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22 junio, 2017

¡Negociación YA!

Por Charito Rojas

La corrupción de una cosa corresponde necesariamente a la generación de otra”. Aristóteles (384 a. C.- 322 a. C.) filósofo, escritor, científico griego.

Los periodistas hemos tenido el privilegio y la oportunidad de registrar para la historia este período tan loco como nefasto de la revolución chavista. En estos 18 años Venezuela perdió su rol de líder demócrata de Latinoamérica, de próspero productor de petróleo, de país en vías de desarrollo hacia el primer mundo, de potencia productora de hierro, acero, oro y diamantes, de nación feliz, hospitalaria, convivente y hermana de las naciones del mundo occidental.

La pobreza rara vez significaba hambre, quienes trabajaban podían aspirar a tener carro, casa, los recién casados o jóvenes profesionales tenían expectativas de un futuro a construir, de una carrera a desarrollar, un país que les acompañaba en sus aspiraciones.

Venezuela comenzó su tragedia cuando la inconformidad por las aspiraciones cada vez mayores y por tanto más difíciles de satisfacer, comenzaron a hacerle pensar en caminos distintos a los de la democracia que tanto había costado instalar en el país. Una democracia perfectible que no tuvo tiempo ni voluntad de autocorregirse sino que se decantó por el autoritarismo militar, por la antipolítica, por la necedad snob y protestataria que regaló el poder a un caudillo que creía que sus ideas eran superiores a toda la ilustración que por más de 400 años había acumulado un país que había parido libertadores, intelectuales, científicos, grandes hombres y mujeres que hicieron con esfuerzo y sufrimiento, en medio de un vaivén de guerras, a esta joven República. Grandes ideas y un verbo convincente caracterizaban al golpista, pero la ausencia de formación académica, moral, educacional, eran evidentes.

Tal vez la más grande lección profesional y de vida que recibí en la universidad me la dio mi profesor de Televisión, el gran director Marcos Reyes Andrade, recientemente fallecido. En un trabajo, chispeante pero apresurado, colocó una alta calificación y al lado una nota que decía: “El talento jamás podrá suplir a la falta de investigación”.

Así que con una desbordada creatividad, el comandante soñó lo que no logró Simón Bolívar: una Suramérica unida como una sola nación. Apenas si pudo, haciendo el papel del tío rico y solo del que se aprovechan los sobrinos pobres, tener apoyo de un grupo de países que a cambio chuleaba las riquezas de Venezuela, que él manejaba como una chequera personal. Apenas si logró integrarse a Cuba, el más avispado y hábil de los chulos. Ofreció ideas monumentales, bases espaciales, plantas de ensamblaje de autobuses, carros, bicicletas, otro puente sobre el lago de Maracaibo. Por cierto, ¿qué será de la vida de los dos satélites que pagamos a precio de oro a la ahora dueña de nuestro país, China?

A menor escala, inventó la ruta de la empanada, los gallineros verticales, las siembras hidropónicas en jardines públicos. Cuando se había gastado en su proyecto planetario del Socialismo del siglo XXI los billonarios ingresos petroleros del país, comenzó a hacer lo que hacen quienes no saben generar riquezas porque jamás la han producido: quemar activos, empeñar bienes y sobre todo, gastar en pagar voluntades para mantenerse en el poder a pesar del desastre económico causado por gastar sin producir, expropiar para quebrar, apoderarse de las divisas ahogando así a los “oligarcas” y dar mendrugos a la base social que entones no distinguía al inepto que había en su adorado “corazón de Patria”.


Después de 14 años, la muerte hizo su parte y sobrevino una tragedia mayor: el encantador de serpientes dejó en el poder a la pandilla que le rodeaba y en su última voluntad regaló a Venezuela un heredero que lo aventajaba grandemente en ineptitud pero también en maluqueza, por decirlo cristianamente. Si con el comandante se guardaban algunas formas, por lo menos para disimular los saltos a la torera de la ley y la malversación de fondos públicos para mantener la revolución, ahora con los herederos la impudicia se hizo presente en la administración del dinero y de la justicia en el país.

Sin duda 18 años de corrupción rampante, de pésimas decisiones económicas y peores políticas, de gasto canalla con fines más canallas aún, tenían que dar fruto: la quiebra, el cierre de empresas, el desabastecimiento, escasez, hambre, violencia, desnutrición, enfermedades y muerte. Una población sometida a privaciones, acorralada en sus libertades, dividida y sin futuro, tenía que explotar como lo ha hecho y decir basta. Lástima que el régimen aún no entiende o no quiere reconocer que hay una inmensa mayoría construida con sus garrafales errores, que no tiene que ver con partidos ni con política sino con necesidades insatisfechas, que está resteada para lograr un fin único: sacar del poder a estos (ponga aquí, según su furia, el insulto que le plazca).

Lanzados a la calle, a la protesta, a la muerte si es necesario, los venezolanos no pararán hasta hacer que su voluntad soberana se respete. Inventar una constituyente para salvar el pellejo, cuando se ha agredido con toda la fuerza de tanquetas, bombas, perdigones y balas a un pueblo que ya te considera asesino; pasar por encima de la constitución vigente y del mandato popular para anular con una nueva constitución a los poderes constituidos que te estorban y a lo que resta de democracia, es firmar su propia boleta de expulsión.

Inesperadamente, la Fiscal de la República se ha alineado con los venezolanos en la defensa de sus derechos. Tarde pero segura, resulta una poderosa aliada. Ella cuenta con apoyos notables del grupo de los “originarios”, que defienden el “legado” de su comandante. Sigue siendo chavista pero su vocería nacional e internacional deslinda y condena al madurismo. Quiere salir del cargo por la puerta grande, enderezar cargas pasadas, para vivir en Europa cuando muy pronto se jubile, sin ser acusada de violadora de derechos humanos. Peligrosa depositaria de grandes secretos, la Fiscal actúa diariamente con la misma cuenta regresiva de todo el país, poniendo obstáculos para impedir una dictatorial constituyente.

Los organismos internacionales presionan para una salida, los multilaterales acorralan las finanzas del régimen, las ratas siguen abandonando un barco que hace aguas, los fondos escasean y el enfrentamiento con los venezolanos no tiene reconciliación. Es tarde para un diálogo. Hasta el Papa lo sabe. Pero también sabe que es el momento de la negociación. Los mediadores, los organismos, los políticos y los funcionarios deben negociar una salida YA… antes que todos nos arrepintamos de no habernos dado esa oportunidad.

Charito Rojas  @charitorojas
Charitorojas2010@hotmail.com