Tomado del blog del Observatorio Venezolano de las Autonomías.
Por Ricardo Dudda*
Hay pocos socialistas españoles
que apoyen a Maduro, pero abundan los que retóricamente parecen despreciar más
a la derecha que lo critica, y a una oposición que consideran golpista, que al
propio chavismo. Venezuela es siempre algo que se compara con la derecha, o con
la cobertura mediática de la corrupción, o con la desigualdad, en general con
cualquier cosa indeseable. No se analiza de manera aislada. Para esta
izquierda, Venezuela no existe más allá de este marco mental. Entre risas e
ironía, callan, comparan, matizan donde no hay que matizar, y acaban
blanqueando un régimen autoritario.
Como el enemigo es un supuesto
neoliberalismo golpista de la oposición (una oposición que tiene líderes
abiertamente socialdemócratas, como Henry Ramos Allup, expresidente de la
Asamblea Nacional, que es vicepresidente de la Internacional Socialista), la
alternativa solo puede ser el régimen de Maduro. Es un chavismo soft que
piensa, desde las libertades de las democracias liberales, que la superación
del liberalismo es la victoria de la democracia. Es justo al revés. Como
escribe Pablo Stefanoni en Nueva Sociedad, “no es la primera vez, ni será la
última, que en nombre de la superación de la ‘democracia liberal’ se anula la
democracia junto con el liberalismo.”
Esta izquierda usa la democracia
como una palabra vacía que incluye todo aquello que hace la izquierda. Pero si
la izquierda quiere ser democrática, no puede ser iliberal. No es una cuestión
de pureza sino de coherencia ideológica. En un fantástico ensayo de Irving
Howe, el intelectual estadounidense, crítico literario y fundador de la revista
socialista Dissent escribe que el socialismo no puede existir sin el
liberalismo, y hace un repaso histórico de las críticas socialistas al
liberalismo: “el liberalismo se conoce como la expresión de la visión del
hombre que profundiza en la racionalidad, la naturaleza bondadosa, el optimismo
y la perfectibilidad”. Para Howe, “una de las fortalezas de la historiografía
marxista ha sido que incluso cuando atacaba el capitalismo vio la vitalidad de
sus fases tempranas, e incluso mientras criticaba el liberalismo ‘clásico’ como
una razón ideológica de ascendencia burguesa, honraba su rol liberador en
nombre de toda la humanidad.”
El liberalismo del que habla Howe
es la democracia liberal, hasta la fecha el único régimen que permite la
autocrítica. Howe, como escribe Enrique Krauze, “no admitía la posibilidad de
un socialismo no democrático. La democracia era la forma imprescindible de la
civilidad, pero el socialismo era el fondo deseable de convivencia. El
socialismo, para Howe, era una preocupación intelectual, un imperativo moral,
no una rígida ideología: ‘La causa del socialismo debe dirimirse cada vez más
en términos morales -escribió en Vuelta-; la extrema desigualdad social y
económica impide la verdadera libertad; la formación de la personalidad humana
requiere un marco de cooperación y fraternidad’.” Maduro es un líder
profundamente iliberal. Y la deriva autoritaria de su régimen prueba que
tampoco es socialista
* Madrid, 1992, es periodista y
miembro de la redacción de Letras Libres.