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13 septiembre, 2016

Un Borges inédito sale a la luz treinta años después de su muerte



ABC

El lunes 4 de octubre, Jorge Luis Borges dictó la primera conferencia de las cuatro que ofrecería «a las 19 horas en el primer piso, departamento 1, de la calle General Hornos 82» de Buenos Aires, como rezaba en el anuncio que se publicó en el diario «La Nación» unos días antes. El tango era el eje de aquellas conferencias, en las que Borges desgranaría sus orígenes, su evolución y su expansión, entre otras cuestiones referentes a la más arraigada manifestación cultural argentina.
Uno de los asistentes a aquel ciclo de conferencias, un inmigrante español, grabó aquellas charlas. Casi cuartenta años después, en 2002, el actor José Manuel Goikoetxea le entregó al escritor Bernardo Atxaga unas cinctas de casete. A él se las había regalado, a su vez, Manuel Román Rivas, un productor musical gallego que pasó su infancia en Argentina y después se estableció en Alemania. En aquellas cintas, una voz -presuntamente la de Jorge Luis Borges- hablaba sobre el tango. Atxaga las digitalizó y confirmó que eran auténticas cuando Edwin Williamson, biógrafo de Jorge Luis Borges, publicó, en 2007, su trabajo sobre el escritor argentino.

Hace tres años, en 2013, Atxaga entregó las cintas a César Antonio Molina, director de la Casa del Lector, para que les diera publicidad. El exministro de Cultura contactó con María Kodama, la viuda de Borges, que desconocía su existencia y que, cuando las oyó, certificó que aquella era la voz de su marido en aquellas conferencias.
Ésta es la intrahistoria del libro que acaba de publicarse, «El tango. Cuatro conferencias» (Editorial Lumen), y que recogen la transcripción de aquellas cuatro «charlas» -así prefería llamarlas Borges-. El libro incluye un enlace con una página web que permite escuchar la voz del escritor en las cuatro veladas (www.bit.ly/borges tango).

Enemistad con Piazzolla

La relación del autor de «El aleph» con el tango es confusa. Hay quien sostiene que era una música que no le gustaba. Él mismo confesaba que Gardel y el bandoneón, el máximo exponente y el más característico instrumento del género respectivamente, no le gustaban, y era conocida su enemistad con Astor Piazzolla, el gran renovador de esta música. «Un amigo me llevó a un concierto de él en Córdoba -le dijo en una ocasión a Ernesto Sábato-. Tocó seis piezas. Las escuché y me dije: me voy; como no tocan tango, me voy».
Hay quien sostiene, sin embargo, que era su carácter provocador quien le hacía renegar del tango, y que Borges disfrutaba realmente con un tipo determinado de tango, el primitivo, que era más alegre que nostálgico (así lo dice Carlos Hugo Burgstaller en la revista «Tango Reporter»). En cualquier caso, Jorge Luis Borges demuestra en sus cuatro conferencias (tenía entonces 66 años) su pasión por la historia y el desarrollo del tango, así como su erudición. Sitúa su nacimiento en Buenos Aires en 1880, y es su época primera la que más le interesa: «Surge en los mismos lugares -dijo en la primera de las cuatro conferencias- en que surgiría, pocos años después, el jazz, en los Estados Unidos. Es decir, el tango sale de las “casas malas”».