Opinión
Por Gonzalo González
En diciembre del año pasado escribí un artículo intitulado “Golpe de Estado en progreso” y en él argumentaba que la reacción del régimen a los resultados de los comicios parlamentarios del 6D podían ser el inicio de la etapa final del nunca disimulado objetivo del chavismo de implantar un sistema político no democrático iniciado por Chávez en 1999; acorde con su vocación totalitario-dictatorial consecuencia de su ideario político, mezcla indigesta de militarismo, castrismo y populismo.
Los sucesores de Chávez – ayunos de
respaldo popular, de recursos económicos, alienados a su atraso ideológico y
con cuentas con la justicia – han
decidido atornillarse en el Poder, aún a costa de cargarse lo poco que quedaba
de democracia.
Designación ilegal de miembros del
TSJ; anulación de la representación del estado Amazonas en la AN sin que el CNE
arbitre formula alguna para reponer esa representación; desconocimiento de las
competencias de legislación y control de la AN por la vía del desacato a sus decisiones; promoción de un
continuado enfrentamiento entre los poderes del Estado en vez de propiciar la
colaboración entre los mismos, reforzamiento de la concentración del poder en
la Presidencia de la República por la vía de acabar definitivamente con la
autonomía de los poderes del Estado; incremento de la militarización del
Estado que configura una situación de
tutela castrense del gobierno; vigencia de facto y continuada del Estado de
Excepción y de la Emergencia Económica (que le permite al gobierno actuar de
manera arbitraria y discrecional) sin la debida autorización de la AN; solicitud de ilegalización de la MUD
introducida por voceros del oficialismo ante el TSJ; aumento significativo de
la represión e intimidación a sectores disidentes y opositores; criminalización
de todo acto legítimo de oposición.
He dejado, ex profesamente, aparte lo
referente a la conducta del régimen con relación a la materia electoral porque
el chavismo siempre alegaba el cumplimiento del calendario electoral como una
prueba de su condición democrática. Pues ya esa hoja de Parra se marchitó y
cayó.
El CNE decidió – sin dar explicación alguna-
saltarse el calendario electoral de este año cuando suspendió los comicios
regionales que debían realizase en diciembre del 2016.
En relación a la solicitud de parte
de MUD de activar el Referéndum Revocatorio Presidencial la actitud del CNE ha
sido la de sabotear abiertamente la posibilidad de que los solicitantes puedan
cumplir con los requisitos para lograr su realización. El saboteo – conducta
que no se corresponde con las competencias y funciones del organismo electoral
del Estado – se ha expresado por la vía del advenimiento de una profusión de
normas sobrevenidas, el uso discrecional del calendario, la negativa de proveer las facilidades
logísticas adecuadas y de otras acciones en la misma dirección y objetivo.
Queda pendiente, al momento que escribo, lo referente a las normas y la
logística para la recolección del 20% de las firmas para acceder a la etapa
definitiva, cual es el acto de votación.
De la conducta del CNE y de lo dicho
por distintos voceros del régimen es pertinente concluir que su intención es no
permitir ninguna consulta electoral, incluso circula la información no
desmentida hasta el momento de una decisión – para variar, también arbitraria -
del MINPOPOCOMUNAS de suspender todas las elecciones comunales.
Creo que todo lo glosado demuestra que de la no
democracia existente estamos entrando en los terrenos de la Dictadura. El
asunto de los requisitos para el 20% nos dirá si el chavismo decidió dar el
paso que su vocación le exige o decidió
darse un respiro en su camino al suicido
político.