Clima de intensa y extensa celebración
A veinte años de su unión original, los cuatro cantantes
españoles volvieron al Luna Park para una serie de conciertos. Y el
reencuentro, repleto de clásicos de cada uno, acumuló canciones y aplausos
durante casi tres horas y media.
Por Karina
Micheletto / PAGINA 12
Veinte años después, en el mismo escenario, y hasta dispuesto
de la misma manera –desplegado a lo ancho, “a la Tito Lectoure”, precisaría uno
de los protagonistas–, Ana Belén, Víctor Manuel, Miguel Ríos y Joan Manuel
Serrat volvieron a Buenos Aires con el espectáculo que los unió en un proyecto
que hoy ya es toda una marca: El gusto es nuestro. Fue en un Luna Park repleto,
el miércoles pasado, el primero de una serie de conciertos que continuarán hoy,
mañana y el domingo, y que seguirán por el Orfeo de Córdoba y el Metropolitano
de Rosario, el miércoles y viernes próximos. Guiado por la cercanía afectiva
que tienden aquellas canciones, en su gran mayoría clásicos, y sustentado por
una populosa banda que no ahorró despliegues entre trece buenos músicos, el clima
fue el de una intensa y extensa celebración: un reencuentro que acumuló
aplausos y canciones durante casi tres horas y media.
Los cuatro juntos al comienzo y al final, pero también por
separado y en diferentes duetos, los españoles repasaron un repertorio de “las
que sabemos todos”, sin dejar de sumar algún tema menos conocido, sobre todo
del repertorio rockero de Ríos. Unas y otras canciones fueron entusiastamente
celebradas por un público bien dispuesto para sumarse a la “celebración de
tantas cosas vividas en todos estos años”, según definió Ana Belén al momento
compartido. Hubo ovaciones de pie para escenas individuales de cada uno de los
cuatro anfitriones aunque, claro, Serrat arrancó ya con todo un tramo de
euforia previa ganada. “Hoy puede ser un gran día” –en la presentación grupal
del cuarteto–, “Sólo pienso en ti”, “Cantares”, “Mediterráneo”, “La Puerta de
Alcalá”, “Asturias”, “Esos locos bajitos”, “El hombre del piano”,
“Contamíname”, y la esperada “Fiesta” en los bises del final, formaron parte de
esa batería de enlaces directos a la memoria afectiva de cada uno, que remiten
tanto al primer El gusto es nuestro como a las trayectorias que siguieron los
intérpretes.
En la complicidad del “veinte años no es nada” compartida con
un público que promediaba el medio siglo vivido, los cantantes avanzaron por el
lado de la broma. “¿Cuántos de ustedes vinieron a vernos la primera vez?”,
preguntó Serrat, y varias manos se levantaron aquí y allá en el Luna. “Veo
también algunos jóvenes... ¿han venido a acompañar a los abuelitos, para que no
se pierdan a la salida? ¡Qué bien!”, completó, en modo de stand up, con butaca
larga incluida. También Ríos hizo jugar a favor el tema: “Yo ya soy un retirado
de la música, porque sé que el rock no es un país para viejos... a menos que
seas un Rolling Stone y entonces sí, te cambian la sangre y sigues”, dijo.
“Estoy aquí porque me fueron a rescatar de la residencia en la que estaba, ‘El
hogar del viejo rockero’”, continuó en el mismo tono. Además de sus canciones
con duelo de riffs a tres guitarras incluido, trajo a su modo a Roque Narvaja
(con “Santa Lucía”, un tema que se hizo muy popular dentro del repertorio del español)
y a Charly García, con quien compuso alguna vez una canción. “Este es un
homenaje a los rockeros del Cono Sur, un tema que nos permitió darle peso
ideológico a nuestro canto”, dijo al presentar “Nos siguen pegando abajo”.
Entre todos los protagonistas de El gusto es nuestro. 20 años
sorprendió especialmente Ana Belén, con todo lo que mostró de encanto, belleza
y caudal de voz. “Tengo que agradecer a tantos amigos que me han regalado sus
canciones y han confiado en mí para que las interprete, como el querido León
Gieco”, dijo la actriz y cantante antes de presentar “Sólo le pido a dios”.
Víctor Manuel se hizo tiempo para contar el origen de canciones como “Sólo
pienso en ti” o “Cómo voy a olvidarme”, de letra siempre tan vigente: “Cómo voy
a olvidarme, si el olvido es mi memoria... Sólo olvidan los bobos, que
reescriben la historia, para borrarlo todo”. “En España aún hay 120 mil
personas enterradas como NN, somos el segundo país del mundo en muertos sin
identificar. Es increíble que a tantos años de democracia, ningún gobierno se
haya molestado en desenterrar y darle identidad a toda esa gente. Sólo han
seguido el tema los familiares, como pueden”, expresó al presentar su canción,
que fue acompañada con fotografías de la Guerra Civil española, pero también de
los inmigrantes que hoy no encuentran lugar en Europa.
La primera ovación de pie de la noche había llegado algo
antes, con el ingreso de Serrat y “Cantares”. “Para la libertad”,
“Mediterráneo”, “Aquellas pequeñas cosas”, “No hago otra cosa que pensar en
ti”, con Miguel Ríos, o “Palabras de amor” en catalán, se sumaron a las
canciones de siempre. “Algo personal” fue dedicada por el catalán “a las
víctimas de la tragedia de Once, con la esperanza de que la justicia avance”.
Fue la única referencia que hizo al contexto social y político actual. Otras
bajaron desde la popular en forma de gritos del público: “¡Que devuelvan a
Santiago!”, “¿Y Santiago dónde está?”, se escuchó y se aplaudió. El resto, lo
dijeron las canciones.