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30 enero, 2017

Fabricio Ojeda, otra víctima de Fidel Castro


Opinión
Por Héctor Pérez Marcano
Revista Zeta

Fabricio Ojeda fue una buena persona que si se le quiere recordar bastaría con ponerle su nombre a alguna fábrica o alguna calle, pero llevarlo al Panteón Nacional es un despropósito que putea al Panteón.

Durante un tiempo Fabricio tuvo buena suerte. En efecto, corría ya el mes de noviembre de 1957 y quienes estábamos en los aparatos clandestinos de Acción Democrática y el Partido Comunista buscábamos, afanosamente, a algún dirigente de Unión Republicana Democrática (URD) para incorporarlo a la Junta Patriótica.

El peso fundamental de la lucha la llevaban AD y el PCV; Copei disponía de algunos cuadros juveniles como José de la Cruz Fuentes, Leonardo Certad y Hugo Briceño Salas.

Héctor Rodríguez Bauza contactó a “Cheíto” Herrera Oropeza para incorporarlo a la Junta Patriótica pero éste escurrió el bulto; tratamos de contactar a José Vicente Rangel pero se lo había tragado la tierra. Así, por descarte, alguien sugirió a Fabricio que en ese momento era reportero de “El Nacional”. Fabricio se incorpora dos meses antes del 23 de Enero de 1958.

La Junta Patriótica no tenía Presidente y si alguno merecía serlo era García Ponce que era el motor de la Junta. Una viveza de Amílcar Gómez convirtió a Fabricio en Presidente. Cuando Pérez Jiménez huyó Amílcar se presentó en Radio Caracas Televisión y presentó al país a Fabricio como el Presidente de la Junta Patriótica. Silvestre Ortiz Bucarán me comunicó su disgusto por la trastada pero resolvimos dejarlo así para no empañar a la Junta Patriótica.

Fabricio fue otra víctima de Fidel. Lo convenció de que se alzara y Fabricio renunció a su curul para irse a la montaña de “El Charal”. Esa guerrilla nunca echó un tiro, Fabricio se desmoralizó y se convirtió en un estorbo para la guerrilla, tuvieron que bajarlo.

Cuando lo capturan en Macuto estaba muy deprimido. Su compañera sentimental de entonces, Anayansi Jiménez, -estaba con él cuando lo detuvieron- meses después conversó conmigo en La Habana y me confió que ella estaba convencida de que Fabricio se había suicidado, tal era el estado de depresión que tenía. Nosotros inventamos que había sido asesinado.

Habrá que construir un Panteón exclusivo para el Libertador. En el actual ya está “el tigre encaramao”, sugiero que metan a “El Agachao”