana en Nicaragua o denunciaba el
machismo en la política salvadoreña. Se volvió conocida como una especie de
feminista esotérica.
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En 1919 criticó al alcalde de Atiquizaya en una de sus
columnas y fue detenida durante un par de semanas. Cuando salió, viajó a
Guatemala para participar de las movilizaciones contra del dictador Estrada
Cabrera. También terminó presa por cooperación en la planificación de un golpe
de estado que le puso fin al gobierno de facto. Todo esto lo escribió en
“Escible. Aventuras de un viaje a Guatemala”.
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A la vuelta fundó el periódico Redención femenina. Desde ahí
impulsó su proyecto político hasta que en 1930, a los 45 años decidió lanzarse
como candidata a presidenta. Salvador ni siquiera reconocía el derecho al voto
de las mujeres. Los diarios conservadores se referían a ella como a “una loca
que viene a destruir a la familia salvadoreña” y “dueña de ideas feministas muy
atrevidas”.
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Cuando todos los candidatos se reunieron en San Salvador con
el presidente, Prudencia también fue. Muchos jóvenes y mujeres fueron a
recibirla. Apoyo a los sindicatos, honradez y transparencia en la
administración pública, limitación de la distribución y consumo del
aguardiente, libertad de culto y reconocimiento de los hijos fuera del
matrimonio eran algunos puntos de la plataforma de Prudencia.
7
La pretensión de Prudencia inició un debate público de
argumentos jurídicos y políticos, pero finalmente el ejecutivo bajó el
martillo: “La ciudadanía no corresponde a la mujer pues no está dotada de
derechos femeninos”. Apeló a la corte suprema, quien también votó en contra.
“Los políticos que me han ridiculizado quedan perdonados con todo corazón, para
que ellos perdonen mis entusiasmos cívicos si con ello les ofendo”, dijo
Prudencia Ayala en su última carta abierta.
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Prudencia se alejó de la política partidaria pero siguió
militando por los derechos de los campesinos y las mujeres. En 1939 el
movimiento feminista salvadoreño conquistó el derecho al sufragio. Prudencia
murió tres años antes, a los 51 y fue enterrada junto con su bastón de bambú,
el mismo que usaba desde adolescente para escandalizar a quienes creían que
solo los hombres blancos con título tenían derecho de hacerlo.