Luis Fuenmayor Toro.-
Los políticos, los analistas y la
gente común confunden muchas veces sus deseos con la realidad, razón por
la cual sus conclusiones sobre los hechos no se ajustan, como deberían,
a las realidades de las situaciones analizadas. Esto ocurre tanto en
sectores de izquierda como en grupos de derecha y, las desviaciones
analíticas son mucho más grandes en la medida que nos desplazamos hacia
los extremos en cada caso. Las exageraciones, los deseos y las
esperanzas, invalidan el análisis. Los medios electrónicos y físicos
están plagados de este tipo de opiniones, que al carecer de
fundamentación se constituye en un ruido a la hora de las
interpretaciones. A estos grupos les ayudaría la lectura de trabajos
escritos por estudiosos o conocedores del campo que analizan, sobre todo
porque utilizan un método de investigación basado en hechos y datos
objetivos, en documentos oficiales y en el establecimiento de
similitudes con casos parecidos del pasado.
Las debilidades señaladas se dan en las opiniones sobre lo nacional e
internacional y es más enrevesada cuando se trata de concatenar ambos
escenarios, en un intento por establecer conexiones y relaciones
causales. Un caso típico lo constituye la forma primitiva en que los
opositores viscerales analizan las situaciones políticas, electorales o
de otro tipo, que ocurren en los países del ALBA. Para ellos Correa,
Morales y Ortega son iguales a Maduro, y todo lo que opinan de éste, lo
cual tampoco es producto de un análisis serio, se lo aplican a aquellos
gobernantes, sin detenerse en que son países y realidades diferentes,
historias desiguales y momentos distintos. Para estos alocados
opinadores Temer es el Capriles de Brasil, Macri el Julio Borges de
Argentina y Lasso el Leopoldo ecuatoriano, simplemente porque se
enfrentaron a quienes son amigos de la Venezuela de Chávez.
Dilma Rousseff, para estos simplistas del pensamiento político, está
bien destituida porque debe ser tan corrupta como ellos creen fue Chávez
o es Maduro. No importa que esta consideración no tenga ninguna base,
ni que el Presidente del Congreso de Brasil, del mismo partido político
de Temer y principal acusador de Rousseff, sea quien hoy esté preso por
delincuente luego de ser sacado del Congreso brasileño. En su odio a
Maduro desean vehementemente que Trump invada Venezuela, y gritan
alborozados ante cada declaración del Pentágono, sin percatarse que esto
no va a ocurrir por innecesario y que realmente forma parte de la
propaganda del Gobierno, para mantenerse hasta o más allá de febrero de
2019.
Pero el primitivismo se extiende a los igualmente fanáticos
viscerales del Gobierno, fervientes creyentes de todos los disparates
creados por la mente retorcida de quienes nos dirigen. Para ellos el
actual Presidente de EEUU era, hasta hace poco, el camarada Trump, que
les dejaba unos CLAP bastante baratos a Maduro, mientras el negro Obama,
perdón, el afrodescendiente Obama, era el fascista proimperialista que
había declarado a Venezuela “peligro inminente”. Sin duda, apreciaciones
de un nivel muy elevado.
@LFuenmayorToro