Por Enrique Ochoa Antich
El diálogo no puede ser
condicionado a resultados inmediatos. De todas las negociaciones que en el mundo han sido, el más
breve fue el de Sudáfrica… ¿y duró 5 años? Otros ejemplos son: El Salvador: 10
años, Guatemala 11
años, Irlanda 21 años, Angola 14 años, Sudán 7 años, y la lista continúa por el
mismo tenor. Pongamos los pies en el piso. Cuando se me dice que el país no
aguanta cinco años de negociaciones, siempre respondo que se hubiésemos
comenzados hace cinco años, hoy tendríamos resultados. En todo caso, cuanto más tarde comencemos, más tarde se
alcanzarán los resultados. Entonces, iniciemos ya, sin miedo, con
paciencia, con firmeza.
El inmediatismo es
enemigo de una negociación exitosa (suele ser
coartada de quienes no la quieren o no están interesados en ella) y la hace
fracasar de antemano, creando además ilusiones en el pueblo que sólo darán paso
a más decepciones.
La MUD debe hablar
claro, es lo que el país espera y decir que sólo se está iniciando un proceso y que sus
resultados sólo serán observados en el tiempo. Constituye una irresponsabilidad
que se siga haciendo creer que este diálogo que ahora recomienza permitirá de
inmediato la recomposición de todos los poderes públicos (CNE y TSJ, por
ejemplo) y hasta un cambio de gobierno, con elecciones anticipadas. No se diga
la alucinación ésa (más que alucinación, ridiculez) según la cual el único
objetivo del diálogo es la renuncia del presidente. Seamos serios y no engañemos a la gente.
Si la MUD va a
representar a toda la oposición democrática, todos (incluso quienes nos hemos
deslindado de ella) tenemos el deber exigirle mesura al momento de plantear
sus exigencias y seriedad al asumir la dirección del diálogo.
La verdad es que los
únicos resultados inmediatos del diálogo o los que más importan son dos: por
una parte, acordar un calendario
electoral que asegure con garantes internacionales un proceso de cambio democrático que inicie
la re-constitucionalización de la estructura del Estado: elección de
consejos legislativos, alcaldías y concejos municipales a la brevedad posible y
elecciones presidenciales en diciembre de 2018 (que deben ser aceptadas
explícitamente por la MUD ); por la otra, aprobación
progresiva por parte de la AN de los empréstitos internacionales de la
nación, para lo cual debe ser
superado el atropello de su ilegítima declaración en desacato.
Estos son los dos
puntos en los que, en mi opinión, debe focalizar su atención la MUD. Para lo
demás: libertad de presos políticos, elección de un nuevo CNE, recomposición
del TSJ, relaciones ANC/AN, Comisión de la Verdad, etc., etc., tenemos todo el
año 2018. Añadiría como urgente, a través de un diálogo económico y social
específico y diferenciado, la
posibilidad de la apertura de un canal de ayuda humanitaria para Venezuela.
Tengo la impresión, y
se trata de un hecho de enorme importancia que el liderazgo debe verificar y
estimar, de que una parte digamos
más moderada del madurismo ha concluido que el cambio político en 2018 es
inevitable y quiere negociar “el día después” de modo de asegurar su
futuro como proyecto político, para lo que la oposición democrática y el
gobierno deben desde ahora construir
opciones de reconciliación y perdón y no de persecución y venganza.
Al liderazgo de la MUD
le ha faltado el necesario ejercicio autocrítico que comience por reconocer el
error estratégico de estos cuatro meses de insurrección y violencia que no condujeron a nada, excepto a más de 100 muertes (no
sólo de opositores, sino también de oficialistas y mayoritariamente de
indiferentes) y a una Constituyente espuria. Sólo
de una autocrítica sincera puede derivarse la explicación que el país opositor
merece acerca de porqué este golpe de timón que va del 350 a la participación
en las elecciones regionales. Esta
carencia es lo que permite comprender que una parte del pueblo opositor,
aturdida y desencantada, se haya declarado en abstención, reportándole a los
partidos más emblemáticos de esta salida extremista, PJ y VP, una costosa
derrota en las primarias de la MUD.
Las minorías
extremistas de ambos polos deben actuar con algo de humildad y permitir que
quienes somos partidarios de la ruta democrática y no de fantasiosas salidas
maximalistas, podamos explorar los caminos del diálogo, la negociación y los acuerdos. Durante dos décadas, las
pretendidas salidas extremistas siempre llevaron al fracaso; por el contrario,
todas las victorias democráticas han obedecido a estrategias moderadas,
progresivas y democráticas. Con John Lennon decimos: Todo
lo que pedimos es que se le dé una oportunidad a la paz.