Luis Ugalde
Está claro que la propuesta de justicia y felicidad del actual régimen ha fracasado irremediablemente y no tiene futuro. Lógicamente los maduristas no lo confiesan públicamente, pero están convencidos y lo sufren. Prolongar la agonía de este fracaso agrava la situación del gobierno, aumenta el dolor generalizado de los venezolanos y eleva el costo: Hoy las cosas están mucho peor que hace un año para los venezolanos todos y para el gobierno y dentro de un mes el sufrimiento será mayor.
Los “revolucionarios” marxistas, aun en los casos en que
llegan al poder por la vía electoral, se establecen para perpetuarse. No
son “partidos burgueses” que aceptan la alternancia, la posibilidad de
perder el gobierno y pasar a la oposición, recuperarse y volver. No así
en la dictadura marxista. Llegados a este punto lo más sensato es buscar
la salida democrática excepcional con el menor costo posible para toda
la población, para los que están en el poder y los demócratas opositores
que deben gobernar mañana y guiar la reconstrucción de la vida
democrática política, social, económica y moral en sana convivencia
hacia la sociedad que deseamos y necesitamos. Es de vida o muerte. El
costo humano y material de la reconstrucción será tanto mayor cuanto más
se prolongue esta agonía. Hace un tiempo el gobierno podía apelar -
nacional e internacionalmente- a su legitimidad y la Fuerza Armada
considerarse defensora de un gobierno democrático. Ahora los militares
están obligados a defender a un gobierno dictatorial que anuló la AN
resultante del voto soberano de los venezolanos, que viola la
Constitución y somete al hambre, a la grave falta de medicinas, a la
improductividad y a la cotidiana pérdida de valor de sus escasos
ingresos. La mayoría ve que vivimos en el más corrupto reino de la
ineficiencia, de la inseguridad y de la represión. Ya no es un gobierno
civil con apoyo militar, sino un gobierno militar que reprime, cargando
con todas las consecuencias de sus actuaciones delictivas. Por donde se
mire nuestra tragedia nacional, hay que buscar un cambio democrático que
es imposible sin una decisión predominante en la Fuerza Armada para el
rescate de la democracia. No estamos ante elecciones normales en
circunstancias normales. El gobierno no las permite, pues las sabe
perdidas. Si las hubiere, el nuevo gobierno electo se enfrentaría a la
inmediata necesidad de una “cirugía mayor”, para salvar a esta nación
moribunda; lo que no podría hacer un gobierno electo en mayoría precaria
y con fuerte oposición. Es imprescindible un gobierno de transición, de
“salvación nacional” que abre un camino inequívocamente democrático y
electoral con decisiones que requieren apoyo masivo y plural para
relanzar la economía, sanear la inflada, corrupta e incapaz burocracia,
recoger las armas de su actual posesión y uso malandrizado. Es
indispensable el apoyo internacional rápido y efectivo. Sin todo esto,
no hay salida democrática exitosa. Nada de esto será posible con
generalitos, miopes, pequeños y corruptos, regodeándose en el disfrute
de su botín. Tampoco con políticos sin visión, buscadores narcisistas
que sueñan con su foto con banda presidencial. El chavismo originario e
idealista -del que algo queda-, debe salir al encuentro de los millones
de venezolanos a quienes se les ha arrebatado la comida, la salud, la
seguridad y, lo que es peor, la dignidad y la esperanza. Es hora de
tender puentes hacia aquellos con quienes ayer no queríamos hablar y de
rechazar el falso y burlón discurso oficial dedicado a ocultar la
realidad y la gravedad del enfermo. En las áreas fundamentales ya se
sabe lo que hay que hacer, pero es imposible sin unión y sin encuentro
con el otro, sin verdadera negociación de propuestas y decisiones
concretas. Incluso con ese gobierno de transición, antes de la no lejana
elección, hay que sanear y legitimar el CNE y el TSJ, hoy sumisas
sirvientes del dictatorial Poder Ejecutivo. Ya es hora de hablar
claramente y sin eufemismos de la salida democrática y de dar sin
complejos pasos audaces, que no nos devuelvan a la nación enferma de
1992, sino a la producción creativa de una Venezuela con futuro y
esperanza para todos. Estamos en una hora dramática que exige y busca en
millones de la sociedad civil, en la Fuerza Armada, en el régimen y en
la oposición, decididos y capaces demócratas. Hay una base
constitucional firme y plural producto de la última masiva manifestación
electoral democrática (6D 2015) que es la Asamblea Nacional. Aunque
violada por la dictadura, tiene plena legitimidad de origen, y va al
encuentro con el país entero con su nueva legitimidad de ejercicio y de
conducción política en situación de emergencia excepcional. Así hemos
visto a la dirigencia política en estos días; la misma que meses antes
fue repudiada por su falta de unidad y de conducción responsable. Es la
hora de quienes pueden tender puentes para salir de la actual agonía
dictatorial y conducir a la población a un NUEVO GOBIERNO centrado en la
reconstrucción democrática.