Prodavinci
Por Anabella Abadí
Venezuela atraviesa la crisis económica más importante de su historia, afectando con particular fuerza a las poblaciones más vulnerables. Para 2015, cifras oficiales de pobreza indican que miles de familias salieron de la pobreza extrema, pero muchas más entraron en situación de pobreza.
En esta edición revisaremos cuáles han sido los principales cambios en la
estructura de la pobreza durante 2015, de acuerdo con las cifras oficiales
publicadas recientemente, así como algunas cifras alternativas. También se hará
referencia a la política de gasto social del actual gobierno y el contexto económico
que dificultan romper el ciclo de la pobreza.
Aumentó número oficial de hogares pobres medida por línea de ingreso. La pobreza medida
según línea de ingreso (LI) considera el poder de compra de los hogares
venezolanos, siendo pobres los que no pueden cubrir el costo de la canasta
básica. Se considera que un hogar está en pobreza extrema cuando no puede
cubrir el costo per cápita de la canasta alimentaria normativa.
De acuerdo a los datos del INE, en el primer semestre de 2015 la tasa de
pobreza según LI fue de 33,1% y la pobreza extrema de 9,3%, inferiores a las
respectivas tasas de 42,8% y de 16,6% del primer semestre de 1999. Sin embargo,
en el primer semestre de 2015, el INE registró 359.774 más hogares pobres que
en el primer semestre de 1999: 121.111 hogares salieron de la pobreza extrema,
pero 480.885 hogares entraron en situación de pobreza no extrema. Resalta que
el primer semestre de 2015 es el semestre con mayor número de hogares en
pobreza no extrema en lo que va del siglo XXI.
Aumentó número oficial de hogares pobres según necesidades básicas
insatisfechas. Para medir la pobreza según necesidades básicas
insatisfechas (NBI) se hace seguimiento a cinco indicadores: inasistencia
escolar, hacinamiento crítico, vivienda inadecuada, carencia de servicios
básicos y alta dependencia económica. Son pobres los hogares con una o más de
esas cinco necesidades básicas insatisfechas, y pobres extremos quienes
reporten dos o más.
En 2015, la pobreza según NBI fue de 19,7% y la pobreza extrema de 4,9%,
inferiores a las respectivas tasas de 29,3% y de 9,9% de 1999. Sin embargo, en
2015 el INE registró 26.288 más hogares pobres según NBI que en 1999: 124.655
hogares salieron de la pobreza extrema, pero 150.943 hogares entraron en situación
de pobreza no extrema. Si bien en 2015 se registró el menor número de hogares
pobres extremos según NBI en lo que va del siglo XXI, es el año en que se
registró el mayor número de hogares pobres no extremos según NBI.
Universidades estiman una pobreza mucho mayor a la oficial. La Encuesta de
Condiciones de Vida (Encovi) levantada por las universidades UCAB, UCV y USB
busca llenar el vacío generado por la falta de información pública adecuada y
oportuna sobre la situación social del país.
Los resultados de Encovi 2015 reflejan que 73% de los hogares venezolanos
se encuentran en situación de pobreza según línea de ingreso: 49,9% de pobreza
extrema y 23,1% de pobreza no extrema. Por su parte, la pobreza según
necesidades básicas insatisfechas alcanzó a 29,1% de los hogares venezolanos:
10,4% de pobreza extrema y 18,7% de pobreza no extrema.
Se registran crecientes niveles de hambre. Mientras más pobre es
una familia, mayor es la porción del ingreso familiar que tendrá que destinar a
la compra de alimentos. Al caer la capacidad de compra del bolívar, los más
pobres son los que primero se enfrentan a la imposibilidad de comer tres veces
por día.
Una encuesta impulsada por la Comisión de Desarrollo Social de la Asamblea
Nacional –entre el 8 y 12 de agosto de 2016– reveló que 53,9 % de los
consultados se había acostado a dormir con el estómago vacío y que 1 de cada 4
encuestados come sólo dos veces por día y su dieta no incluye proteína alguna.
Además, los hijos o representados
de 38,1 % de los consultados dejaron de ir a la escuela en alguna ocasión
por no tener suficiente comida en su hogar y 57,8 % de los encuestados había
dejado de alimentarse para darle comida a sus hijos.
Según datos de la Alianza de Sistema de Monitoreo Nutricional reseñados en prensa, entre 20% y 25% de los
niños en Venezuela presenta desnutrición aguda y crónica. Genera particular
preocupación que mientras siguen creciendo los ingresos de niños a los
hospitales por casos de desnutrición severa, la Encuesta Nacional de
Hospitales 2016registró que 63,64% de los hospitales
públicos del país no tienen fórmulas lácteas, 27,27% tienen cantidades
limitadas y 5,45% tienen “menor cantidad de lo indicado”. La encuesta también
reveló que el servicio de nutrición en 92,7% de los hospitales públicos no es
adecuado: 52,3% ofrece “3 comidas fallas en cantidad y salida”, 12,3% ofrece
dos comidas o menos, 10,7% ofrece el servicio de manera intermitente y en 16,9%
de los casos el alimento “lo trae un familiar”.
¿Qué ha pasado con el gasto social?
Las misiones Sociales fueron creadas con el objetivo de atender a la
población más desfavorecidas. Sin embargo, de acuerdo con la Encuesta de
Presupuesto Familiar del BCV de 2009, del 92,8% de los usuarios de Barrio
Adentro, 63,6% de los de Mercal y al menos 53% de los de Robinson I y II, Ribas
y Sucre no vivían en situación de pobreza.
Para 2015, los resultados de la Encovi reflejan que 70% de los
beneficiarios de las misiones sociales no eran pobres según NBI, pero 76% si lo
eran según LI (49% pobres extremos y 27% pobres no extremos). Expertos detrás
de Encovi afirman que:
“la ‘mejora’ en la concentración (focalización) de los programas sociales
se ha debido al extraordinario aumento de la pobreza [por nivel de ingreso y]
no a una refocalización de los beneficiarios”
La creciente inflación y escasez característica de los últimos años ha
limitado el poder de compra de los recursos que el propio Gobierno Central
asigna al gasto público y, en consecuencia, a los programas sociales. Ajustando
por inflación, el gasto público per cápita del 2015 es el 4to menor en los más
de tres quinquenios de gestión del Socialismo del Siglo XXI, superado sólo por 1999,
2002 y 2003. Por tanto, no sorprende que –tal y como se precisa en los
resultados Encovi 2015– “las Misiones que han experimentado aumento [en el
número de beneficiarios] son las de tipo asistencial” como Mercal y Barrio
Adentro.
En julio de 2016, el vicepresidente del
Área Social, Jorge Arreaza, afirmó que desde 1999 el Gobierno Central había
destinado –hasta la fecha— 914 mil millones de dólares a la inversión social.
Sin embargo, los niveles de pobreza reflejan una asignación ineficiente de
recursos, generando una relación de dependencia con el Gobierno Central.
Según Encovi 2015, 45% de los encuestados dicen haber sido excluidos del
beneficio de las misiones sociales, 1 de cada 4 por razones políticas. Es por
esto que “más de un tercio del país cree que para ser beneficiario de los
programas sociales hay que ser partidarios del gobierno”.
Con casi 2,5 millones de hogares pobres, según linea de ingreso, y casi 1,5
millones de hogares pobres, según necesidades básicas insatisfechas, los
programas sociales parecen ser necesarios. Sin embargo, sólo podrán contribuir
a romper el ciclo de la pobreza si se solventan los evidentes problemas de ejecución
que presentan, se coordinan sus labores y se dirigen a la población que
verdaderamente las necesitan.
¿Qué podemos esperar para los próximos años?
La crisis acentúa el ciclo de la pobreza. La pérdida del poder de compra
del bolívar, la limitada oferta de bienes y servicios, la pérdida de puestos de
empleo con calidad y la baja calidad de los servicios públicos, han limitado la
calidad de vida de todos los venezolanos, afectando con mayor fuerza a las
poblaciones más vulnerables.
La recesión económica que vive Venezuela desde el primer trimestre de 2014
y los relativamente bajos precios del crudo venezolano, han limitado la oferta
de bienes y servicios —tanto nacionales como importados. Los rubros con menor
disponibilidad son precisamente los de primera necesidad, resaltando una escasez de
medicamentos de 76% en hospitales públicos según la Encuesta
Nacional de Hospitales 2016.
Por su parte, entre enero y septiembre de 2016, entraron en vigencia tres
aumentos de salario mínimo que suman 134%, pero cifras extraoficiales hablan de
una inflación acumulada
entre enero y agosto de 331,9%. Incluso, el bono de
alimentación mensual de BsF 42.480 escasamente permite cubrir almuerzos de
apenas BsF 1.930 en 22 jornadas laborales. Si bien los sueldos no son incentivo
suficiente para seguir perteneciendo al mercado formal, el ausentismo cayó en
industrias con comedor, ya que muchos trabajadores
guardan la comida para llevarla a sus casas.
Si bien las crisis venezolanas en el pasado estuvieron asociadas en gran
medida a caídas del precio del petróleo, la crisis actual —si bien se
profundizó por la caída del precio del petróleo— comenzó en el primer trimestre
de 2014 cuando el precio del petroleo aún rondaba los US$100 por barril.
La crisis actual es el resultado de un mal diseño de políticas públicas
implementadas por más de una década y que han estado enfocadas en tener control
político y económico, a pesar de sus pésimos resultados. En este sentido, la
pobreza será un tema latente mientras Venezuela no logre corregir las
distorsiones y las políticas que provocaron la crisis.